ENTUSIASMO

Os traigo en esta ocasión esta palabra: ENTUSIASMO. Os la traigo, cuando los días empiezan a alargar visiblemente; cuando el sol parece querer acompañarnos en un proceso de apertura; cuando el corazón empieza a coger carrerilla en su despertar para dar paso a la primavera, a pesar de que este invierno fue más bien tibio.

La palabra entusiasmo, de por sí, nos prepara para algo excitante, parece que lleva implícito el acto de mover el trasero de la silla y llevarnos a la acción; sí, nos hace saltar de ella porque algo nos impele a hacerlo, nos motiva.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Desgranemos un poco esa palabra. Proviene del griego: enthousiasmós, la partícula  “en”, significa interior y  la partícula “thou” ,en griego, significa sagrado …los expertos lo traducen literariamente como el “rapto divino”.

Si nos situamos en el mundo mitológico, cuando alguien se dejaba llevar por el entusiasmo implicaba que la energía de un dios se manifestaba a través de él y así pintores, escritores o poetas traían al mundo obras que parecían superarlos a ellos como seres humanos.

Algunos dirían que aquellos estaban poseídos por esta fuerza que supera obstáculos manifestando cosas extraordinarias.

Hasta aquí, pareciera que debiéramos tomar zumos de entusiasmo por doquier para que nuestra vida estuviese llena de color y, hay un algo de cierto, rodearse de entusiastas es como acercarse a una fuente de energía inagotable.

Imagen de Shawn Suttle en Pixabay

No obstante, hay un matiz que puede ir asociado al entusiasmo que me tiene un tanto inquieta y que os comparto, tiene que ver con la posible intolerancia que mi entusiasmo por algo, pueda suponer respecto de otros que no estén tan entusiasmados, o incluso estén en contra de lo que a mí me ha robado el corazón.

El exceso de entusiasmo, ese ímpetu arrollador lleno de pasión puede rallar la vehemencia, y con ella el poco respeto al que no comulga con nosotros en aquello de lo que estamos ardientemente convencidos o a lo que nos dirigimos. También puede desembocar en cierto desprecio o menosprecio de lo que otros opinen y que es diverso de lo que yo veo con una claridad pasmosa, y entonces, echo el freno de mano y me pregunto si el entusiasmo no debe ser un elixir que debe ser suministrado con cuentagotas para disponer, en su justa medida, de esa motivación y la perseverancia que irá cogida de su mano, y así salvar los obstáculos que aparezcan en el camino, y al tiempo, no ciegue nuestra mente en pos de un objetivo seguramente bondadoso a nuestros ojos.

Os dejo con esta pequeña reflexión y con el deseo de que nada, nunca nos entusiasme tanto que queme nuestro sistema en su ardiente fuego, a no ser que sea para AMAR.

Luz y alegría

Tundra

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PATOLOGIA

Cuando oyes por primera vez una interpretación algo distinta de lo que habitualmente tenías asociado a una palabra, a veces, se dibuja una sonrisa en tu interior que abre una ventana a una posibilidad quizás más luminosa. Entiendo por significación más luminosa aquella que nos ofrece un significado dentro del cual, quizás podemos encontrar una solución a nuestras búsquedas.

Seré algo más explícita: escucha la palabra “patología” … no sé tú, pero cuando yo oigo “patología” lo primero en lo que pienso es: el estudio de la enfermedad ( y así lo recoge la RAE) con lo que la palabra enfermedad implica , esto es , las connotaciones que en mi caso lleva asociada : malestar, dolor o sufrimiento…

¿Qué color le das a esa definición de: “estudiar la enfermedad”, si es que puedes imaginar un color para ello?

 ¿Imagináis un color luminoso y brillante?… Os confesaré que cuando alguien utiliza la palabra patología, a mí no me inspira vida, no me lleva a colores brillantes, más bien al contrario, los colores se apagan en mi mente y se vuelven mortecinos.

Patología

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No he estudiado griego y tengo que aceptar la traducción que otro me ofrece; y uno camina por la vida con esa definición hasta que llega alguien que nos ofrece una alternativa y entonces, se me abren los ojos como platos y pienso: ¡ uau!…

Patología viene del griego “Pathos y logia”;” pathos” significa padecimiento pero también sentimiento y “logia” significa razonar pero también tiene otro matiz que es argumentar mediante palabras, decir, expresar …¿recordáis nuestro post anterior?

¿Y si patología tuviese que ver con la expresión de una emoción??

¿No se os enciende una bombilla iluminando el túnel oscuro y lúgubre de la enfermedad? ¿No despierta en vuestro interior un: ¡AHAAAAA!

Y si puedes imaginar un color a esa nueva propuesta, ¿qué color le das? A mí se me antoja una ventana abierta, más que una cerrada y con cortinas oscuras…pero por supuesto esa es solo mi percepción, percepción que comparto por si a ti también te puede abrir esa ventana.

Para poder buscar la solución a una patología que estudie la enfermedad necesito a alguien muy especializado…pero para escuchar las emociones que se expresan en mí, lo que necesito es estar en mí y dejar de buscar fuera lo que puedo encontrar dentro, sin desdeñar en absoluto el trabajo que los profesionales de la salud nos brindan y a los que acudimos para que nos acompañen en los momentos de desequilibrio vital.

Delfos

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Y viene a mi mente el aforismo escrito en el templo de Delfos: “Conócete a ti mismo”

Y ahí estamos, en este sendero de conocernos y descifrar qué nos decimos. La biodescodificación debió tomar esa interpretación como premisa intentando ofrecernos un camino hacia una vida armoniosa desde la consciencia de lo que expresamos.

Con el deseo de que la próxima vez que oigas la palabra “patología” no te asalte la angustia, si no que te preguntes: Qué se está expresando; me despido hasta la próxima ocasión, con más palabras interesantes que nos abran ventanas por las que respirar.

Luz y alegría

Tundra

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EXPRESION

No puedo imaginar al ser humano sin que haga uso de lo que esta palabra significa: ex -presión, esto es, sacar hacia fuera…

No hace falta que haya otro que lo escuche o que lo atienda, pero sí la posibilidad de poder “sacar presión” de aquello que se lleva dentro y que no puede seguir ocupando más espacio, ya sean ideas, sentires, emociones…

Es como la válvula de una olla a presión, o un canal secundario que alivia un circuito cuando éste se sobrecarga.

La manera de expresar de cada uno, su manera de “sacar hacia fuera la presión”, es distinta, y todos reconocemos esa diversidad que caracteriza a las personas que nos rodean: algunos necesitan la acción, el movimiento; otros seguramente necesitan comunicarse con sus semejantes, o con las plantas o con cualquier ser viviente; otros para liberar esa “presión” necesitan de su soledad y de enfocar su atención en algo creando un paréntesis suspendido en el aire…en fin, tantas opciones, casi, como personas pudiéramos conocer, eso sí, con alguna similitud a groso modo: hay un recipiente, nosotros, que debe ser “liberado”.

La liberación de dicha presión puede tener distintas manifestaciones, algunas más aceptadas socialmente que otras, esto es, alguien puede necesitar liberar el entusiasmo que le generó haber descubierto algo trascendente para su vida, o para la de los demás y llena el espacio de un color estimulante, chisporroteante; en otras ocasiones, puede necesitar liberar tensiones internas, desconciertos, tristezas y se tiñe entonces la atmósfera de un color que recuerda a una borrachera turbia (cualquiera que sea la imagen que eso os evoque).

Y mientras pienso en la necesidad del ser humano de expresar, de quitar presión hacia fuera, me pregunto:

¿En cuantas ocasiones tenemos la posibilidad de expresarnos?

No contestes rápido…

¿Cuán condicionada está nuestra expresión al entorno en el que vivimos, a ser adecuados, a ser correctos, a no ser juzgados?

¿Cuánto ajustamos nuestra expresión para no ser excluidos de nuestro grupo de pertenencia y en cuantas ocasiones aun pareciendo que hacemos bandera de nuestra nativa expresión reconocemos a nuestro Ser en ella?

¿Podemos considerar aquellos supuestos como “ex -presión”? ¿Es un sucedáneo que deja salir algo del contenedor para que no se desborde? ¿Por qué existe la necesidad de liberarlo? ¿Qué tendría que pasar para que no necesitásemos sacar presión hacia fuera?

Son muchas las preguntas, y pocas son las respuestas … generalizar es siempre una mala aproximación… en cualquier caso, parece que la necesidad de expresar es connatural al ser humano y mientras no averiguamos de qué manera podemos fluir sin generar “presión” estará bien expresarse de la forma y manera que cada uno necesite para que esa “presión” no acabe convirtiéndose en una patología…pero eso, lo abordaremos en otra ocasión.

Mientras tanto, sentiros libres de Ser vosotros mismos expresando lo que sois en la realidad en la que vivimos.

Luz y alegría

Tundra

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NACIMIENTO

Estamos de nuevo entrados en el mes de diciembre, rodeados de posibilidades y a punto de acabar el año tal y como lo conocemos.

Los finales y los principios parece que se dan la mano ya que para poder iniciar algo, en muchas ocasiones, hay que soltar, soltar lugares, cosas, personas e incluso esa imagen que hemos construido de nosotros mismos y que crea nuestra identidad y que no nos pueden acompañar en los siguientes tramos del camino.

Los cruces de caminos, ya he apuntado en alguna ocasión, nos ofrecen la posibilidad de hacer una elección, a cuál más creativa si nos permitimos la libertad de dejar abierta la puerta de acceso.

Para afrontar lo nuevo es aconsejable ir ligero de equipaje o, al menos, eso aconsejaban algunas viejas canciones…

Imagen de NoName_13 en Pixabay

Si hay algo que me fascina, por lo que implica en el nacimiento, es el proceso anterior a dicho acontecimiento…me explico: nacimiento tiene su origen en el verbo nasci (latín), antes “gnasi” que parece que se vincula a la raíz indoeuropea que significa dar a luz o parir, y esa es la culminación visible de algo que se coció previamente a fuego lento y sin pausa.

Para que pueda llegar ese instante, el parto, antes tiene que haber un deseo y una intención clara y definida.

Después de que ese perfume nos embriague o prenda en nosotros, casi sin darnos cuenta, orientaremos nuestra energía… y pasará un tiempo, un tiempo en el que nadie verá, silencioso, y en el que si estamos atentos podremos percibir cómo nosotros y nuestro entorno va cambiando, despacio, casi imperceptiblemente dando pequeños pasos en la dirección que imaginamos y que arrebató nuestro corazón si no nos resistimos a ellos.

En otras ocasiones, y dada nuestra tendencia a quedarnos en los lugares conocidos, las rutinas conocidas o los afectos familiares, la vida nos volteará como un calcetín, no dejándonos más opción que transitar hacia una nueva situación, casi, como un parto con fórceps.

Imagen de John Hain en Pixabay

En breve llegará el solsticio, el día más corto del año, Yule, a partir del cual volverá a alargar el día, a abrirse, a crecer y podremos cerrar unas puertas para abrir otras siguiendo ese ritmo natural al que estamos adscritos.

¿Recordáis que en noviembre teníamos que Re-cor-dar… esto era, volver al corazón?

¿Pudisteis dedicarle un ratito a conectar con vuestro sentir? ¿Con vuestro corazón?

¿Qué os dijo? ¿Le encanta dónde estáis? ¿Quizás os sugiere virar un poco a la izquierda o hacia la derecha o quizás dar un paso al frente?

Es tiempo de celebrar, de agradecer todo aquello que ha ido sucediendo  y, al tiempo,  de ver dónde nos ha colocado todo aquello que nos ha acompañado hasta el momento para poder cerrar, conscientes de la riqueza que nos ha aportado y las oportunidades que nos ha brindado, para abrirnos a las experiencias que están llamando a la puerta  deseando irrumpir luminosas en nuestra vida y para las que sería interesante estar disponibles.

Quizás la pereza se nos acerque peligrosamente alarmándonos y diciendo que perderemos la confortabilidad de la que disfrutamos en este momento, o habrá alguna limitación moral que nos recuerde que ese paso hacia delante supondrá un peaje instalando el miedo en nosotros…

¿Cuánto espacio daremos a esas y otras voces cuyo objetivo es el de mantenernos en terreno seguro y conocido, aunque ya no sea donde debamos estar? ¿Cuánto les permitiremos apagar el fuego que se encendió en nuestro corazón?

Sorprendentemente, una vez salvados esos fantasmas, nos damos cuenta, en muchas ocasiones,  que acostumbran a ser menos importantes de lo que parecían al principio, e incluso, nos sorprende ver cómo los desenlaces son fluidos si somos fieles a nosotros mismos y a nuestro sentir, aunque eso pueda generar sorpresa, desagrado e incluso controversia en nuestro entorno más inmediato.

Si no lo has podido hacer hasta ahora, procúrate un espacio y párate, escúchate y da un paso adelante en tu única y extraordinaria vida. Quizás le pondrás algo de azúcar, quizás algo de sal o quizás la disfrutarás desde ese balcón que te permite mirar al horizonte y percibir las infinitas posibilidades que se abren ante ti.

Como dicen algunos…si no es ahora … ¿Cuándo?

¡Feliz salida y mis mejores deseos para el año que entra!

Luz y alegría

Tundra

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RECORDAR

Parece que hemos entrado de lleno en el otoño, cambió el clima e invita al proceso de ir metiéndonos en nuestra casa; algunos le llaman: “volver a nuestra cueva”, que nos permite ajustarnos a los ritmos naturales, a ralentizar nuestra actividad exterior y su expresión.

La connotación que tiene para mí el mes de noviembre es que parece un mes de tránsito entre octubre y sus celebraciones, y la navidad; así que parece que pasa sin pena ni gloria como si no tuviese luz propia.

En este mes “sin luz” os traigo una palabra que invita a ir hacia dentro y cerrar los ojos; esa palabra es RECORDAR.

He tenido la suerte de cruzarme con gente muy creativa y brillante en mi vida y una de ellas es Montserrat Gascón, con quien aprendí a liberar el pericardio…pero esa es una historia que, aunque viene al hilo, merece otra ocasión.

Montserrat tiene una visión muy específica, concreta y al tiempo dulce de lo que significa RECORDAR.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

No sé a vosotros, pero a mí, recordar, inicialmente me llevaba a un estado de nostalgia que desplazaba mi atención al pasado: volver a la niñez, a los olores conocidos, a los espacios y personas familiares…y podía hacer que me perdiese el presente; en esos momentos me asaltaba la frase de John Lenon diciéndome que “la Vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”, así que, lo de recordar, no me entusiasmaba mucho porque me llevaba a una especie de letargo y me decía a mí misma: déjalo para la vejez…quizás , cuando llegue ese momento tendrás un acopio importante de experiencias que quieras compartir y tenga sentido volver atrás. Ella, Montserrat, le dio un toque distinto de color cuando nos hizo observar qué veíamos si separábamos las sílabas: RE- COR-DAR.

Para ella, RE-COR-DAR era reconectar con lo que da el corazón, con lo que realmente somos para que la Vida vibre de nuevo en nosotros y que el fuego de nuestra esencia, EL ESPÍRITU, irradie a través nuestro.

¿No os parece hermoso? Visto así, RE-COR-DAR, esto es volver al corazón para recordar quienes somos, aporta una luz propia y singular a un mes aparentemente insulso.

¿Qué tal si aprovechamos este mes para RE-COR-DAR quienes somos? Algunos, lo haréis paseando por el campo; otros, leeréis algún libro; otros, escuchareis una pieza de música, cada cual con aquello que le resuene más y poned la intención de “RE-COR-DAR” para que no seamos más el obstáculo sino el puente que permita que se materialice la frase hermética: como es arriba, es abajo.

¡Feliz exploración y, quizás, reencuentro!

Luz y alegría

Tundra,,

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FUNDAMENTAL

Vengo en esta ocasión a presentaros cómo esta palabra: FUNDAMENTAL, puede impactar en nuestra vida y en la de otros.

La primera vez que alguien hizo referencia a esta palabra del modo que os explicaré, me sorprendió y fue como quitar una sustentación a ese tambalillo sobre el que todos nos apoyamos para sentirnos seguros en nuestro caminar diario y, al tiempo, supuso una liberación.

Os explico, os diré que mientas escribo me entusiasmo internamente ante la posibilidad de que, quizás, a alguno de vosotros le suceda lo mismo y lo libere de estructuras innecesarias.

Cuantas veces habéis oído decir: “esto es básico y fundamental”.

Cuando se dice algo así, se dice con decisión y convicción férrea sobre lo que se está exponiendo, no en vano, fundamental significa según la RAE: los principios sobre los que. se sustenta una teoría o la estructura de algo, por lo tanto, hablamos de algo primordial, insustituible, en definitiva, vital.

En la vida, y los que tenemos ya unos años lo hemos ido viendo a lo largo de ella, lo que hoy es “fundamental”, mañana parece no serlo, así que algo que era primordial y absoluto parece no serlo tanto algunos años después…quizás esa “relatividad” es lo que desprenden algunos de nuestros mayores que parecen estar de vuelta de todo y no dan importancia a muchas cosas que a otros todavía nos parecen “fundamentales”.

En los últimos tiempos, la sociedad se volvió líquida, es incierta y aun así los fundamentalismos siguen presentes y a veces tan vehementes como su intolerancia a otras opciones pueda desprender.

Fundamentales hay pocas cosas en la vida, cada uno escogerá las que desee para sustentar la suya, pero nunca está de más preguntarse si aquello que yo consideré fundamental, que me fue trasladado por mi familia o por mi entorno un día, a día de hoy tiene sentido o es una FUNDA MENTAL.

Pararos un momento, sí, he dicho: FUNDA MENTAL… ¿qué es una funda, sino algo que nos obstaculiza ver?

Os propongo durante este mes que os planteéis algunas de aquellas cosas que creéis que son FUNDAMENTALES en vuestras vidas; de la reflexión, a lo mejor concluyamos que quizás sean importantes, pero no fundamentales; quizás sean útiles hoy, pero no non fundamentales; quizás, no darles esa connotación nos abra la puerta a otras posibilidades, otros planteamientos, otras maneras de vivir menos restrictivas; en definitiva, a poder elegir y ser más libres y coherentes con nuestro sentir.

Y os planteo otro reto, cuando oigáis a alguien exponer con energía teorías que tilda de fundamentales, preguntaros qué funda mental lleva puesta o pretende (a veces inconscientemente) poner a aquellos que le escuchan quizás incluso con el ánimo de protegerlos.

Os deseo un mes excitante y quizás liberador en vuestra exploración.

Luz y alegría

Tundra

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DELICIOSO

Retomamos nuestros encuentros un curso más, llenos de energía después de un verano caluroso donde los haya.

La propuesta para estos próximos meses tiene que ver con las palabras…y no sirve decir: es que ¡yo soy de ciencias! o ¡soy de audiovisuales!

Lo que decimos a los demás, lo que nos decimos a nosotros mismos, cómo nos lo decimos y los vínculos que hemos creado con determinadas palabras con motivo de nuestra historia personal, ya hace tiempo que se sabe que son importantes. Tiene impacto en cómo interpretamos las experiencias que vivimos y también cómo respondemos a ellas.

Mi intención durante estos próximos meses es el de sugeriros algunas palabras y los espacios para que las sintáis. ¡Cuán importante es sentirlas! y ¡Cuánta información nos proporcionan sobre nosotros y sobre cómo vemos el mundo!

El mundo es un reflejo de lo que somos. Como alguien muy sabio dijo: si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo, así que  quizás no sea una mala iniciativa abordar aquello que se mueve en nuestro pensamiento y sale por nuestra boca…

Ojalá este trayecto juntos desde las palabras y los sentires nos permita tomar conciencia del uso que hacemos del lenguaje más allá de la propuesta que os iré haciendo.

Todos hemos visto o tenido la experiencia de cómo, con el lenguaje, podemos estimular o desalentar a alguien; por qué no dibujar sonrisas y repartir agradables perfumes a nuestro alrededor. ¿Os apuntáis? 

Hace algunos años conocí a una chica,; se la veía feliz a pesar de los contratiempos que todos tenemos en nuestro día a día y siempre lucía una sonrisa. En un desayuno, mientras comíamos una manzana, ella utilizó la palabra “deliciosa”: “la manzana estaba deliciosa”.

En aquel momento recuerdo que pensé que era una palabra en desuso, si te preguntaban cómo estaba la manzana, en general, acostumbrábamos a decir: buena, muy buena o no vale nada…y parecía que hasta ahí se reducía un vocabulario que se alejaba mucho de ser rico pero que cumplía escuetamente con su función, informar al otro sobre la manzana.

Cierra los ojos y pronuncia la palabra: D E LI C I O S O …ummm

Cuando oigo: “delicioso”, simultáneamente se inicia la salivación y sonrío.

Lo que sea que es delicioso debe dar un gran placer a los sentidos. Mi respiración y mi musculatura se relajan predisponiéndome al disfrute, teletransportándome a un estado que yo asociaría con la alegría de descubrir o de gozar de algo y me anima a probarlo, a adentrarme en la exploración.

Delicioso…A ti ¿qué te evoca?

¿Cómo reacciona tu cuerpo al oírla?

¿Cómo te sentirías si la incluyeras en tu vocabulario?

¿Qué cambios podría producir en nuestra vida incorporarla?

Te propongo que durante el próximo mes prestes atención a momentos que puedas calificar como “deliciosos” y lo verbalices.

Obsérvate y observa las reacciones de los que te escuchan. Quizás, al principio, te suene arcaico; quizás los que te oigan se sorprendan, e incluso algunos bromeen al respecto y quizás, también, nos podamos dar el espacio y el tiempo para saborear la palabra y disfrutarla.

Os confesaré que cuando la uso, la imagen que me recuerda es la de alguien que entrega un regalo…nadie se queda impasible delante de él y por término general, sonríen y cambia la vibración del día.

Si os aventuráis a experimentar, ya me diréis el resultado.

Os deseo un delicioso día lleno de sonrisas.

Luz y alegría

Tundra

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Abre tus brazos

¿Lo oleis?

Hoy segaron los campos de avena y en el aire quedó un perfume dulzón, seco y al tiempo acogedor al que siguió un atardecer bañado por el aroma que yo asocio al verano, el jazmín, sí, ese característico de los jardines del sur de España que te embriaga cuando te acercas y que a mi me lleva a mi niñez y a largos paseos en noches calurosas.

El verano con toda su expansión nos llena de energía y en este último encuentro, de nuevo, antes de unas merecidas vacaciones, me gustaría que sintiésemos, que sintiésemos nuestro impulso.

Quizás sólo me ocurra a mi, pero hay algo en el verano que me invita a expresarme, a abrirme, a desplegar las alas.

Muchos de los impulsos importantes que tomé en mi vida, los tomé en esta estación que me vio nacer y que invita a abrir los brazos para ofrecer y para recibir.

Una estación que viene coloreada de alegría, de risas y compartires quizás por que el día es largo y el sol nos ofrece muchas horas su presencia, quizás por qué nuestro sol interno resuena con él y abre la caja de pandora, una caja que nos ofrece transformación y cambio; un cambio que hará que nuestro sol interno no se apague en los inviernos de la vida y podamos lucir quienes somos en cualquier estación, dándole la intensidad que requiere el momento.

Os invito a que durante este verano os bañéis en el mar.

Por suerte yo lo haré en las playas de la infancia donde encuentro inspiración, limpieza, renovación y abrazos.

Hacedlo, cada uno en las aguas que le queden más cercanas, para unos un rio, para otros un lago, para otros mares infinitos…y ofrecedles aquello que os pesa y permitiros recoger aquello que os ofrezca.

La semilla de lo que os ofrezca plantadla y regadla con constancia, paciencia y sobre todo mucho amor…quizás os sorprenderán los cambios que se operen en vuestras vidas.

Sólo una advertencia, aviso para navegantes, si recogéis muchas semillas de esos intercambios con el mar, no las plantéis todas, escoged aquellas en las que deseéis poner vuestra energía, una o dos. Quizás ahora con la euforia del verano nos sintamos tan poderosos que queramos embarcarnos en mil y una aventuras;  no obstante, la vida no es un cenit constante… Si escogemos  y no sucumbimos a nuestra ambiciosa imprudencia no nos ahogaremos en la vorágine y veremos frutos que jamás imaginamos.

Os deseo baños de amor, abrazos largos y noches serenas de compartires.

Tu y la luna, tu y los otros…tu y tu.

Luz y alegría

Tundra

Que tengáis buenas vacaciones de verano. ¡ Nos vemos en septiembre!

Tundra

 

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Me gustas como eres

Nos encontramos en este mes de junio para compartiros un post de uno de nuestros lectores.

Este apunte  que nos comparte Andrea, es de gran valor  en su aparente sencillez. Tomó como referencia un programa de televisión americano que  contiene un principio básico de relación: la aceptación y el reconocimiento de lo que sí somos y el trabajo personal que hay que hacer para llegar a ese estado de amabilidad universal; algo a practicar no sólo con familiares y amigos.

A veces se tiene la tendencia de resaltar de los demás aquello que difiere de nosotros, como si nosotros fuésemos el único marco de referencia, sin atender a todo aquello de valioso y único que existe y que no reconocemos en el otro, sea porque en nuestra mente “el valor se le supone”, como decían antiguamente a los que hacían el Servicio militar, sea porque en un afán de perfección solo vemos aquello que a nuestro juicio debe ser mejorado…eso sí, recordemos siempre bajo nuestros ojos, nuestra percepción, que no coincidirá nunca con la del vecino, ni tan siquiera con la de nuestros familiares más próximos por mucha afinidad que se tenga.

Deseo que el post que nos ofrece Andrea os inspire…y quizás, si tenéis tiempo, podáis tirar de alguno de los cabos que deja a lo largo del texto; puede ser una bonita excursión con película incluida.

El Sr. Fred Rogers, de voz suave, fue durante más de 30 años el creador y presentador de un programa de televisión para niños transmitido en los Estados Unidos, titulado Mister Rogers’ Neighborhood. En el programa abordó todo tipo de temas, incluidos aquellos que otros no se atrevían a abordar, como los miedos de los niños.

Rogers, de voz suave, pensó que hablar sobre los miedos ayudaría a los niños a lidiar con ellos. Su voz, cálida y pausada, estimulaba en los oyentes una sensación de seguridad, acogida y consuelo, por lo que su fama y la estima de muchas personas, niños y adultos, crecieron con los años.

Hoy diríamos que podía hablar con el niño herido que todos llevamos dentro, sintonizando con su sistema ventro-vagal.

Para obtener este resultado, el Sr. Rogers tuvo que practicar todos los días para no olvidar sus heridas y comunicarse con los demás con serenidad y autoridad, a fin de realizar la vocación educativa que había elegido.

En 2019, Tom Hanks interpretó al Sr. Rogers en la película A Beautiful Day in the Neighborhood (en Español: Un amigo extraordinario) que recomiendo con mucho gusto, especialmente para aquellos que han elegido una profesión de ayuda.

En cada episodio del programa, el señor Rogers, cantaba alguna canción, todas compuestas por él mismo, con un valor educativo y tranquilizador para sus pequeños espectadores y aquellos adultos que también se dejaban inspirar.

Uno de los más famosos capítulos, el primer episodio, contiene una declaración de amor por el niño que crece y que cambia a medida que crece: “Me gustas como eres -le dice el señor Rogers- exacta y precisamente como tú eres”.

El mensaje es claro: el valor de cada persona está libre de cualquier condición. En el análisis transaccional esto podría llamarse “bien incondicional”: estás bien como eres, independientemente de lo que tengas o de lo que hagas, o de cómo te transformes.

Creyendo que este mensaje es nutritivo para quienes logran, aunque sea con dificultad, sentirlo auténticamente en sí mismos, he decidido reproducirlo a continuación traducido.

Me gustas como eres;

Exacta y precisamente (como eres).

Creo que has salido muy bien

Y me gustas como eres.

Me gustas como eres,

sin una duda o pregunta

ni siquiera una sugerencia

Porque, me gustas como eres

me gusta tu disposición,

tu composición facial,

y con tu permiso,

lo gritaré a una estrella.

Me gustas como eres.

No quisiera cambiarte,

ni reorganizarte,

ni de lejos

Me gustas

M-E  G-U-S-T-A-S

Me gustas, sí me gustas

Me gustas, T-U, me gustas

Me gustas, me gustas como eres.”

Ojalá la mirada del Sr. Rogers se nos contagie al igual que ese estado de amabilidad. que procuraba ejercitar.

Como él, deberemos practicar cada día. Tenía sus mecanismos para procurarse ese estado porque nadie ni nada es perfecto. Si miramos desde la amabilidad y la gentileza  a los que nos rodean, estoy convencida de que los frutos de los procesos de cada quien serán como flores que alegren la campiña, ¿os apuntáis a mirar desde el corazón?

Luz y alegría

Tundra

Tundra

 

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Ideas en un tintero

La primavera tiene la habilidad de remover aquello a lo que la inmovilidad del invierno le ha dado una apariencia de paréntesis, de interrupción.

En invierno, quizás por el frío, quizás porque merma la luz, parece que disponemos de mucho tiempo para leer, elucubrar, construir futuribles y dejarlos en suspensión para cuando parece que hay más energía disponible.

Y llega la primavera, y nuestros ojos se reorientan hacia fuera.

¿Dónde queda todo aquello que nos inspiró y quizás incluso entusiasmó en las largas tardes de invierno, en las eternas sobremesas acompañados de un té, un café o un pastel de chocolate?

¿Dónde queda la energía que contenía ese plan que nos sobresaltó una tarde y que nos hizo volar con la mente?

En mi necesidad de buscar sentido a lo que nos pasa diariamente, me he creado un espacio donde van a parar todas esas ideas.

A ese espacio lo llamo mi tintero, quizás porque siempre me gustó escribir y me parecía mágico trasladar lo no dicho a palabras.

Las ideas, donde quiera que estén, tienen mayor o menor ventura en función del peso que empiezan a tomar; algunas, las más afortunadas, las escribimos y creamos una lista de: “pendientes de hacer” con lo que ya les hemos dado algo de presencia en nuestra vida, un peso; el resto, siguen nadando en el mar de Nun a la espera de que alguien las precipite.

Mi tintero suele contener un líquido fluido en el que las ideas se mueven esperando a que yo, en un ejercicio de elección, las saque de su encierro.

He observado que algunas tienen una fuerza y una energía intrínseca muy potente y es ella la que me llama insistentemente para que actúe, dejando así de formar parte de ese océano primordial para poder manifestarse en esta realidad.

Seguramente a vosotros también os ha pasado y después de algún tiempo, alguien os menciona una idea y pensáis: eso también se me ocurrió a mí…la diferencia fue que la energía de aquella idea en cada uno prende de forma distinta .Quiero pensar que, si abonamos y aramos el terreno sin prisa, pero sin pausa, poco a poco habrá simientes que brotaran.

Para algunos es francamente sencillo: piensan, sienten y hacen. Otros necesitan más tiempo, otro ritmo, el suyo; y qué magnífico poder reconocer la velocidad de cada uno y poderla imprimir sin culpa ni afán de comparación a lo que uno hace…

Y por eso os quiero preguntar, ahora que la naturaleza explota, ahora que desalojamos nuestros armarios de ropas pesadas, de cosas que ya no nos son útiles, ¿Dónde quedaron esas ideas? ¿Se diluirán por el camino? ¿Plantaremos esas flores en las jardineras de casa? ¿Escribiremos a aquel amigo con el que hace tiempo queríamos comunicarnos? ¿Nos robará algunas noches una idea que encarne en nosotros?

Es tiempo de dar puntadas en nuestra labor, tiempo de pintar con energía en nuestros cuadros, tiempo de ver en nosotros lo que deseamos ver en el mundo. El tiempo del silencio y de las ideas pasó, aunque llegará de nuevo como lo hace cíclicamente; más, si respiráis en el aire el perfume de la Vida nos dirá que ahora es tiempo de actuar…¿Nos ponemos manos a la obra?

Escúchate, toma alguna de aquellas ideas que se quedaron en el tintero y dales forma. Disfruta del resultado. En algunas lo verás rápido, respecto a otras…depende de aquello en lo que te embarques, saborea el camino, porque la idea no surgió para que tu vieses su fruto si no para que gozases en su proceso de creación.

Os deseo una primavera pletórica y entusiasta con aquello que abordéis y recordad que la Vida nos ofrece un montón de posibilidades para que disfrutemos de ellas .

Luz y alegría

Tundra

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Miradas

Nos encontramos de nuevo para compartir el relato de una de nuestras lectoras. Gemma nos envía un interesante relato; cuando lo leí, me vino a la mente la difícil comunicación que establecemos los seres humanos entre nosotros. Una comunicación llena de expectativas, de deseos que, a veces, trasladamos a los otros para poder ser felices…y, cuan hermoso y al tiempo cuan difícil es poder aceptar a cada quien en el proceso evolutivo que recorre.

Sólo un ejercicio consciente de atención y aceptación nos permitirá relacionarnos con el otro de una manera sana y enriquecedora para ambos, evitando trampas que tarde o temprano se cobran su pago.

Quizás alguna o alguno se haya sentido en la situación y la posición que describe nuestra lectora. Cada uno puede elegir cómo resolver la frustración de no verse correspondido en lo que necesita…ella eligió amarle de la única manera que él podía entender…adaptó su lenguaje.

“-“¡Mírame! Pero esta vez hazlo con el alma”.- Le dice ella juguetona, cogiéndole de las manos y haciendo un esfuerzo por atraer su mirada hacia sus verdes y vívidos ojos.

Él, atónito por sus palabras e incapaz de mirarla cómo ella demanda, flexiona los hombros y encurva la espalda, escondiéndose tras el muro que había construido para protegerse; quién sabe dónde, quién sabe cuándo, quién sabe por qué…

Ella, furiosa e indignada por sentirse solamente observada por unos ojos rebosantes de deseo por poseer su cuerpo, trata de calmarse inspirando profundamente, hasta caer en el éxtasis que el oxígeno del aire puro le proporciona por un breve instante. Suficiente dosis de paz interior como para abordarle de nuevo en su intento, hasta ahora fallido, de que la viera como Ser Vibrante, no como mujer objeto. Fija sus ojos a los suyos, conectando de nuevo con la esperanza y acariciando con destreza su espesa barba le repite:

-“¡Mírame! Dime ¿qué ves?”.-

Él, inexperto en el olvidado arte del amor, busca activamente en su mente (pero sin éxito) la manera de complacerla. Sabe que debería indagar en su corazón, pero le aterra acceder a ese lugar acorazado y remoto que un día le proporcionó tanta dicha y tanto sufrimiento… Y aún queriendo amarla de la única manera que ahora puede, con el cuerpo del deseo, se percibe atrapado y desbordado, sin saber gestionar la presión generada por su represión emocional en forma de sólido muro, el que le permite mantener la distancia necesaria para no implicarse, pero también el que le impide amarla como sabe que merece.

Ella, percibiendo que él está desmoronándose, sabe que solo tiene dos caminos: seguir insistiendo en su objetivo (el reclamo de un igual ante ella) con lo que conseguiría que el animal herido huya despavorido, dando tumbos de un lado a otro, sin rumbo fijo; o comprender sus limitaciones al gran coste de sentirse madre, pero no pareja.

Así que inhala de nuevo con profundidad, nutriéndose de la fuerza y la frescura del aliento divino y consciente de que el Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea, le mira dulcemente desabrochándose los botones de la camisa, contorneando sus caderas al ritmo de “Sad eyes” y dejando al descubierto todo su SER al desnudo…

Aun sabiendo que él tan sólo puede ver una nimia parte de todo lo que ella ES, le coge sus manos temblorosas y acercándolas a sus pechos, esta vez le dice con voz seductora:

-“¡Mírame!”-

Aunque en realidad ella piensa:

-“¡Á-ma-me!”…

NOTA: “Sad Eyes” es una preciosa canción de Bruce Sprinsteen que narra el empeño de un hombre por conseguir hacer ver a una mujer que la ama, que él es el hombre que le conviene y que jamás se rendirá porque está convencido de ello.

Hay una frase que pertenece al mundo jurídico pero que se puede extrapolar y que me gustaría traer a colación  que dice: “el que puede lo más, puede lo menos”; o en el mundo de la producción: “hay que ir a la velocidad del eslabón más lento de la cadena productiva”.

No quisiera que cayésemos en la trampa de poner en una posición de superioridad a ese que sabe más, ni al que es más rápido…a mi juicio, tiene que ver con la tolerancia del ritmo y el proceso del otro…si sabes que alguien está en primaria, no le explicas integrales, por que no puede entenderte, lo orgánico seria colaborar en que la comunicación fluyese con ese que en el fondo lleva unas gafas diversas a las nuestras para que no hubiese conflictos, ¿qué sentido tendría?

No os negaré que eso es arduo y difícil, nuestros egos con toda su abanico de recursos hacen acto de presencia y nos dificultan poder sentir y ser compasivo en cada situación.

Os dejo hasta la próxima ocasión, agradeciendo a Gemma su generosa participación y la reflexión que nos deja…¿Cómo adaptaré mi lenguaje para que la comunicación sea amorosa conmigo y con los otros?

Luz y alegría

Tundra

Una vida extraordinaria

Sentía el hormigueo como subía por su pierna izquierda; estaba despierto otra vez.

Hay quienes al despertar maldicen el despertador por cerrar ese paréntesis de suspensión en la nada que nos conduce a iniciar una nueva jornada de acción. No era su caso.

Hubo un tiempo en que quedarse en la cama remoloneando o intentando robar unas horas de sueño más a la jornada diaria era un caramelo goloso. No lo era desde que tomó una decisión. Una decisión inicialmente inconsciente que poco a poco fue tomando cuerpo y personalidad propia para iniciar una vida extraordinaria

¿Qué era acaso iniciar el camino de una vida extraordinaria? ¿Quizás conseguir algún premio renombrado? ¿Acometer alguna hazaña que luego pudiese llenar la columna de un periódico?

No buscaba tanta publicidad ni eco mediático y, su alma anhelaba ver más amabilidad en el mundo. Quizá ese sería su propósito, ser la amabilidad que quería ver en el mundo. ¡Menudo reto!…lo sentía como saborear una jugosa manzana.

Como todos los retos, uno empieza consigo mismo y se preguntó cuan amable era consigo al aterrizar en este mundo cada día, algo simple y sencillo.

Paraos a pensar en qué tipo de sonido utilizamos para despertarnos…si es que todavía utilizamos despertador…¿es un sonido que nos acompaña delicadamente? O por el contrario ¿es una llamada de corneta que se repite en diversos lugares de la casa estratégicamente colocados para garantizar que finalmente salimos de los brazos de Morpheo?

Se preguntó, cuan amable era con su cuerpo al despertar, cuan amable era al alimentarlo y procurarle aquello que le hacía bien, cuan amable era dedicándole un tiempo a escucharlo, a sentirlo, para darle respuesta.

Se dio cuenta de que escuchaba poco y era poco cortés consigo mismo…¿Cómo iba a ser amable con los demás si no era capaz de serlo consigo mismo?.

Se desalentó.

¿Cómo iniciar el cambio?

La naturaleza le inspiraba las respuestas y se las presentaba serenamente como aquella madre que espera que su hijo aprenda, poco a poco.

Cambió algunas mecánicas habituales, como la del despertador de feria que le obligaba a saltar de la cama; se empezó a decir frases afectuosas y alentadoras que pegó en el cristal del baño junto a un montón de caras que le sonreían y le decían: ¡buenos días!, ¡interesante mañana! Había también una cara agotada que le sugería: incluso si no has descansado ¿qué te puedes ofrecer y qué acto de amabilidad puedes llevar al mundo?

En el centro del espejo, un hueco; un hueco para verse a sí mismo, ver sus ojos y por supuesto, poderse afeitar.

Tenía cierta dificultad para comunicarse con la gente, así que se soltó con los animales y los saludaba o jugaba con ellos cuando se los encontraba, su lenguaje era más simple.

Se planteó por aquel entonces, si lo que se había dicho de la Torre de Babel, no era precisamente que la creación del lenguaje era lo que daba pie a tanta confusión y malos entendidos, tanta ambigüedad y medias verdades.

Tocaba su armónica en el parque cercano a casa, había decidido ser amable también con aquellos árboles centenarios que la municipalidad había tenido a bien mantener en el centro de la ciudad para proveerlos de un pulmón entre tanto asfalto… y a ellos ¿quien les dedicaba un pensamiento amable?

Imagino que desde entonces su vida ha dado un cambio y sobre todo debe haber coloreado el mundo con esa amabilidad de deseaba ver en él.

Seguramente no sale en las noticias, ni le dan premios con banda y remuneración económica…¿Acaso lo necesita? Quiero pensar que no, y que le fue suficiente soñar que algo era posible, independientemente del parecer de todo y todos aquellos que le rodeaban, creerlo y amarlo profundamente y ahora vive una vida extraordinaria.

¿Nos atrevemos a soñar la nuestra, a creer en ella y amarla siendo coherentes con nuestro sentir?

Este mes inicia la primavera…un nuevo comienzo, aunque todo empezó en la quietud del invierno. ¿Nos atreveremos a soñarnos?

Mientras siento cómo me rodea una atmósfera saturada con el olor de la resina tibia de los pinos en esta mañana de invierno, os deseo una maravillosa vida extraordinaria que os alimente el corazón.

Luz y alegría

Tundra

Tundra

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

…y luna llena

Hay afectos que dejan huella en el alma por que la forma en la que se transmiten tiene más que ver con el sentir que con el decir. Todos aquellos que han compartido o comparten sus vidas con seres de otros reinos, ya sean animales, plantas e incluso minerales (aunque pueda parecer mentira), con el tiempo sienten en sí una manera diversa de leer el ambiente. Relacionándote con ellos tienes acceso a   desarrollar una sutilidad que nos enriquece  y nos abre a la simplicidad y a la generosidad.

Os dejo con el relato que Elia nos comparte; el sentir de una partida… quizás tu hayas vivido también alguna y recuerdes el poso que dejó en ti aquella relación.

Llaman a la puerta, te miro, –no, todavía no, cariño– te cojo por debajo de tus patitas delanteras, te saco de mi falda y te dejo en el comedor suavemente encima de nuestra mantita de sofá, que huele a ti, que huele a nosotros.

Voy pasillo abajo:

– ¿Sí?

–Soy Ángel– Abro las dos puertas del portal por el telefonillo. Sube el ascensor.

–Gracias por venir. 

–Mujer, no faltaría más, sé qué es esto.

–Pasa, está en el comedor. Míralo, qué delgadito está.

–Moix, con lo que tú has sido. ¿A qué hora viene?

–Sobre las cuatro; sólo falta media hora…– Noto como al decirlo se me retuerce la caja torácica con un movimiento fugaz hacia adelante. Me yergo enseguida en reacción, a golpe de consciencia del momento.

 –Ven, vamos a la terraza con este solecito; qué calor más bueno. – Cojo a Moix y nos sentamos en el suelo.

–Ángel, hazme fotos con él, por favor. 

– Sí, claro.

Mi amado… No quiero perder ni un solo segundo llorando; sonrío y ya sólo existes tú. Los dos en el suelo, te miro, me correspondes, me abrazas por el cuello, tus felinos abrazos envuelven mi alma y noto cómo se apoyan en mi pecho para siempre; te hablo. Viene Denís, nos aborda con su cola y lame la tuya, se restriega por mi pierna, él también forma parte; alargo la mano izquierda y lo acaricio mientras te sostengo en mi regazo. Denís se va, nos deja a solas, creo que lo sabe.

El sol me acaricia la piel y calienta mis ánimos en este helado impulso hacia lo inevitable. Nos miramos unos instantes a los ojos y noto el clic de la inmortalidad en formato digital.

Me levanto, entramos en el comedor de nuevo, te dejo pasear, te miramos, te observo ir arriba y abajo, vas a beber, ¿ahora? ¿No será malo?

Pasan segundos, minutos. Suena el timbre de la puerta, ahora sí. Voy de nuevo hacia el recibidor. Abro las dos puertas por el telefonillo.

–Es Paloma, ya está aquí. Denís, ¡ven!– Encierro a Denís en mi dormitorio, no quiero que lo vea.

Cojo aire, abro la puerta de casa, entra la veterinaria. Entra el final.

Despejo la mesa del comedor, la luz solar nos acaricia atravesando el marco de la cristalera. Pregunto asépticamente cómo será el proceso; controlo, lo necesito, no quiero perder el norte: Moix no se lo merece. Llevo un tiempo preparándome para este momento, incluso en sueños; así que respiro hondo y sigo con las preguntas. Recibo las respuestas claras que me hacen decidir dónde voy a acompañarle y cómo.

Me siento en la silla más soleada, la que recibe la brisa otoñal que nos envuelve dulcemente. Te sostengo en mis brazos, tu cabecita en mi pecho izquierdo, tantas veces allá reposada, un gesto habitual y conocido; estás tranquilo. Noto a Ángel de pie a ese lado; su calidez me acompaña. Noto la dignidad de tu doctora en cada movimiento preparatorio.

Te hablo, te susurro dulcemente:

– “Moix, tu saps que t’estimo, tot anirá bé, ets el meu amor, t’estimo molt, Moix”. (Moix, tu sabes que te quiero, todo irá bien, eres mi amor, te quiero mucho, Moix) – Lo repito de las mil maneras que tú bien conoces. Mientras me miras, me hueles y no te mueves; sé que lo sabes, y te dejas. Primer pinchazo en el muslo izquierdo, una dosis de felicidad artificial. Miro tu carita, se te dilatan las pupilas y el verde del iris se te encoje; abres la boquita y me sacas la lengua repetidamente. Pregunto si es normal y qué significa.

–Tranquila, Elia, esto es como la morfina: ahora está en éxtasis, disfrutando. No notará nada más.

No dejo de acariciarte entre mis brazos, te retengo. Te buscan la vía para la inyección letal. Observo varios movimientos de líquido y dejas de moverte. Una nube de obligación me nubla el corazón; sé que es lo correcto, pero el dolor empieza a aparecer. Consigo seguir serena. Dejas de enseñarme la lengua. Dejas de mover el corazón, ¿dejas de notarme? La flacidez de tu cuerpo se abandona en mi abrazo, ya no estás. Paloma te coge, encima de la mesa te observa médicamente.

–Ya está.

MAS ALLÁ DE LA MUERTE

–¿Ya?–Me levanto mecánicamente sin dejar de mirar tu cuerpecito gris y blanco, inerte y desparramado por la madera de caoba de la mesa.

Ángel me abraza; empiezo a llorar. Un pañuelo, dos, tres, Ángel va en búsqueda de más Kleenex. Respiro con dificultad. El proceso sigue, ahora preparamos el cadáver. Esta noche vendrán a por él los encargados de la empresa enviada por el ayuntamiento.

Lo envuelvo con su toallita azul, luego el empapador de su trasportín. Voy en búsqueda de una bolsa de plástico, hemos de bajarlo al trastero, no quiero que Denís conviva ni un segundo con el cadáver, que los gatos lo huelen todo. El drama no hace falta que sea más grande de lo que ya será con su ausencia.

La mortaja está lista. Ángel lo sostiene. Denís sigue encerrado. Paloma recoge los instrumentos. Estoy desorientada. Enfilo por el pasillo, abro la puerta de la calle. Oigo sollozos. Me giro. Borbotones de lágrimas salen sin freno. Ya somos dos mujeres plañendo a Moix. Ángel lo sostiene con rigidez. Tres + 1 en el ascensor, bajamos.

Abro el trastero. Dejo el paquete mortuorio encima de la estufa. Cierro el trastero mecánicamente.

–Un buen día de sol, sí… – Ángel me abraza, sigo llorando. Me despido con el corazón agradecido.

Subo sola a casa, abro la puerta de mi habitación y sale Denís. Mi amado y fiel gatito. Lo abrazo con ternura. Llega la noche, llega la oscuridad, pasillo arriba y abajo de convulsiones y lamentos. “Reconec la meva condició d’esmaperduda i no ho puc controlar…” (Reconozco mi condición desangelada y no la puedo controlar…”)

Un duermevela me acompaña entre sábanas, esta vez sin presión felina. Me levanto a las seis, una luz de luna llena inunda la terraza, se aposenta en la silla y me mira con calor. 

–“Ets tu, Moix? ¿Ja has arribat? Gràcies, gràcies, gràcies per tot el teu amor i per aquesta escalfor d’estels eterns”. –(¿Eres tú, Moix? ¿Ya has llegado? Gracias, gracias, gracias por todo tu amor y por este calor de estrellas eternas).

Este trimestre es época de partidas…parece que el invierno invita, por un motivo u otro a los que ya no tienen que seguir por aquí, a tomar el camino de vuelta a casa.

Que la luz, que en estos meses gana minutos a la oscuridad, los acompañe en su camino de retorno mientras nosotros le sacamos jugo a lo que nos rodea sabiendo que formaron parte de nuestra historia.

Luz y alegría

Tundra

ROMA

Cuando leí el escrito que nos envió María Teresa, pensé en que todos tenemos un lugar en el cual se reconforta nuestra alma y al que volvemos para recomponernos cuando nos sentimos frágiles, faltos de energía o simplemente necesitamos un paréntesis. Para algunos será un lugar de vacaciones, para otros aquella cafetería donde se sintieron como en casa, para otros quizás la manta que los arropa cuando sienten frío…y hay tantos tipos de frío…

Es hermoso tener ese lugar que forma parte de nuestro recuerdo y que nos hace sentir seguros, no obstante, os quiero compartir algo y la reflexión que me hice algunos años después por si os puede ser útil.

Hubo un lugar en el que fui muy feliz y al que volvía mentalmente de forma sistemática durante mucho tiempo después, diciendo que había dejado allí parte de mi corazón.

Volví físicamente a ese lugar 10 años después. Aquel lugar, ya no era aquel lugar, había cambiado y yo seguía atrapada a la emoción que me vinculó a él y me pregunté: para qué seguía volviendo allí en mi mente, si aquel lugar era el de hacía 10 años, donde vivió la Tundra de hacía 10 años y habían sucedido cosas hermosas hacía 10 años. Esas “visitas” estaban obstaculizando vivir en el momento en el que estaba y donde estaba perdiéndome lo que sí estaba sucediendo.

Os confesaré que cuando me hago esas preguntas, no puedo obviar respondérmelas y, como no me escucha nadie, cosa que podría llevarme a querer dar una imagen impecable, tengo que ser sincera conmigo misma… y me encuentro con perlas preciosas en mi vida. A veces las siento como bofetones de realidad, pero acaban siendo momentos cruciales en los que no me queda otra que elegir si seguir en lo que ya no es o vivir lo que sí es. Lo que decida será lícito, si esa es mi elección, no obstante…¿me hará feliz cualquiera de ellas?

“Ciudad eterna, mi amor oculto, mi pasión, ROMA.
Creo que todo empezó en ese viaje, ese viaje en familia que no fue para nada tranquilo y placentero, pero en la mente de una niña de 8 años curiosa y sensible, causó estragos.
Fue un viaje en caravana, con unos amigos de mis padres, con hijos adolescentes que me ignoraban, sin malicia alguna pero,¡era lógico!, nada teníamos en común, yo era un incordio.
Vi cosas bonitas, “grandes”, interesantes, imponentes, “antiguas”. Para mí que fueran antiguas era súper importante.
Poder tocar el busto de un César del que no me importaba su nombre, pero sí su historia, poder reseguir con mis manos ignorantes su cara, me hacia estremecer, vibrar.
Lo recuerdo con tanta nitidez, que creo haber vivido un sueño.
¿Cómo podía explicar a mis padres que sentía placer al estar rodeada de tanta historia?.
Que me sentía diferente, privilegiada, afortunada.
Pensar que estaba pisando el suelo, respirando el aire, viendo un atardecer desde una de las siete colinas de Roma, tampoco recuerdo cual, rodeada de jóvenes parejas besándose, ajenas a las miradas indiscretas, me hizo descubrir entre otras cosas, de forma prematura, el placer, el goce, en esa ciudad.
Imaginar que una niña “de hacía 1.000 años”, como yo decía, pudo tener mis mismas sensaciones, mis mismos pensamientos, ver lo que yo estaba viendo, era suficiente para hacerme viajar, fantasear, me sentía feliz y me evadía.
Me evadía del caos, sufrimos un robo, un accidente, sufrimos a mi padre y su carácter.
Pero qué importaba eso, ¡estaba en el país más bonito del mundo! Vimos ciudades fantásticas, Florencia, Venecia, Pisa; visitamos pequeños pueblos tranquilos, vivimos la amabilidad de su gente.
Pero Roma fue única.
La Fontana de Trevi me impactó, tan grande, tan sucia, tan bonita, una pequeña joya escondida entre callejuelas ruidosas y caóticas. Era una fuente mágica; le tirabas una moneda y pedías un deseo, aún recuerdo con exactitud lo que pedí: “tener gemelos y casarme con mi primo”, mi tierno amor de infancia.
Por fortuna, mi moneda nunca llegó a permanecer demasiado tiempo en el agua. Había dos chicos en ropa interior pescando ávidamente las monedas, incluida la mía, que lancé con tanto ímpetu, pasión y fé.

Eso sí me impacto, pensé que esos chicos con sus calzoncillos de color indeterminado, que en algún momento habían sido blancos, su descaro, su simpatía, su delgadez, no se parecían en nada a las figuras masculinas que tenían a sus espaldas, tan bellas, tan rígidas, tan frías.

Sentí cierta lástima por ellos y en ese momento dejé de creer en la magia de la Fontana, pero no en la magia de la ciudad.
Una magia que sigue viva en mi.
En Roma me siento en casa.”

Con el deseo de que todos tengáis una Roma en vuestro interior en la que os podáis sentir como en casa, me despido hasta la próxima ocasión, no sin agradecer antes a María Teresa que haya compartido una experiencia que, sin duda, marcó un antes y un después en su vida y ocupa un lugar especial en su sentir.

Nos volveremos a encontrar el año próximo con la celebración de un nacimiento …pero eso será el próximo año.

Desde aquí utilizo las palabras con las que mi abuelo hacía el brindis en estas fechas: “Siempre como ahora y mejor, lo que Dios quiera”.

Feliz Navidad y una amorosa entrada en el 2023.

Luz y alegría

Tundra

Mundo de colores

Os presento el relato que nos ofrece una de nuestras lectoras.

Marisol nos trae la visión, nos trae el sentimiento y la Fe de que somos más allá de lo que vemos y tocamos y, a través de su reflexión podemos percibir cuan frágiles podemos ser a esas oscilaciones de la mente que ponen aleatoriamente colores y pueden condicionar nuestra vida.

La creencia de que cada día podemos elegir qué color nos ayudaría a que nuestra experiencia sea más armónica con todo aquello que nos rodea y la certeza de que dentro de nosotros están todas las respuestas si nos damos el tiempo y el espacio suficiente, me lleva a dejaros en sus manos.

Feliz entrada en el multicolor otoño.

Seguramente, a todos os es familiar la frase de: “las cosas se ven según el color de las lentes con las que las miramos”; y es cierto, porque depende mucho del estado emocional de la persona. Si nos sentimos bien, todo aquello que pasa por nuestro cerebro lo vamos a ver estimulante; en cambio, si estoy triste o de malhumor, lo veo todo teñido de un tono grisáceo donde no llega la luz del sol.

Me gustaría compartir mi punto de vista y para ello, voy a ponerle “entusiasmo”.

Con la atracción y mi entusiasmo, todas aquellas cosas que mis ojos pueden percibir las veré desde mi lado positivo.

En este universo en el que estamos acoplados lo vemos todo tan grande porque está muy cerca de nosotros y así lo percibimos. En cambio, si volamos en avión lo vemos reducido, y no digo nada de la diferencia que podría existir si subimos más alto. Sería tan pequeño el mundo que nos parecería como un punto donde solo se podría clavar un alfiler.

Desde este mundo en el que estoy quiero contaros algo de lo que me pasó hace algún tiempo, y, como no, darle algún colorido especial a este pequeño relato. Comenzaré hablando de los miedos, esos que nuestro mismo cerebro pone ante nosotros como una barrera; al sentir ese impedimento nos paramos para no enfrentarnos a esa circunstancia que, sin estar, nos asusta por lo que pueda traernos de sorpresa. Y aquí entro yo con mi sorpresa…

Ocurrió cuando pasé un año entero sin dormir, ya que con el más pequeño de mis hijos, desde que nació, no había manera de que durmiera tres horas seguidas por la noche. Ese miedo a no poder descansar me llevó a buscar una solución y me decidí a realizar algo diferente, con la intención de darle salida a lo que me preocupaba. Tomé esa decisión, sin saber nada del resultado final, y puse mi voluntad en aquel empeño.

Decidí que el niño dejara la cuna y lo acosté esa noche en otra habitación y en una cama igual que los demás. Y, ¡Oh, sorpresa ¡esa noche solamente se despertó a las cinco de la mañana, después de tomarse el biberón se volvió a dormir y no se volvió a despertar hasta las ocho o las nueve. Todo había salido perfecto. Pensé que podría haberlo intentado antes, aunque, tal vez, ese era el momento preciso para que sucediera.

“Queremos que pase todo

como nos lo proponemos,

tal vez, porque no entendemos

que no tenemos el modo.

Si estamos codo con codo

estudiando algún problema,

podremos ver el emblema

que nos muestre lo buscado

y si lo hemos encontrado

ya tendremos el esquema.

Estará solucionado

Si el miedo ya no nos quema.

Con esto quisiera transmitir, que todos los miedos se pueden superar, aunque alguno de ellos nos asalten y sorprendan en el camino. Todo es cuestión de pensar, y de buscar dentro de nosotros mismos esas ideas que nos aguardan hasta que decidimos hacer uso de ellas para nuestro beneficio y el de los demás, pues “alguien”, no sé “quién”, las pone en nuestro haber antes de nuestra existencia. Y, en ese “alguien” pongo al Todopoderoso que nos ha creado, llamadle como queráis; partiendo de la Fe que he recibido que convive junto a la Esperanza y el Amor.

¡Ah!, el Amor, ese Amor (con mayúsculas) que a todos nos envuelve.

En este mundo hay infinidad de colores y, hoy, en este campo tal vez cultivado de trigo donde crecen amapolas y en el que estoy insertada, resalto un poco su color rojo,  al que  hoy voy a añadirle unos tonos variados, como el rosa, el amarillo, el violeta,  acoplando todos los colores del arco iris ,así cuando lo miremos desde nuestro ángulo se entusiasmará nuestra mirada.

Todas, absolutamente todas las personas estamos acopladas como en un círculo perfecto en el que vivimos  y en el que cada persona ocupa un lugar, sin que nadie se lo pueda arrebatar.

Como ejemplo, con la imaginación, dibujaré una mesa redonda con un jarrón de flores en el centro, y todos sentados alrededor de ese círculo veremos la imagen diferente. Cada persona la verá distinta.  Cada cual verá la escena desde el ángulo, en el que está acoplado, y habrá diversidad entre todos los presentes. 

Esta imagen me facilita el poder escuchar a los demás y, al tiempo, poder comunicar mi  idea, porque de eso se trata cuando hablamos, de compartir.

Dicen que un círculo tiene 360º, o sea que serían 360 personas con su opinión. Y no digo nada si el círculo se ensancha tanto como para acoplar a todos los seres humanos.

No sabría decir el número exacto, pero sé que cada uno ocupa un lugar en el espacio, sin que nada ni nadie nos lo pueda arrebatar, porque así hemos sido creados.

Venimos a este mundo en libertad; en plena libertad para encontrar, hacer o imaginar desde dónde nos viene tan preciado regalo que, todos, buscamos para ser felices.”

Y aquí finaliza el texto que compartió con nosotros Marisol y a la que agradecemos su participación.

Hasta nuestro próximo encuentro os deseo luz y alegría.

Tundra

AMAPOLAS EN EL CAMINO -1

Llegó el mes de septiembre y con él, los inicios de un nuevo ciclo.

La vuelta al cole da el pistoletazo de salida a esos proyectos que se iniciaron en nuestras mentes en primavera y empezaron a ver la luz a principios de verano para que, madurados bajo el calor y el sol de estos meses, empiecen a mostrarse ahora.

Os propuse que compartiésemos espacio para enriquecer, con las experiencias de algunos de vosotros, aprendizajes, vivencias y sentires… porque cuántas veces hemos creído que algo que nos ha pasado o hemos sentido es único y, al compartirlo, surgen otros que responden: ¡a mí también me pasó!

En ocasiones, compartir las experiencias nos permite quitarle hierro, otras encontramos  soluciones conjuntas u opciones que otros encontraron y nosotros no vemos…En fin, que en mi opinión, compartir según qué cuestiones vividas en silencio y  que pertenecen a la esfera de lo íntimo  es generar un sostén, a veces inconscientemente percibido por quien pasa por una circunstancia parecida a la descrita… y ya no estás solo en tu experiencia, porque hay alguien que puso negro sobre blanco a aquello que tú estás viviendo.

Bien, pues con esa pretensión os sugerí: Amapolas en el camino.

La amapola tiene una connotación especial en mi vida. Es una flor que llama la atención creciendo entre los trigales y al tiempo es delicada y frágil. Vuestros escritos, a mi parecer, serán como esas amapolas: para algunos serán un mensaje que les recuerde que no están sol@s en su experiencia…y es que ¡otros pasaron por ahí!, y al tiempo son delicados y deben cuidarse como tales, porque ellos  son el reflejo de los sentires que sustentan nuestras relaciones y los que conforman nuestro álbum y la memoria de nuestra vida colmada de experiencias.

Ante todo, quiero agradecer a todos aquell@s que me habéis enviado algún texto, vuestro tiempo y apertura.

Para iniciar este nuevo año lectivo, os diré, cómo me sentí yo hace unos días.

Os lo explico breve, que estamos todos acelerados reubicándonos en nuestros sitios para afrontar una vuelta más  lo conocido: nuestro horario de trabajo, el gimnasio, las actividades extras programadas… aunque sé que hay algunos que decidisteis cambiar un poco todo eso.

Hace tiempo que toco mi caracola y hace unos pocos días, mientras la tocaba tenía la sensación de que llamaba a todas las Tundras que he ido dejando desperdigadas por ahí éste último tiempo: a la que le chifla bañarse y se quedó en la playa de la infancia, a la que salió a explorar varios fines de semana entornos desconocidos, a la que leía bajo los árboles o  a la que compartía abanico en estas tórridas noches de verano; las llamaba como el maestro  llama a los niños en el patio de la escuela para entrar en clase. Fue una sensación extraña y al mismo tiempo la constatación y la necesidad de estar toda yo en lo que estoy emprendiendo.

Será que como llega el otoño y la luz va disminuyendo mi Ser, empieza a preparase para lo que llega y empieza a poner orden.

Os propongo que aquello que surgió en mí al azar, lo hagáis vosotros conscientemente… Llamad a todos vuestros yoes para encontraros en otoño en el mismo lugar, allí donde estés, y desde ahí, emprender un nuevo viaje.

Nos volvemos a encontrar el mes que viene con uno de esos textos preciosos que comparten… mientras tanto, ordenemos nuestro entorno y a nosotros mismos…el viaje está a punto de empezar.

Luz y alegría

Tundra

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Los cuentos del agua

Vivía en un pueblecito, un personaje al que todos llamaban abuela María. La abuela María era conocida por todos por que había sido la antigua maestra de la escuela. Acostumbraba a llevar el cabello recogido en un moño y caminaba despacito por que sus piernas no podían hacer grandes esfuerzos, pero si mirabas sus ojos vivos y expresivos, parecía que les quedaba mucho por decir.

Acostumbraba a sentarse en un banco de la plaza mayor, a la sombra si era verano, y al solecito si empezaba a refrescar, y contaba historias a los niños; de hecho, era la mejor explicando cuentos. Sacaba del bolsillo de su delantal cualquier objeto que había recogido: una pinza de la ropa, un imperdible, un botón… y les proponía a los niños que hiciesen una frase bonita con él, continuando ella un relato de lo más inverosímil que alimentaba la imaginación de los niños. Sus cuentos estaban llenos de héroes que defendían la verdad y seres mágicos que, según ella, podían encontrarse en cualquier lugar del pueblo, si se llevaban los ojos bien abiertos. Para eso, para abrir los ojos interiores de aquellos niños, los invitaba a que los cerrasen; decía, que si las ventanas estaban abiertas había demasiadas distracciones y no descubrirían esa manera de mirar especial que ella les proponía.

Un día, al inicio del otoño, en una tarde en la que las hojas de los árboles planeaban suavemente sobre sus cabezas explicó el último cuento que se recuerda de ella.

El relato explicaba la vida de los habitantes de un valle muy bonito entre montañas donde se habían perdido las ganas de jugar y reír.

Los padres y madres de los chicos que allí habitaban tenían mucho trabajo en el campo, y los niños ya no salían a buscar lagartijas, ni ranas, ni sapos, ni explicaban nada cuando se sentaban a la mesa cerca de la chimenea a la hora de cenar.

Los chicos acostumbraban a sentarse en el empedrado que había detrás de la serrería cerca del río y dejaban pasar sin más las horas.

Entre ellos había una niña muy pequeña, a quien nadie prestaba atención. Observó aquella niña algo entre los matojos que se movía, y se acercó.

Se acercó, y pudo ver una niña como ella pero, algo distinta, tenía dos alitas. La niña, inocente como era, le preguntó cómo se llamaba y cuantos años tenía.

Tenía un nombre extraño: Nur, le dijo, y lo que más le sorprendió, parecía que tenía muchiiiiiiisimos años.

Era un hada, algo que no pareció sorprender a la niña y le contó que vivía en el bosquecillo que lindaba con el río.

Para celebrar tan agradable coincidencia, el hada le propuso a la niña ir a jugar juntas, a lo que ella preguntó: ¿qué es jugar?.

El hada abrió los ojos de par en par incrédula y le preguntó: ¿no has jugado al escondite? ¿Ni a sorprender a los animales en el bosque?, ¿No has jugado a ver la forma que tienen las nubes en el cielo?

La niña, sincera, le dijo que los chicos solamente se sentaban en el empedrado y que ella, como se aburría allí, iba a ayudar a mamá que siempre tenía muchas tareas que hacer.

Descubrieron juegos divertidos como jugar con las ranas que les hacían reír al saltar sobre sus barrigas desnudas, o imitaban los gestos de los ratoncillos de bosque.

Cuando volvió a casa a la hora de la cena, tenía mucho que explicar, pero allí todos estaban serios y no se atrevió a decir nada.

Pasaban los días y la niña aprendió a jugar, a reír… pero algo le preocupaba y es que, a parte de su nueva amiga secreta, todos en casa estaban serios y circunspectos.

Al hada aquello le pareció verdaderamente preocupante, así que le dijo que harían magia. Le pidió que llenara una botella de agua en la fuente a la que añadió una de sus alas. La agitó, y le dijo que se la diese a beber a sus amigos.

La niña andaba feliz hacia el empedrado cuando su hermano, en un arrebato, le cogió la botella y se la bebió toda de un suspiro dejándola a ella helada.

En su pensamiento surgió la reprimenda: ¡era para todos, no sólo para ti! …le decía en silencio.

Al volver esa noche a casa, su hermano estaba inusualmente comunicativo y hablaba por los codos. Nadie acertaba a entender qué pasaba salvo ella.

Al día siguiente, como es natural y ante tan espectacular resultado, la niña contó al hada lo sucedido y le pidió más agua…para el resto de los chicos que, al beberla, volvieron a casa transformados.

Tanta magia era difícil no compartirla, así que pidió más: para su madre, para sus tíos, para sus vecinos…

Al hada ya no le quedaban alas, y tardarían mucho en crecerle unas nuevas, así que le propuso disolverse en el agua de la fuente y cada sorbo que bebieran de allí transformaría sus vidas.

La niña no entendió bien lo que significaba disolverse en la fuente, pero convencida de que no perdería a su nueva amiga, accedió a la propuesta.

Nuestra hada salió del bosque y se sumergió en las aguas que alimentaban la fuente y, ¡oh sorpresa! Todo el pueblo empezó a sonreír, a bromear, a hablar mientras comían y a explicar historias alrededor de la chimenea por las noches.

Nadie supo del cambio, sólo la niña que iba cada día a la fuente a dar las gracias a su amiga.

La tarde en que la abuela María explicó este cuento, los niños del pueblo se fueron a casa pensando si en su pueblo habría alguna fuente mágica como la del cuento  de la abuela . Esa noche soñaron con caballeros, aventuras y seres que los mayores decían que no existían.

Durante una semana hizo muy mal tiempo, soplaba el viento, era desagradable estar en la calle y no hubo ocasión de volver a la plaza. Los niños echaban de menos los relatos de la abuela María así que el primer día que el tiempo acompañó, al salir de la escuela, se reunieron todos en la plaza esperando ansiosos otro cuento más.

La abuela María no apareció, de hecho, nunca más se supo nada más de ella. Encontraron su casa ordenada y la puerta abierta …todo un misterio.

Otro misterio alegraría poco después a los niños, pues al hacer obras en la plaza mayor, bajo el banco donde habitualmente se sentaba ella, salió un chorro de agua proveniente de un acuífero que cruzaba la plaza, hecho que fue aprovechado por la municipalidad para colocar una fuente.

A partir de entonces, se corrió la voz y los niños pasaban a buscar agua después del colegio diciendo que era el agua de la abuela María.

Las buenas lenguas dicen que aquellas aguas inspiraban las mentes de los niños, eran creativos y explicaban mil historias a la hora de cenar cuando se encontraban en familia.

Tanta fama llegó a tener la fuente de la plaza que se creó un concurso infantil en honor a la abuela María. Lo llamaron:” Los cuentos del agua”.

Fuese una leyenda o una casualidad, la inspiración había llegado a sus vidas a través de una fuente emblemática para que no se perdieran las sonrisas, los juegos y los relatos.

¿Qué aguas inspiran tu vida? ¿En qué aguas bebes?

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Desde mi balcón 4

¿Qué es vivir?

A raíz de una pequeña conversación con una conocida, a quien también le gusta escribir, se coló en mí esta pregunta.

Os trasladaré el hilo conductor de la reflexión con la intención de que compartáis si queréis y tenéis tiempo conmigo y con los que nos puedan leer, qué significa para vosotros vivir.

Veréis, la conversación se inició a raíz de cómo se buscaba el momento creativo. Algunos lo hacen en silencio, ella me decía: Tundra, para escribir, tengo que vivir.

Esa respuesta me hizo preguntarme qué era vivir para mí.

Hay una práctica común en el yoga y en el budismo y seguramente en otras disciplinas que propone centrar la atención en la respiración.

Cuando se práctica, sobre todo al principio, observas cómo tu mente está en todos sitios menos en la respiración, que es el objeto de la práctica, y delante de tal cuadro nos damos cuenta de que la mayoría de las veces nuestra mente está recordando lo que ya pasó o planificando lo que querremos hacer.

La mención de “aquí y ahora” que tan de moda se puso ya hace algunos años, se evidenciaba como algo no tan fácil de conseguir a pesar de la voluntad y la conciencia que se intenta poner al hacer el ejercicio.

La mente utiliza, de motu propio, una cantidad ingente de trucos para llevarnos lejos de donde estamos y captura nuestra atención a través de las emociones, a través de los sentidos. Observarla es espectacular, al igual que ver lo vulnerables que somos a ella.

Así que estamos de cuerpo presente y con la mente ausente.

En el mundo del yoga muchos la han asimilado a un mono, no es por que sí.

Mono

¿No os ha pasado en alguna ocasión que habéis saboreado más una experiencia recordándola o planificándola que en el mismo momento en que ocurrió?

¿Qué pasa entonces cuando está aconteciendo la situación?

En ocasiones me reconozco haciendo ese juego de saltimbanqui en el que una parte de mi cerebro está presente y otra programando que haré más tarde…así que, reconozco que no estoy toda yo allí viviendo lo que pasa y pienso en que hay una parte de mí que se perdió la vivencia, pasó detalles por alto, o interpretó con información parcial una situación porque no estaba del todo allí.

Normalmente no nos damos cuenta de eso porque llevamos una vida cuya velocidad de crucero, a pesar de ser considerada normal, no lo es.

Si soy capaz de darme cuenta y centro mi atención en la respiración, los días de más fortuna no salto hacia atrás y adelante como una pelota de ping pong en la línea del tiempo.

En mi caso, la naturaleza y la armonía que encuentro en la música o la lectura capturan a ese mono saltarín permitiéndome estar presente.

Tumbas

Viene a mi memoria un cuento que leí en algún lugar, en el que se relataba una imagen que tardé en entender, no ya conceptualmente, si no desde el punto de vista del sentir.

Se hablaba de un pueblo en el que había un cementerio donde en cada una de las lápidas constaba el tiempo vivido de los que estaban allí enterrados.

Alguien hicía la reflexión de que en aquel pueblo la gente moría muy joven, y es que, en la lápida, se reflejaba el tiempo que realmente habían vivido.

Cuando caí en la cuenta de la poca presencia real que en ocasiones hay en nuestra vida, siempre yendo y viniendo, corriendo y o yendo a contrarreloj, pensé qué pondría en la mía.

¿Sería quizás una recién nacida? ¿Habría llegado al jardín de infancia?

Desde entonces me esfuerzo, unas veces con más fortuna que otras, a recordarme dónde estoy.

Vivir cada momento, sin tener que revivirlo para saborearlo…difícil tarea con el ágil mono que vive en mí.

Quizás, en algún momento llegue a domesticarlo de forma que siempre pueda estar donde quiera estar. En este caso, ahora, aquí con vosotros.

Y para vosotros ¿qué es vivir?

Luz y alegría

Tundra

 

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STARGATE

Se llamaba Pablo y no tenía más que 7 años. Acostumbraba a merendar un sabroso bocadillo de chorizo, o mortadela, o jamón dulce en la cocina, sobre el hule estampado que protegía una mesa que había acompañado muchas conversaciones.

Pablo era un gran oyente. En su casa, lugar por el que pasaban unos y otros con mucha frecuencia por que su madre tenía siempre las puertas abiertas a todo aquel que necesitaba echar un ratito de cháchara, se cocían muchas cosas entre pucheros y mandiles, y él las presenciaba detrás de unas gafas que le permitían ver con más claridad lo que acontecía.

A diferencia de mamá, que era un torbellino inquieto, Pablo acostumbraba a llevar algún libro entre las manos. Sus preferencias eran los libros de aventuras y los tebeos en los que disfrutaba de un mundo de hazañas y peripecias que distaban mucho de su vida cotidiana.

-Niño, sal a jugar a la calle- le decía su madre después de que se hubiese comido el consabido bocadillo y su vaso de leche.

A Pablo, que por su constitución lo del movimiento le costaba un poco, no le nacía motivación suficiente para moverse del sofá o del sillón que había sido del abuelo, y que hacía ya unos años había quedado vacío. Así que mientras mamá centrifugaba por la casa y hablaba cual radio portátil ora con la vecina, ora con alguna visita inesperada, él se refugiaba en sus lecturas creando un paréntesis perfecto después de la jornada escolar.

Una de esas tardes, vino Luís, su vecino, a buscarlo. Les faltaba un jugador para el partido de futbol.

-Anda, vete a jugar con Luisito, hijo- le dijo su madre acompañando sus palabras con un movimiento que lo llevaba hacia la puerta de la casa.

Andromeda

A regañadientes, Pablo acompañó a Luis a un partido que poco le importaba. Jugó, sudó de lo lindo y se enfermó, postrándolo un enfriamiento en cama.

Silencioso como era, estar enfermo y en su habitación suponía estar en la gloria bendita. Tendría tiempo para leer. Su madre sólo lo interrumpiría para llevarle un zumo de naranja, o el antitérmico a la hora indicada, o para preguntarle por lo que le apetecía para comer. El resto de su tiempo era suyo.

En los primeros días en los que la fiebre lo tenía abatido y sintiéndose hervir por dentro pensó en el agua fría, y puso las manos sobre su vientre exactamente sobre el ombligo. Sorprendentemente, sus manos estaban heladas. El frío se coló en su ombligo y eso lo relajó; lo relajó tanto, que cayó en un estado de duerme vela en el que las sensaciones se hicieron tan reales que después no supo si lo que había pasado era cierto o lo había soñado. Mientras el frío relajaba su cuerpo, se sintió colarse a través de su ombligo como el que cae por un tobogán. Cogía velocidad como pasajero en un agujero de gusano de aquellos que salían en los comics y que, después de lo que creyó un suspiro, lo dejó suspendido en medio del universo. Estaba oscuro y al tiempo podía ver las estrellas. Se convirtió en un observador galáctico por unos segundos…unos segundos que fueron interrumpidos por una voz familiar que lo trajo de vuelta. Era su madre.

Estaba aturdido por la visión y la voz de su madre, que perturbaba la digestión de tan espectacular viaje.

Desde aquel día, sus visitas a la biblioteca se incrementaron, buscando imágenes sobre lo que había visto. Descubrió la constelación de Andrómeda, a Pegaso y a Orión en todos aquellos ires y venires buscando información…y empezó a mirar al cielo preguntándose que había allí fuera.

Con sólo 7 años, había hecho un descubrimiento monumental que le permitía desvelar otros mundos…Aquella espiral que se dibujaba en medio de su cuerpo tenía un para qué, igual que los pies le servían para caminar, su ombligo no era sólo un orificio donde se acumulaba la pelusilla del jersey o que limpiar cuando se duchaba, si no que se había convertido en una entrada a algo fascinante.

Agujero de gusano

Lo había conectado con su madre antes de nacer, según le habían enseñado en el colegio, y ahora, por casualidad, le había abierto una puerta al universo.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Desde mi balcón 3

Ese, también puedo ser yo.

Lo vi pasear, con su cuerpo inclinado, la mirada perdida en la profundidad de los panots de la acera, unos pies que a duras penas le acompañaban, cogido del brazo de su cuidadora y, una vez más, pensé: es@ podrías ser tu.

Era un anciano.  Hace quizás unos pocos años, seguramente caminaba erguido y seguro por esas mismas aceras; no necesitaba de un brazo al que agarrase, ni tantos afectos.

¿Os habéis dado cuenta que a medida que nos hacemos mayores hay ciertas cosas que pierden importancia y otras que pasan a ser primordiales? A veces una mirada, un saludo, un ”¡que guapo va hoy!”, puede alimentar más que un jabugo 5J ( Si el que lee este escrito no es español quizás no le sea familiar la expresión:” Un jabugo 5J”; es el mejor jamón que podáis encontrar en el mercado.)

Hubo un tiempo en que la vida me ofreció la oportunidad de tratar con mucha gente, y fue durante un largo período. Aquella fue una buena escuela, aunque no siempre supiera entender para qué.

Creo que a día de hoy voy cogiéndole el hilo a esta suma de casualidades en mi vida.

Cuando alguien entraba por la puerta me decía a mí misma: Tundra, es@ puedes ser tu, y eso me llevaba a entablar una relación muy distinta con aquella persona, por que si esa persona puedo ser yo, debería tratarme con Amor, ¿no?

Pues os confesaré que no siempre acertaba con el brebaje, aunque dicen que la práctica hace al maestro y con el tiempo los ingredientes se redujeron a uno.

Cada una de aquellas personas se acercaba en el estado y en la condición con la que estaba viviendo o lidiando.

Y así, si alguien se nos mostraba víctima de cualquier situación, me preguntaba qué necesitaba yo cuando en ocasiones había estado en esa posición. Lo mismo pasaba si el que venía estaba airado y, me preguntaba qué lo estaba sacando de sus casillas y qué necesitaba para salir de ese enojo. En general, las contestaciones que me daba eran: necesita afecto, comprensión, necesita una mano que le indique que no está solo…, respuestas que me hubiese dado a mí misma si hubiese estado en su lugar, al fin y al cabo, todos podemos pasar por cualquier circunstancia por inverosímil o lejana que nos pueda parecer. ¿Acaso no somos todos humanos?

Debo reconocer que por allí también pasaron personas cuya calidad humana era envidiable y me recordaba la bondad que también todos llevamos dentro y que podemos ofrecer no sólo en circunstancias donde es evidente que se necesita, sino también en aquellas en las que no parece tan necesario.

Aquellos otros eran como un paréntesis, y recuerdo unas miradas serenas y profundas que te conectaban con tu propio ser… o al menos a mí me lo parecía, y esos, también podían ser yo.

Hoy en día, cuando alguien en la calle o en el tren me pide alimento, doy al mendigo que llevo dentro. Si un niño espontáneamente me saluda, le guiño un ojo en señal de complicidad; si veo a alguien taciturno, quizás decido respetar su necesidad de silencio y ofrezco una mirada amable…porqué quizás es@ pueda ser yo.

Después de mucho tiempo, entendí aquella frase que había oído tanto de pequeña : ama al prójimo como a ti mismo.

Os diré que observándome, me descubro en ocasiones, no amándome mucho o, ignorándome o, boicoteándome; por suerte, siempre me cruzo con alguien que me permite reflexionar sobre ello y darle un giro al timón, y ofrecerme y ofrecer a los otros un gesto de afecto.

 

¿Cómo me trato? ¿Cómo trato a aquel otro que se cruza en mi vida?

¿Nos serían útiles esas preguntas para cambiar las cosas? Aunque, pensándolo bien, quizás no tengan que cambiarse y sólo deban observarse, y mirarse desde otro prisma.

Ahí lo dejo por si queréis preguntároslo en alguna ocasión, a lo mejor os sorprenderá la respuesta que La Vida os devuelva.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Historia de un piano

Erase una vez un piano de cola que vivía en una mansión.

La mansión, gris y un tanto descuidada, había sido abandonada hacía ya algunos años, y tanto la construcción como el jardín que la rodeaba reflejaban la falta de un espíritu que las habitase y les diese vida.

A pesar de sus dimensiones y de su potencial, cuando se pasaba por delante de la verja, un tanto oxidada, que delimitaba el terreno que la rodeaba, pocos se paraban a mirar; llevar los ojos hacia ella era entrar en un estado de letargo y nostalgia pasada que los paseantes instintivamente evitaban.

Si entrabas en la casa, a la izquierda, en medio de un gran salón vacío descubrías un piano. La tapa superior del piano estaba abierta sostenida por un bastidor que parecía informar de que en algún momento había sido tocado y parecía como si súbitamente hubiese quedado huérfano. Sus teclas estaban cubiertas con un fieltro verde, cubierto también de polvo.

Las casas abandonadas tienden a ser invadidas lentamente por otros seres, plantas y animalitos varios que buscan el calor y el recogimiento en el invierno o un lugar seguro donde procrear en primavera, y aquella casa no era distinta.

Descubrieron, por fortuna, unos ratoncillos un recoveco por el que colarse a través de la puerta del jardín. Digo por fortuna, por que la invasión de los ratoncillos supuso un cambio que pocos podrían haber sospechado.

Los espacios que recorrieron aquellos ratoncillos antes de descubrir el piano eran inmensos, pues inmensa era la casa llegando, finalmente, a la sala donde se podía descubrir al instrumento, solemne, de cola, abierto y… lleno de polvo. Ante tan impresionante visión, algunos, temerosos, lo miraban de lejos; no obstante, un par de intrépidos se aventuraron a escalar por él y a pasearse por su superficie. Quizás podrían hacer allí su nido. Por su temperamento inquieto, los ratoncillos, iniciaron un juego en el que se deslizaban, después de coger carrerilla, por la superficie de la tapa que cubría las teclas. En ese juego inocente se precipitó uno de ellos cual bola de nieve que rueda ladera a bajo, sobre el fieltro que las cubría, abriendo la caja de los truenos, pues sonaron un seguido de notas que se oyeron hasta el otro lado del mar.

Inmediatamente, todos se escondieron ante tal estruendo, pero al ver que no pasaba nada, repitieron la experiencia saltando sobre el teclado y descubriendo sonidos armónicos e inarmónicos en ese juego saltarín.

Mientras descubrían los sonidos de todas aquellas notas, iban desempolvando el piano adormecido que se liberaba de un gran peso creando imágenes en el aire que, instantes después, desaparecían.

Un día alguien pasó por delante de la casa, y oyendo el sonido de las teclas del piano abrió la cancela, llena de herrumbre, y entró en ella.

Por supuesto, nuestros tímidos ratoncillos, al oír el chirriar de los goznes de la puerta se escondieron, observado curiosos al intruso que se paseaba por toda la casa.

Como no, llegó a la habitación del piano y allí lo descubrió…lleno de polvo…lleno de polvo, y lleno de señales de patitas por todos lados.

Sorprendido ante el descubrimiento, abrió las ventanas, dejó que la luz ocupara la habitación y se sentó a tocar el piano.

No sonaba mal.

Salió decidido. Esa sería su casa. Habría que ponerla en luz, limpiar, pintar, decorar…un proyecto que abordar con energía, sin prisa, pero sin pausa.

Así que nuestro pianista compró la casa y actualizó cada una de las estancias, así como el precioso jardín que la rodeaba, no sin esfuerzo, pero con ilusión por la visión que lo empujaba.

Reparó las cañerías que inundaron la cocina; sustituyó los cables que se habían quemado y todas las tardes, al ponerse el sol, tocaba el piano entre pinturas y herramientas.

Después de algún tiempo, no pudo creerlo, un día amaneció y se dio cuenta de que, lo importante estaba hecho, así que disfrutó de su música matinal que se armonizaba con el canto de los pájaros que habían ido trasladando sus nidos a su jardín.

Los ratoncillos, encontraron un lugar donde esconder su nido y poder disfrutar de la música que, ahora sí, salía de un piano afinado y vivo.

El propietario nunca los buscó, aunque sabía que estaban en algún lugar; gracias a ellos había descubierto la casa y había llegado hasta el piano.

A veces, la vida, pone ratoncillos en nuestro camino para despertar aquello que está abandonado y precisa ser rescatado.

Y quizás, si les prestamos atención, llegaremos a nuestro piano y abriremos las ventanas de nuestra casa para que la luz la inunde llenándola de música.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Desde mi balcón 2

Saborear o no saborear, esta es la cuestión. Una oportunidad en la nueva normalidad.

Sabemos que la vida nos ofrece múltiples posibilidades y que depende de nosotros el enfoque y el uso que damos a las mismas. A veces, la vida viste esas posibilidades de formas que nunca hubiésemos imaginado y no sabemos qué hacer con ellas.

Desde mi balcón puedo ver como estos días una gran mayoría de gente pasa por el supermercado en busca de viandas con que surtir una mesa distinta a la habitual y que compartirá con los que quiere; eso me ha llevado a pensar en un acontecimiento que hasta ahora era poco frecuente pero que, a día de hoy, forma parte de esta nueva “normalidad”.

En los últimos tiempos muchos han sido los que han perdido el gusto y el olfato con motivo de este virus que nos acecha en cada esquina y me preguntaba:  en qué podía enriquecer nuestra experiencia de vida la pérdida de dos de nuestros sentidos. Os comparto mis reflexiones.

Sabores y olores

El primer pensamiento que me surge, como quizás a la mayoría, es el de que no podemos disfrutar del sabor de un buen guiso o del agradable olor de un perfume impidiéndonos, por tanto, disfrutar de algunos placeres básicos de nuestra vida y que ocupan gran parte de nuestra energía y tiempo.

Preguntadles a los que han estado o están en esa tesitura cuan valioso les pareció poder recuperarlos después de algún tiempo y poder disfrutar de nuevo de los sabores y de que las comidas dejen de saber a nada.

Ese pensamiento me conducía a un ejercicio de humildad, me explico: en esta vida somos usuarios, esto es, estamos de paso y todo aquello que nos rodea se pone a nuestra disposición para enriquecer nuestra experiencia. Los sentidos no son muy distintos de cualquier otra cosa que tenemos a nuestro alcance, pareciera que viene incorporado de serie, y sólo aquellos a quienes se les imposibilitó el disfrute de alguno de ellos, o tienen a alguien cercano con ese tipo de carencia, pueden calibrar lo que su falta significa y que el resto damos por sentado.

Así que, por un lado, una experiencia así nos permitiría caer en la cuenta de una obviedad que pasamos por alto cada día: todo de lo que dispongo hoy, no necesariamente estará mañana, por lo tanto, estaría bien valorarlo y dar gracias por poder disfrutar de ello

GRACIAS

Otra reflexión a la que me lleva este tipo de “accidente” en nuestra vida es a relativizar la experiencia de nuestra percepción y qué interesante me parece eso, veréis: la realidad nos viene informada prioritariamente a través de nuestros sentidos y con la información que ellos nos aportan nosotros le damos significado a nuestro entorno y tomamos decisiones, algunas básicas y muy importantes como por ejemplo si algo que vamos a ingerir está en buenas condiciones o no.

Si te sumerges en una experiencia así, esto es, pierdes el gusto y el olfato, también te puedes dar cuenta de cuan vulnerables somos estando a merced de unos sentidos que pueden estar alterados, cuya percepción puede ser errónea y que nos pueden llevar a un dibujo de la realidad también sesgado o equivocado, así que pienso: ¿seguro que lo que percibo es lo que es?

El mero hecho de planteárselo creo que te abre innumerables puertas desde las que explorar y que nos sacan de esa certeza en la que en muchas ocasiones vivimos buscando una seguridad inexistente.

Pratyahara

No quiero cerrar esta reflexión sin hacer un último apunte, una última mención: Patanjali, un sabio indio conocido en el mundo del yoga por haber descrito los ocho pasos en el camino hacia la visión del alma (el óctuple sendero del yoga), hablaba del Pratyahara como el estadío en el que se busca neutralizar la información proveniente de los sentidos externos para llevar nuestra atención a lo que sucede en nuestro interior.

De forma muy burda, y quizás por casualidad, pensaba: ¿por qué no aprovechar una ocasión así, en la que parte de nuestra energía no se tiene que dirigir a procesar la información que viene de fuera para dirigir nuestra atención hacia nuestro interior? Podría ser un bonito regalo que nos permitiría reanudar nuestra vida más sabios y porque no,  podría ser el inicio de un descubrimiento: la apertura de la puerta del mundo interior…no obstante, esa es una opción que le corresponde a cada cual.

Con el deseo de que alguna de estas reflexiones nos permita salir de la inercia en la que a veces estamos sumidos, os dejo hasta la próxima ocasión.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Camisa de seda

Lucía vivía en una aldea, una aldea en un lugar recóndito en el interior. Una aldea lo suficientemente pequeña como para que todos supiesen de todos y, en ese trasiego del vivir no se sintiesen solos.

El paisaje que la rodeaba no era seguramente muy distinto del que os podéis imaginar. Viviendo en el interior como vivían, los rodeaba una naturaleza abundante que cambiaba de color en cada estación del año y les ofrecía distintos frutos que llevar a la mesa: ora unas fresas, ora unas castañas.

Lucía había heredado la profesión familiar, era lavandera. Las mujeres iban al río después de recoger la ropa de varias casas, y recorrían la avenida de árboles que llevaba del centro de la aldea hasta la sinuosa curva con la que el meandro del río les había favorecido en su devenir por aquellas tierras, y por donde las aguas discurrían a ritmo de swing, esto es, alegres pero no arrolladoras, permitiéndoles hacer su tarea con seguridad.

Meandros del río

Mientras era chica, a Lucía le parecía que aquella era una tarea muy divertida. Ayudaba a mamá y a otras mujeres a recoger las ropas de las otras casas, cargaban sus burros y en una dicharachera caravana veía como se dirigían al rio, lugar que sólo pudo visitar con ellas cuando cumplió los quince.

Antes de eso, se le antojaba que lo que debían hacer en el río debía ser un muy especial por cuanto no permitían a los niñ@s más pequeños acompañarlas.

Los pequeñ@s iban a la escuela y las veían partir en su romería diaria hacia su destino, cuando salían a la plaza mayor en el recreo, alrededor de a las 10:30 de la mañana.

Las mujeres, no se levantaban tarde, bien al contrario, se levantaban poco antes de que despuntara el sol; preparaban los desayunos, organizaban sus casas y comenzaban a prepara la comida de medio día con el fin de que el tiempo no se les comiese en sus quehaceres.

Sus cocinas olían a pan caliente recién horneado, a sofrito de cebolla y ajo, a potaje que se cocía lentamente sobre el fuego del hogar. Aquel fuego debía ser avivado cada mañana pues, durante la noche su flama se había ido consumiendo y solo se podía reparar en los rescoldos que conferían al espacio una atmósfera suave y tibia.

En todas las casas había alguien que se encargaba de aquella tarea, una tarea que, por obvia y necesaria, nadie ponía en valor pero que todos echaban en falta si desaparecía.

Así que aquella excursión diaria de algunas mujeres al rio a Lucía se le antojaba especial.

Era así como lo sentía, así que al cumplir los 15 e iniciar su nueva labor, lo hizo con entusiasmo. Era enérgica y se disponía con orgullo a cargar los burros con la ropa, el jabón y la artesa (una tabla de madera con unas ondulaciones y contra la que restregaban la ropa) así como a preparar el tentempié que llevaban consigo.

Las mujeres salían del pueblo en plena cháchara saludando a unos y otros y al llegar al río se afanaban en sacar lustre a una ropa, en muchas ocasiones, un tanto ajada.

Al principio, y para que se fuese acostumbrando a la tarea, frotaba sólo algunas piezas, sus brazos no estaban preparados para más, pero con el tiempo, se puso de lleno, no tardando primero en agrietársele las manos y luego encallecérsele mientras sus brazos cogían una fuerza que ya hubiese querido un pugilista.

Mientras, se quejaba a su madre: madre, las manos se me están volviendo ásperas, la piel dura y me duelen; a lo que su madre sonreía y tomaba la crema de caléndula aplicándosela con suavidad por las manos como cuando recibía una caricia infantil.

En el río, las mujeres hablaban de todo y de nada, porque no había novedades todos los días, aunque siempre había alguna que sacaba tema de conversación de debajo de las piedras

Lucía, que después de algún tiempo había dejado de ver con entusiasmo una tarea tan ardua, dejó de sumarse a las dicharacheras conversaciones y empezó a mirar, y el mirar la llevó a observar.

Observar no es una tarea fácil. Observar implica mirar y que ese mirar tenga un tanto de comprensión dejando de hacer las cosas por inercia o al tun tun. Así que se abrió un basto mundo de exploración en aquel trabajo que se había convertido ya en rutinario.

El mayor descubrimiento lo hizo un día pasando por la avenida de árboles que, a lado y lado del camino las acompañaban en el tramo desde el pueblo hasta el río.

Observando las cortezas de los árboles, se le antojaron señoritas, a cuál más divertida. Una parecía tener cara pícara y parecía decirle cada mañana: “buenos días salá”, otra mantenía una postura elegante y risueña, otra, parecía reírse del mundo, otra parecía tener ojos inquisitivos, mientras que otra parecía bailar dentro de su inmovilismo.

Sus cortezas, ásperas como la de los pinos, parecían esconder un secreto que ella estaba empezando a descubrir.

No comentó nada con las mujeres e internamente llamó a aquel tramo: el camino de las doncellas.

A partir de aquel día su caminar fue distinto, intentando encontrar un lenguaje a aquello que no tenía palabras.

Una mañana, su madre le preguntó: -¿Lucía qué has visto en el sendero que, cuando entramos en el paseo de los árboles sonríes? Te he observado varios días y siempre cambias tu expresión cuando llegamos allí-.

Lucía le explicó lo que había observado y su madre sonrió como el que escucha una historia conocida.

El camino de las doncellas

Aquella mañana, su madre anunció algo al resto de lavanderas: mujeres, Lucía es una Salma.

Un montón de vítores y aplausos acompañaron la noticia. Las mujeres dejaron de trabajar y secando sus manos en los delantales se acercaban y la abrazaban, o le pellizcaban las mejillas felicitándola, desconcertando a la inocente Lucía.

Aquello debía ser bueno, pero ella no entendía nada. Luego se lo explicaría su madre mientras se aplicaban  en las manos por la noche  la milagrosa crema al amor de la lumbre.

-¿Sabes lo que significa Salma?-

-Mira, Salma es una palabra que viene de la lengua de aquellos que vivieron aquí antes que nosotros y no sé de qué manera ha llegado a nuestros días. Significa mujer de paz.

En fin, nunca pensé tener una salma en casa, es un honor.

-Mamá y ¿por qué es tan especial ser Salma?-

-Cariño- dijo su madre -No todo el mundo puede ver el interior de las personas, ¿sabes?

-Pues yo no creo que sea nada especial -dijo Lucía… de hecho, deberíamos poder verlo todos: lo amable que es Juan, aunque a veces se muestre arisco; lo cuidadosa que es Amalia, aunque en ocasiones sea esquiva, lo generosa que es Carmela aunque a veces nos mire por encima del hombro…

-¿Sabes mamá? Creo que no lo ven porque no se lo ha enseñado nadie- y se quedó pensativa.

-¿Y si aprendo y lo enseño en la escuela? ¿Me dejará la maestra?-

La niña estaba entusiasmada con su nuevo objetivo mientras la madre veía como lentamente una de las lavanderas dejaba el oficio para hacer algo nuevo.

Solo sabía mucho la vieja del risco que hablaba con las hierbas, así que dejó que la visitara para aprender, a escondidas de su padre que lo hubiese tachado de chifladura de mujeres.

Sueños

Con el tiempo, Lucía se incorporó a la escuela local en calidad de maestra. En su primera clase les preguntó a sus alumnos:

-¿Queréis aprender a leer?-

-Y ¿a hacer cuentas?-

Los niños afirmaban con la cabeza.

-Pues aprenderemos todo eso y algo mucho más importante- les dijo Lucía.

-¿Qué podía ser más importante para tener un buen futuro que leer y llevar bien las cuentas?- le preguntaron los niños.

-Aprenderemos a ver la camisa de seda que todos llevamos dentro-dijo ella.

Desde entonces, pasan cosas en el pueblo, cosas que tienen que ver con cómo se valora a cada uno: Alejo pasó de ser el glotón zampabollos a ser el “gourmet”. Años después se convirtió en cocinero alegre y, no veáis cómo se llena el merendero de gente y de aldeanos de los pueblos contiguos. Eva pasó de ser un bicho inquieto al que se le llamaba la atención, a apodarla la mariposa azul, por la cinta que siempre llevaba en el cabello. Hoy es la que trae las telas de moda de la capital y con ayuda de Carmen, manos de ángel, confecciona los vestidos y los trajes de los lugareños.

Sabían leer, escribir y hacer cuentas y, algo que les permitió verse y reconocer en los demás su camisa de seda… Y así cambió el mundo dibujando sonrisas.

Camisa de seda

Dedicado a todos los maestros o a los que como ellos enseñan a niños y a adultos lo más importante, a SER y a mostrar quienes realmente somos. Por eso, ¡GRACIAS!

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Desde mi balcón_1

He pensado en compartiros algunos descubrimientos o reflexiones que alternaré con los cuentos, como el que ya os hice llegar el mes pasado.

Las reflexiones, las haré desde mi balcón, otra metáfora … aunque en esta ocasión sea un trampolín real. Con el deseo de que nos sean útiles.

Inspiración

Soy especialmente sensible al ruido. Disfruto paseando por la naturaleza sola y a poder ser en aquellas horas en las que sé que no encontraré a nadie. Me deleito escuchando el murmullo de las ramas de los árboles en su vaivén; escuchando a los pájaros que, de vez en cuando, ponen su nota de color a un cuadro sereno, o el crujir de los arbustos que me informan de que no estoy sola.

Me diréis: Tundra, gracias por la descripción, pero, y esto ¿en qué me puede interesar a mí, a parte de conocerte mejor, si es que eso puede ser interesante?

Os quiero compartir algo que descubrí y que me ha sido útil en los últimos tiempos con el único deseo de que, a lo mejor, quizás, también os pueda ser útil a vosotros.

Desde mi balcón, y no vivo a pie de calle, puedo oír un montón de cosas: los coches que pasan con la música a todo volumen en un intento de compartir composiciones que nada tienen que ver conmigo (o no tenían…luego te explicaré por qué), las conversaciones que tiene la gente (si supieran de lo que se entera uno…quizás hablarían más bajito). Lo cierto es, que tengo tendencia a sentir todo eso que escucho como una molestia innecesaria en mi vida diaria.

La primera reacción es contener, es como hacer que no escucho, pero paralelamente, hay una parte de mí que representaría físicamente como una vasija que empieza a llenarse. En ocasiones me distraigo por el camino, como el perro que encuentra otro hueso más interesante y abandona el que tenía en la boca, y esa vasija no llega a llenarse, pero en otras, la vasija llega a colmarse y de repente se convierte en un pequeño incendio que sube desde las entrañas, pasa por el pecho y llega hasta mi cabeza donde algún sicario surge de la oscuridad y saca la recortada con intención de eliminar de la faz de la tierra aquello que me está perturbando. De hecho, cuando eso pasa, y debo reconocer que pasa con más frecuencia de la que me gustaría, mi mente idea las mil y una buscando soluciones drásticas a la situación. Soluciones como:

  • ¿y si les tiro un cubo de agua?
  • Me quejaré al ayuntamiento…
  • Pondré carteles en los balcones con mensajes como: respeta el silencio nocturno.

… En fin, todo eso, como podéis imaginar, no sale de mí con un color suave y ligero, sale más bien con un tono rojo Ferrari que hace que me hierva la sangre y, como me crea mucha desazón interior, la calmo poniéndome el calzado deportivo y saliendo a la naturaleza que, gracias al universo, queda muy cerca de casa. Inicio mi caminar como un cohete en busca de la ingravidez para quedar suspendida en el silencio de nuevo y, el rojo Ferrari pasa a rosa, luego se clarea, la energía va mermando y finalmente me siento en una piedra y pienso ¿qué le pasa a este mundo? Menuda locura de sociedad…y, aquí viene lo que descubrí.

Ferrari rojo

Hubo un día, ese día, en que llegó a mí una idea peregrina. No sé de dónde salió, pero se coló en mi mente igual que se colaba toda aquella información que percibía y le di las gracias y sonreí.

Seguro que no os sorprende si os describo un anochecer en el que decidís poneros a meditar, por que lo habeis incorporado como hábito. Forma parte de las vidas de muchos y a veces, sobre todo al principio, uno se pregunta: ¿sirve para algo? Os lo aseguro, sirve, así que, si lo habéis incorporado a vuestra vida, no lo dejéis por mucho que en ocasiones os cueste poneros, sólo 5 minutos…a veces esos 5 minutos pueden cambiar vuestra vida.

Pues bien, estaba yo en ese contexto, todo muy zen, cuando empecé a oír como hablaban voz en grito, o al menos así lo sentía yo, algunas personas que estaban en una terraza cerca de casa. Eran las diez de la noche. Mi caldero empezaba a calentarse. Oía las conversaciones, palabra por palabra y, parecía que el cincel y el martillo iban golpeándolas en mi interior. Lo primero que surgió era: ¿no los espera nadie en casa?, parece como si fuesen las 12 del medio día en un mercado callejero.

Lo siguiente era culpar a alguien por permitir tener los locales abiertos hasta tan tarde.

Como podéis sentir, y si no os lo digo yo, estaba en la autopista cargando el Ferrari para decirles (eso sí internamente, por que me “educaron muy bien”) de todo menos bonito cuando se coló la idea peregrina: todo ese ruido que oyes fuera es el ruido que hay en tu mente; y el mensaje seguía: si te callas (mentalmente) se callarán ellos también.

Flor

La llegada de este pensamiento lo primero que hizo en mí fue parar la carrera en la que estaba entrando con mi Ferrari rojo, por que ipso facto me dije: ¡venga va! Y después se incorporó el juego…¿Hago la prueba y me “callo”?  Eso procuré, y como si el universo constatara aquella brizna que se había colado en mí, las voces que me estaban molestando se callaron o al menos, yo ya no las oía.

¿Os lo podéis imaginar? El siguiente pensamiento fue: ¡qué casualidad! y volví a escucharlos, en esta ocasión algo más bajito y, decidí seguir jugando, como los niños cuando se pasan el rato junto al interruptor encendiendo y apagando una luz como si fruto de esa repetición fuesen a descubrir por qué mágico mecanismo se ilumina la habitación.

Y funcionó, en cada ocasión.

Creo que al cabo de un rato se fueron, ya no presté más atención. Después de tantos años de leer sobre todas esas cosas llegaba a mi una experiencia muy útil. Sabéis aquello de:” no expliques cómo es una manzana a alguien que nunca la probó, dásela a comer y las palabras sobrarán”, pues así me sentí yo.

Lo cierto es que, desde entonces, no os engañaré, sigo oyendo las conversaciones, sigo oyendo los ruidos, y quizás me queje por ello, pero cada vez que el Ferrari arranca, recuerdo aquella idea peregrina que me visitó diciéndome: ¿Cuál es tu ruido mental?

Y te pregunto:

¿Tu también tienes un flamante Ferrari? ¿Dónde lo tienes aparcado : en tu mente, en tu estómago, en tu hígado? ¿Es gasolina o diésel? ¿Sabes por qué y cuando arranca?

Ahí lo dejo… Me despido hasta la próxima ocasión deseándoos luz y alegría en vuestro camino.

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Yo soy vaca; ella ardilla; tu mono

En cualquier país del mundo podemos encontrarnos con una familia tan singular como la que os presentaré. Os preguntareis por qué la califico de singular; pues bien, os daré una pista: nunca se habían mirado en las aguas del río. Lo comprenderéis más adelante, si no lo habéis adivinado ya.

Después de conocerlos, mi vida cambió. Quizás también cambie la vuestra.

Empezaré esta historia presentándoos a los miembros que componen esta familia.

Uno de ellos era una vaca. Como vaca que era, era un animal grande, lento, no parecía tener grandes aspiraciones; sin aparentes deseos a parte de alimentarse y descansar al sol; no parecía tener mayor preocupación. Al mirarla transmitía serenidad y reflexión.

Pareciera obvio que alguien que se mueve despacio, que escanea con la mirada lo que le rodea y hasta donde su flexibilidad le permite lentamente pueda transmitir serenidad y sosiego y, que todo el tiempo de que dispone (aparentemente mucho) le permita una cierta reflexión.

Y todo se desarrollaba a ese ritmo, donde todo tenía su tiempo: laaaaargo para disfrutarlo.

El otro miembro de la familia era una ardilla, ¿podéis imaginarla? La ardilla, pequeña, ágil y divertida subía y bajaba por las cortezas y entre las ramas de los árboles próximos recolectando todo tipo de frutos secos, semillas y algunos vegetales.

Su vida transcurría un poco más rápida que la de la vaca que la observaba ir y venir constantemente.

Ardilla le llevaba a Vaca lo que iba encontrando en el bosque, claro que, no todo podían compartirlo, pues su alimentación era muy distinta, pero sí compartían algunos bocados y también compartían largas conversaciones en las que Ardilla explicaba las novedades que había descubierto en su ir y venir, y Vaca hacía lo propio desde donde estaba, porque, a pesar del aparente poco movimiento, pasaban muchas cosas dentro de sí.

Y así fue hasta que llegó la prole y el prado cambió.

Ardilla y Vaca tuvieron a un pequeño monito.

En este momento os estáis preguntando cuan absurda es esta familia, ¿no es cierto? Nuestra mente nos está informando puntualmente: una vaca y una ardilla no pueden tener un mono.

Nuestra mente, como fiel testigo de lo que estudiamos, acaba de etiquetarlo como absurdo; y quizás la genética nos informa de eso, pero esto es un cuento…¿Por qué no abrirnos a esa posibilidad?

Cuando llegó el monito muchas cosas tuvieron que cambiar, cosas sencillas en las que antes no habían pensado porque cada uno hacía lo que necesitaba hacer respetando sus espacios. Así, uno se paseaba por el prado mientras el otro exploraba los árboles inmediatos que colindaban con aquel o, uno comía nueces mientras el otro pastaba a sus anchas.

Al llegar monito, tuvieron que alternarse para cuidarlo, pues era frágil y necesitaba ser alimentado y protegido.

Descubrieron que, a pesar de poder comer algo del pasto de la vaca, no le hacía bien comer siempre aquello, al igual que tampoco le hacía bien comer siempre frutos secos o semillas. Descubrieron también que, aunque podía caminar al lado de la vaca mientras paseaban por el campo, lo que monito quería era subir a los árboles como ardilla.

Aprendió de ardilla cómo subir a los árboles. Tuvo que descubrir cómo saltar de rama en rama pues, ardilla, lo hacía distinto y se sorprendió abriendo sus ojos de par en par al poder ver todo aquello que no se veía desde abajo y, así, empezó a ampliar su radio de acción.

Con Vaca disfrutaba conversando y explicando historias, con Ardilla descubría un entorno que empezó a hacérsele pequeño.

Vaca y Ardilla observaban al monito y se daban cuenta de que no podían predecir su comportamiento, ni lo que iba a pasar y no podían anticiparse a sus movimientos para evitarle los peligros que hay en todo bosque. Eso, empezó a ponerlos nerviosos, al igual que los comentarios que hacían tanto el rebaño de vacas, como la comunidad de ardillas.

Los primeros, se ponían nerviosos con tanto ir y venir, tanto subir y bajar rompía su tranquila vida en el prado desde donde veían los confines de su mundo.

Los segundos, no entendían porqué no recogía hacendosamente frutos y semillas para el invierno, por qué no trabajaba arduamente para construir su refugio en un árbol y así poder guarecerse de la lluvia o del frío.

Monito, que era muy sensible, percibía toda aquella incomprensión y se sentía solo a pesar de querer mucho a aquellos con los que convivía y de los que había aprendido tanto. No se sentía cómodo ni con el rebaño de vacas, ni con la comunidad de laboriosos roedores.

Hubo mucho tiempo de enfados por que unos y otros no entendían lo que monito necesitaba y su naturaleza le pedía.

Se oía constantemente a unos:

-¡No subas tan arriba, es peligroso!

-¡No te alejes!

-¡Quédate quieto!

-¿Me ayudas a encontrar semillas?

Monito, que ya dejaba de ser pequeño, habló un día con Vaca y le dijo:- Vaca, no me gusta comer contigo, no me gusta recostarme todo el rato, me gustaría explorar lo que hay más allá de ese bosque.

Vaca le dijo:

– más allá no hay nada. -Mira- le dijo Vaca, -si levantas la cabeza, ¿qué ves?-

-Yo veo el prado, el rebaño, el bosque que limita con el prado. ¿Ves algo más?

-No- contestó monito, -pero Vaca, ¿sabes?, tu ves sólo esto. Subes al cerro por el mismo camino cada día, mas yo he subido con Ardilla a los árboles y se ve un charco de agua enorme al otro lado del bosque, y otros bosques y otros prados. Esto es muy aburrido- concluyó.

Vaca estaba nerviosa, no sabía cómo ayudar a monito que se sentaba a su lado mirando a lo lejos con la mirada perdida.

Era intrépido y no podía evitarle los peligros que sabía que los rodeaban.

Si había otros lugares, también habría otros peligros para los que no lo habrían podido preparar y eso la inquietaba, porque lo veía inocente. ¿Acaso podría despertarse la astucia en él para sortear los peligros, o sería presa de los lobos en cuanto saliese de aquel prado?

Ardilla y Vaca lo querían mucho y mantenían muchas conversaciones intentando ver cómo podrían ayudarlo.

Un día, el viejo búho, al que todos acudían en busca de consejo cuando se sentían perdidos les dijo: – id los tres al río y no bebáis de sus aguas, sólo mirad.

Estuvieron largo rato los tres mirándose en las aguas del río y cada uno veía su cara, sólo su cara. De vez en cuando, monito se quejaba: – ¡qué aburrido! ¿Qué quiere búho que vea, acaso estos ojos grandes?, ¿estas orejas chicas?, ¿estos brazos largos? …

Al oír aquello, vaca dejo de mirarse y miró el reflejo de monito en el agua y se dio cuenta de que no era como ella. Obvio, ¿no?

Miró a ardilla, y se dio cuenta de que tampoco era como ella, aunque vivían en el mismo prado…y exclamó en voz alta:

– ¡Cáspita!, ¿cómo no me he dado cuenta antes? (le gustaba aquella palabra, se la había escuchado a algún humano y le parecía alegre, divertida y sobre todo, el reflejo de un descubrimiento de monumentales dimensiones).

Ardilla y Monito la miraron atónitos.

– ¿Qué has descubierto?

-Que no puedes comer lo mismo que yo, ni retozar en la hierba, ni rumiar …porque ¡no eres vaca! Y tampoco puedes seguir a ardilla, porque no eres ardilla, ¡eres mono!

– ¿Cómo te voy a ayudar a ser mono, si yo no soy mono?

– ¿Cómo lo va ha hacer ardilla, si tampoco es mono?

Vaca estaba entusiasmada con el descubrimiento. Llegó a la conclusión de que, por más que se esforzase, no podría nunca colgarse de una rama, ni ver los otros bosques y prados desde lo alto, porque simplemente a ella le correspondía comportarse de otra manera. Nunca sabría dónde podría llegar Monito pero ella no lo vería con sus ojos. Monito se lo explicaría, mas ella nunca podría seguirle, ni protegerle, ni anticiparse, porque sus destrezas y habilidades eran distintas. Sólo podría advertirle de lo que ella creyera prudente, prudente desde su lugar de vaca.

Ardilla que era rápida y lista, pilló al vuelo el mensaje de Vaca. Ella tampoco podría seguir a Monito. Quizás sí un tramo, quizás sí hasta la rama del roble centenario, lo que había después quedaba muy lejos de casa y, si iba más allá, no le seguiría. ¿Quien le recordaría que tendría que recolectar para no pasar hambre? ¿Quién le enseñaría a ser previsor? ¿A estar alerta y ojo avizor frente a las incertezas de lo que se encontrase?

Esa visión los alivió, más después de soltar la preocupación que llevaban, sintieron una nueva responsabilidad: tenían que encontrar una comunidad de monos que lo ayudasen a desarrollar sus habilidades para poder ser feliz. Esa sería su misión.

Agradecieron a búho su consejo. Él había augurado un futuro sorprendente para Monito, pero nadie había dicho que sería en aquel prado y junto a aquellos árboles. Nadie, nunca, dijo qué tendría que pasar para que el indómito e inquieto monito fuese el rey de su manada.

Encontraron un mono con el que descubrió un millar de posibilidades. Tuvo que caer de las ramas algunas veces, dar su brazo a torcer otras tantas y, poner los pies en el suelo con la misma seguridad con la que volaba en las alturas.

Hoy, monito, vive la vida que quiere. Descubre nuevas posibilidades, y experimenta con seres que, como él, se mueven entre el suelo y el cielo.

De vez en cuando, se deja caer por el prado y comparte sus aventuras con Vaca, que es feliz por que lo ve feliz y, juega con complicidad con ardilla en las alturas sabiendo que ese patio no es el suyo desde hace mucho.

¿Por qué no abandonar el sufrimiento y mirarnos en el río? ¿Vernos como somos y ofrecer a cada cual lo que precisa para poder SER fiel a su propia naturaleza y así ser feliz?

Dedicado a todos aquellos que en alguna ocasión se sintieron igual de perdidos que Vaca y Ardilla, o que son Monito, y no están cómodos en el prado donde viven.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

…Y después de la ola…

Cogí una pluma de gaviota en la playa. Ondeaba acariciada por una suave brisa una mañana muy temprano; se erigía firme, vertical sobre una arena húmeda y sorprendentemente mientras paseaba, la recogí.

Recojo algunas conchas, pero no acostumbro a coger plumas de aves, no obstante, lo hice por que vino a mí la romántica imagen de escribir con ella este último post. La tengo delante mientas os lo escribo en mi ordenador y recuerdo el cuadro que imaginé cuando la acaricié mientras mis pies deambulaban entre la arena y el agua de un mar familiar.

Ahora es de noche. A diferencia de otros posts, antes he salido a pasear por los campos cercanos al lugar donde resido. La noche es cálida y serena. En Los campos donde se plantó cereales sólo quedan los restos de la siega dorados y secos esparcidos sobre la tierra. La luna, espléndida en el cielo, no es perturbada por nube alguna. Huelo el sutil aroma de la cosecha recién recogida y pienso en los principios y los finales y que cada principio tiene impreso en su esencia un final y todo final lleva implícito el principio de otra cosa. Este post es el final de otro principio.

Los finales, no sé si por cultura o por carácter, en mi caso, van asociados a la nostalgia de lo que se pierde o se cierra y, le imprimo una languidez y una lentitud muy lejana a los principios que suelen ser enérgicos y entusiásticos.

Este cierre empieza con un agradecimiento hacia todos los que me habéis acompañado a ir desentrañando algunas cosillas en nuestras cocinas. Un agradecimiento a los entrevistados que nos descubrieron sus “secretos” por si nos podían ser útiles a los demás.Un agradecimiento a los que me inspiráis, a los que me aconsejáis y a los que ayudáis a que esto sea posible.

Nunca he pensado que se pueda hacer algo en la más estricta soledad, porque incluso cuando uno inicia algo aparentemente solo, hay muchos que le acompañan y que fueron labradores y sembradores de aquello que surge, pero en este caso la constatación de que sin todos vosotros no hubiese sido posible, es obvia. Por eso ¡GRACIAS!.

Cuando se finaliza un proyecto se tiende a revisar el progreso adecuado del mismo y si llegó a conseguirse el objetivo.

No lo haré.

Para cada cual habrá significado algo distinto, ojalá ese ratito de conversación con Tundra os haya traído algo más de paz, de serenidad o algún hilo del que tirar y con el que fui embastando este proyecto.

Cada uno puede valorar cómo se siente, si le sirvió, si quiere volver a oír alguno de los posts o de las entrevistas por que le llevó a algún lugar dentro de sí en aquel momento.

Y me pregunto, hoy, ahora, ¿cómo os sentís?

Me gustaría preguntaros si podéis cerrar etapas. Si podéis segar vuestros campos para poder plantar de nuevo la siguiente temporada. Si podéis sostener el tener vuestro terreno en barbecho durante un tiempo a la espera de que, recuperado, pueda volver a darle a las simientes que plantéis, la energía que necesitan para crecer y dar sus frutos.

Yo quise plantar una semilla a finales de agosto del año pasado, y parece que fue ayer…

Os confesaré que estoy feliz, feliz del camino que he andado, de la gente que nos ha acompañado y de lo que he podido vivir y aprender con vosotros; de descubrir este año un montón de soles iluminando cada esquina.

Ante la imagen que traía nuestro último entrevistado haciendo una metáfora de que estamos en un túnel oscuro, me sorprendo sonriendo y alzando entusiásticamente la voz: ¡no está oscuro, lo iluminamos cada uno de nosotros¡  y ahí sí, cogidos de la mano, no hay solución de continuidad y la luz no se apagará nunca, al contrario, brillará con más intensidad por que cada vez más somos conscientes de lo que realmente Somos.

Y me asalta una duda, y me pregunto,:¿habremos aprendido a soltar, a soltar aquello que ya no nos sirve, aquello que parece que forma parte de nosotros pero que no nos hace bien? Aquello, que yo llamo nuestro clavo al rojo vivo, que nos quema pero no abandonamos por que si no parece que no sabemos quienes somos.

Hoy al pasear de noche tenía dos opciones, volver por el mismo sendero por el que había hecho el camino de ida o volver atravesando un pequeño bosquecillo.

No os negaré que mi primera reacción ha sido dar media vuelta y volver por el camino abierto y visible entre los campos, pero algo dentro de mi ha dicho:

– Tundra, ese camino ya lo conoces, ¿por qué no explorar este otro? Respira a ver qué descubres.

He respirado y me he adentrado en un camino que impedía mi visión a medida que entraba y, he descubierto el olor de la resina caliente de los pinos que, sudorosos después de un día de calor, exudan entre los recovecos de su corteza y he sentido como mis pies se hacían propietarios de cada paso y como al salir de ese pequeño tramo oscuro, la luna volvía a iluminar el camino y me he sonreído a mí misma.

Sonreíros por cada pequeña decisión que os hace felices y os permite dar un paso más en el descubrimiento de quienes sois y, si en alguna ocasión os sentís faltos de fuerza, respetad vuestros tiempos hasta que hagáis acopio de energía suficiente para abordarlos o, pedidles la mano a otros para hacer aquello que queréis hacer, os sorprenderéis del resultado.

Recordad que sois el mejor chef de vuestra cocina. Hemos abierto armarios, hemos cocinado de formas diversas, hemos descubierto especies, músicas, colores, movimientos …disfrutad de esta experiencia de vida y compartidla con otros.

Deseo que nuestras conversaciones os hayan podido ser útiles.

Me despido sabiendo que volveré a escribir… por que si hay algo que me alegra el espíritu es el compartir con los que me rodean lo que descubro. Al fin y al cabo estamos todos en esta escuela para lo mismo…¿no creéis?

Empezamos nuestra travesía recordándonos que: “Somos maravillosos en nuestra esencia y que nuestra humanidad, es sólo una vestimenta”, no lo olvidemos.

Con una sonrisa, el perfume del jazmín y el agradecimiento de que hayáis dedicado vuestro tiempo a compartirlo conmigo, os dejo hasta la próxima ocasión, cuando quiera que esta aparezca.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Avanzar cogidos de las manos

Entrevista a Manel Bestraten

Este es un extracto de la entrevista que, en esta ocasión, hemos hecho en formato podcast. 

Espero que disfrutéis tanto de la entrevista como de la lectura.

Dejó de estar activo en el INSST por edad no hace mucho, pero no dejará nunca de trabajar. Siente que debe devolver a la sociedad todo aquello que le ha sido dado; para él, un privilegio no exento de entusiástico trabajo (semilla que plantaron sus padres en su infancia) creyendo que se puede mejorar todo aquello que nos rodea si todos nos ponemos a trabajar, convencidos de que es posible.

 

Manel Bestraten

Os presento a Manel Bestraten, gran profesional, fue Consejero Técnico del INSST,  gran amigo de sus amigos, facilitador por carácter, inspirador por temperamento, sencillo, firme, claro y risueño, alguien que sigue aprendiendo cada día. Hoy es el Presidente de MIESES Global.org.

¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

¡A quien no! Hay tantas cosas pendientes, que voy pidiendo por ahí arriba  (dice mirando al cielo) que me dejen una temporadita más por aquí porque me falta mucho todavía por hacer.

-¿Qué tipo de cocinero eres?

Un tipo de cocinero que descubrió un día de manos de gentes de otro continente, que la ayuda mutua y la solidaridad tenían que volver a conquistar a una sociedad deshumanizada.

Soy un cocinero que cocina siempre acompañado, junto a otros que también lo son. Eso nos hace fuertes, ricos y creativos.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

En este momento estoy empezando una etapa clave en mi vida. Siento que sea posiblemente uno de mis últimos proyectos vitales, un proyecto asociativo que me da sentido y propósito, rodeado de amigos y amigas y ¿puedes creerlo? Tengo la sensación de que he estado toda mi vida preparándome para el ahora.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Mira Tundra, hubo un momento clave en mi vida, cuando  durante cuatro años fui responsable  de la cooperación española en temas socio-laborales en Uruguay. Tenía 33 años. Un orgullo para mí, porque fue el gobierno de ese país quien me reclamó para el desempeño de aquella función porque me había ganado su confianza en una misión anterior. Lo conseguí trabajando siempre de manera excelente, yendo más allá de lo esperable. Recuerdo que el entonces Ministro Joaquín Almunia, un tanto desconcertado, quiso conocerme antes de asumir tal cargo porque yo no estaba afiliado a ningún partido. Allí, en ese pequeño en dimensión pero gran país me encontré a mí mismo y todo empezó a cambiar en mi vida.

¿Qué símbolos hay en tu cocina?

A lo largo de mi vida, y movido por mi pasión, he ido creando junto a muchos amigos algunos símbolos que todavía a día de hoy permanecen y son orgullo de los pilares que los sustentan. Por ejemplo, “Amigos y amigas de las Tierras del Ebro” que cofundé en 1987 tras mi regreso de Uruguay; una asociación cultural para defender el rio Ebro, la identidad cultural de un territorio al sur de Cataluña donde nací, un entorno natural de gran riqueza; y también, promover una cultura empresarial responsable. Más de 200 empresas ostentan el distintivo “Qualitat ebrenca” por su compromiso social que lucen en la puerta de sus centros de trabajo. Ahí descubrí la fuerza de los movimientos asociativos con ambiciosos objetivos que influyen realmente en la sociedad y en sus gobernantes; o el  símbolo de excelencia que ya está siendo y será el proyecto asociativo MIESES Global, para ayudar a las pymes a progresar, que ha tenido en el 2020 el reconocimiento de la OIT por su aporte innovador en las competencias y en los procesos para la transformación de las empresas, con la Salud y la Sostenibilidad como valores estratégicos.

Son ejemplos de cómo se pueden generar cambios profundos en la sociedad para construir un nuevo modelo de desarrollo que sea saludable y sostenible. Todas las personas debieran formar parte de colectivos de voluntariado para prestar servicios a la sociedad.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Los que me conocen saben que cocino con energía y alegría, sin pausa, y en comunidad, por el placer de compartir técnicas culinarias y sabores.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: El afecto, sí, necesito amar y ser amado. Es sin duda  lo más importante en la vida.

Picante: Los retos. Aunque sean pequeños, cada día, cada semana,…, finalmente constituyen las piezas de un gran reto…Si no hay retos uno se abandona y, eso es lo último que debería pasar…!con todo lo que hay por hacer!.  Como decía felizmente Soledad Gallego, es “el arma de distracción masiva” la gran amenaza a la que la mayoría de la población está expuesta, la que trata de alinearnos en manos de los poderes fácticos que tratan de gobernarnos.

Dulzura: La Naturaleza y todo lo que ella nos regala, ella es el refugio que las personas en muchas ocasiones no pueden dar.

Frescor: El río, soy hombre de agua porque en ella está la vida. Ese era nuestro grito que levantó a todo un territorio cuando exigimos la protección del Ebro para evitar su trasvase: “lo riu és vida”(el río es vida).

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

El ingrediente estrella de mi cocina sería la amabilidad, la empatía con el otro. Si hay algo que he hecho con esmero a lo largo de mi vida ha sido cuidar mis relaciones con personas de bien. Recuerdo a los 5 o 6 años recibiendo a un señor importante amigo de la familia. Mi padre me enseñó cómo darle la bienvenida con la palabra y con la mano. Recibí un feedback impactante con regalito incluido… ¿Sabes? No sólo hay que reconocer que el activo más importante que tenemos son las personas, si no que hay que practicarlo, con todo aquel con el que te cruzas por el camino, en el supermercado, en el metro…y por suerte y fortuna me he ido rodeando de mucha gente con la que comparto valores y proyectos;  y esa red, Tundra, trabajando como un solo equipo, es lo que nos hace felices y cambia el mundo.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Si, estar proactivo. Trabajo siempre rodeado de los que como tu piensan que podemos darle la vuelta a la tortilla. Hay que evitar caer en la pereza y alejarse de las personas negativas.

Recuerdo todavía cuando nos alentaba a ser del grupo de los “motivators” y huir de los “sabotators o de los amargators”. Siempre me pareció una imagen muy gráfica.

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

Sí, si llamas magia a aquellos regalos que te ofrece la vida si trabajas con apertura y con generosidad sin buscar nada a cambio…Si te refieres a esas casualidades que te ofrece la vida si estás con la mente y el corazón abiertos…, pues sí, ha habido mucha magia en mi vida, me siento afortunado y me sorprendo continuamente de cosas maravillosas que me suceden en estos últimos tiempos. Aunque como todos, he tenido que superar graves adversidades, como la larga enfermedad de mi querida esposa Montse. Ella me dio la fuerza para crear Mieses.

¿Qué no debería faltar en las cocinas?

El espíritu del trabajo en equipo, procurando ir más allá de lo que se espera de cada uno, con alegría e ilusión y tratando siempre de sorprender al otro. ¿Te imaginas que todos actuásemos así? ¿No tendríamos otra realidad?

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Se que suena repetitivo, pero hay que estar estudiando siempre para estar mentalmente activo y practicar lo aprendido, junto  a personas competentes y empáticas. En mi vida los placeres del trabajo, de la familia, de los amigos, del ocio, se confunden sin separarlos demasiado. Será este mi hobbie?

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: “Excelencia”, considero que no es un lujo, es una necesidad para dar lo mejor y ser feliz. Y también la “Observación”, es la vía más fácil e importante para aprender.

Un color: El azul, que me acerca al cielo luminoso y brillante, y el amarillo, el color de las mieses, de los frutos de la tierra, es el color de la creatividad que tanto me estimula.

Un olor: hay muchos, no tengo uno de especial; el jazmín, el galán de noche que es embriagador en las noches de verano, el romero o el tomillo cuando vas a la montaña. ¡Hay tantos que nos regala la naturaleza de forma sorpresiva!

Un sabor: el de los potajes hechos a fuego lento, unas buenas lentejas, o una “escudella”.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Mira Tundra, solos no podemos cambiar el mundo, el proyecto en el que estamos, Mieses Global, tampoco puede, pero con todas las empresas amigas y con todos los que se contagian de este entusiasmo que transforma, sí podemos cambiarlo.

El poder de cambiar todo esto está en nuestras manos, y juntos podemos, porque una sociedad civil organizada tiene una inmensa fuerza cuando se enfrenta a las injusticias y a todo tipo de abusos, cuando cada uno sintoniza con aquello que resuena en su corazón, porque sólo desde ahí conectamos con quien somos y estamos en condiciones de ofrecer lo mejor. Y tener esperanza activa de que eso es posible en el centro de nuestro sistema. Estamos en medio de un túnel en la oscuridad, solo podemos salir de él cogidos de la mano y avanzando buscando la luz.

El tiempo se escapa entre nuestras manos. He tenido el placer de escucharlo frecuentemente e inflamar mi espíritu, a veces decepcionado, con su entusiasmo y su confianza, pero os confesaré que me cautivó un poema; un poema que para él es un símbolo y que yo he incorporado y recuerdo de vez en cuando…sobre todo, cuando pierdo la fe.

No puedo dejar de compartíroslo, con el deseo de que prenda en vosotros el “Elogi del viure”-Elogio del vivir- de Joan Maragall.

(Lo traduzco para los castellano parlantes).

“Estima el teu ofici,
la teva vocació,
la teva estrella,
allò pel que serveixes,
allò en què realment
ets un entre els homes,
esforça’t en el teu quefer
com si de cada detall que penses,
de cada paraula que dius,
de cada peça que poses,
de cada cop de martell que dones,
en depengués la salvació de la humanitat.
Perquè en depèn, creu-me.
Si oblidant-te de tu mateix
fas tot el que pots en el teu treball,
fas més que un emperador
que regeix automàticament els seus estats;
fas més que el qui inventa teories universals
només per satisfer la seva vanitat,
fas més que el polític, que l’agitador,
que el que governa.
Pots desdenyar tot això i l’adobament del món.
El món s’adobaria bé tot sol,
només que cadascú
fes el seu deure amb amor,
a casa seva.”
Ama tu oficio,
tu vocación,
tu estrella,
aquello para lo que sirves,
aquello en lo que realmente
eres uno entre los hombres,
esfuérzate en tu quehacer
como si de cada detalle que piensas,
de cada palabra que dices,
de cada pieza que pones,
de cada golpe de martillo que das,
Dependiera la salvación de la humanidad.
Por que créeme, de ello depende.
Si olvidándote de ti mismo
haces todo lo que puedes en el trabajo,
haces más que un emperador
que gobierna automáticamente sus estados;
haces más que el que inventa teorías universales
sólo para satisfacer su vanidad,
haces más que el político, que el agitador,
que el que gobierna.
Puedes desechar todo eso y arreglar el mundo.
El mundo se arreglaría sólo,
si cada uno
hiciese su deber con amor,
en su casa.

Muchas gracias Manel por la aventura de este post, por compartir tu experiencia y tu sabiduría con todos aquellos que la escucharan o la leerán.

Y ahora sí, os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que esta entrevista haya avivado vuestro espíritu.

Luz y alegría 

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Luces y sombras en nuestras cocinas

Luz y sombra

Está a punto de amanecer. Los días ahora son más largos y disponemos de más tiempo para la actividad. Nos lanzamos a hacer invitados por la luz que nos acompaña hasta tarde a exprimir una lista de quereres, a veces, imposible de ser cumplida. Esa es nuestra agitación, a veces una locura de zanahorias a las que perseguimos.

Me pregunto si en ese hacer disfrutamos de lo que hacemos de verdad

Qué debe significar “de verdad”.

Imagino que para cada cual algo distinto, pero me digo: ¿lo saboreamos? Ese instante, cada uno de nuestros instantes, fugaz, a veces planificado desde hace mucho, a veces improvisado y que ya no pasará de nuevo, ¿estoy en él sin proyectar qué haré luego, qué haré mañana, sin rememorar constantemente el ayer?

Se augura un día cálido… pero todavía no llega. Abro mis oídos, y a parte del trinar de unos pajarillos que parecen darle paso al alba, no oigo nada, silencio…maravilloso silencio.

Silencio

Reflexiono para mis adentros cuan necesaria es la alternancia en nuestra vida, y cuan necesario es prestar atención a que haya un equilibro en ella de actividad y de reposo, de salado y de dulce, de blanco y de negro.

Aflora entonces a mi mente una frase que utilizamos mucho en yoga y que proviene del Bhagavad Gita referida a esta práctica: “El yoga no es para el que come demasiado, ni para el que demasiado ayuna, ni para el que duerme o vela en exceso…” y ese pensamiento me lleva a la justa medida.

¿Cómo aprendo la justa medida? ¿Cómo no oscilar entre un polo y el otro sin que eso sea fruto de una exigencia o una férrea disciplina, si no de la comprensión de lo que es?

Y recuerdo a uno de nuestros entrevistados haciendo hincapié en la escucha.

En este juego del aprender, la atención y la escucha interna, algo tan difícil de conseguir y a lo que tenemos que aprender solos porque esa no es una asignatura escolar, aparecen en letras de neón. Atención y escucha interna, un pilar sobre el que construirnos; porque si no conecto con lo que soy, ¿cómo van a ser congruentes mis pensares, mis sentires y mis haceres?

Dualismo

Si entro en mi cocina, descubro esas luces y esas sombras que me informan de lo que soy, tanto en unas como en las otras, no distinto del vecino, aunque en mi manifestación externa pueda serlo, y puedo percibir el sinfín de máscaras que nos construimos para protegernos del otro, que vine a vivir y a ser parte de una escuela de aprendizaje igual que yo.

Máscaras

He descubierto que cuando conecto con el otro desde lo que soy, con mis habilidades y con lo que no reconozco en mí, desde mi humanidad, el otro también se reconoce en ese camino y se puede compartir conocimiento y sentires y, no hay soledad sino manos que se encuentran y que acompañan…acompañan, que no te sostienen, al menos eternamente, porque eso no seria sano para ninguno.

Y ahora que ya acabó el curso escolar… me digo: ¡no tengo ganas de repetir curso! así que, Tundra, disfruta y comparte tus luces, acoge y abraza tus sombras con cariño, de una en una, de a poquito, para que los tsunamis no apaguen tu fuego y puedas seguir caminando hacia donde SIENTES que tienes que caminar.

Carretera

¿Hacia dónde camináis vosotros? ¿Es ese vuestro sendero? ¿Tu SER se puede manifestar a través de quien eres hoy?

¿Nuestra cocina deja ver esos menús que, como cocineros, podemos ofrecer al mundo?

Deseo que sí, y que puedas/podamos disfrutar de este jardín de experimentación en el que estamos para aprender.

Yo decidí no repetir curso, en esta ocasión, ¿y tu?

Os dejo con el deseo de que la llegada del verano nos permita disfrutar de nuestras luces y nos conceda la energía necesaria para adentrarnos en nuestras sombras cuando el ciclo nos lleve a ellas, que siempre llega, para poder abrazarlas y SER.

En el texto escrito os dejo enlaces a conceptos o información que podrían ser interesantes  si no los conocéis ya y os apeteciese tirar del hilo…

¡Feliz Verano!

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Descubrir tu voz, descubrirte a tí mismo

Entrevista de Gemma Reguant

Me fascina su mirada entre serena y pícara, su risa suelta, su naturalidad y la profundidad de lo que me explica con la paciencia de los que están acostumbrados a enseñar y se adaptan al ritmo del que escucha.

Si te la cruzas, notarás su presencia, la de alguien que está cada vez más a gusto consigo misma, quizás no hable, pero está y si habla, su voz profunda te llegará dulce como delicados son los pétalos de amapola.

Os presento a Gemma Reguant, actriz, profesora de voz y expresión oral, investigadora y directora. ¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

Tundra, te diré que la vida, y por tanto nuestra cocina, es una aventura fascinante que agradezco constantemente.

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Sabes, cuando cocino me pasa algo singular, y es que huelo los alimentos que tengo, y me imagino las combinaciones posibles entre ellos y creo, creo de tal manera, que luego nunca puedo repetir el mismo plato.

En mi vida, experimento constantemente y disfruto en ese descubrimiento. Cada momento tiene un matiz y un color distinto, aunque aparentemente haga lo mismo. 

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Yo creo que la edad se podría comparar con el vino, mejora con el tiempo y, en este tiempo, yo estoy disfrutando, disfruto de cómo veo y enfoco las cosas, de cómo me siento, y de las sorpresas agradables que llegan a mi vida. Reconozco que me siento afortunada en esto de cumplir años.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Creo que un momento clave en mi vida fue cuando me llamaron para que impartiera clases de voz; yo era actriz y disfruto de mi profesión y ese giro fue una sorpresa que no me planteaba. No obstante, mi percepción es la de un camino con continuidad más que un camino con requiebros pero, eso sí, cada vez más luminoso y brillante porque cada vez disfruto más de la vida.

-¿Qué lenguaje utilizas en la cocina?

El picante. Soy intensa en mis emociones, las vivo así, y el picante me moviliza.

-¿Qué símbolos hay en tu cocina?

Me he ido dando cuenta de que me gustan aquellas cosas que son bellas, como las flores, que conectan con mi feminidad y mi sentir abierto, huyendo de rigideces.

-Ummm…confiésanos, (le digo con complicidad) ¿Qué sentido predomina en tu cocina?

Claramente el olfato, a través de él siento lo que me rodea. El resto de sentidos tienen mucha importancia también, pero si tengo que destacar uno, sería el olfato. Fíjate que es una herramienta que utilizo antes de entrar en escena y que me permite conectar con el cuerpo, algo básico para poder transmitir en el escenario.

-¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: el Amor y la alegría, son el calor de la vida.

Picante: el baile y todo lo que conlleva movimiento corporal.

Dulzura: la ternura, las miradas a los ojos, los abrazos.

Frescor : las cosas nuevas, la naturaleza y la risa.

-¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Sin dudarlo, la alegría que sentimos cuando nuestro corazón está abierto; es un ingrediente que en mi vida no deseo que falte y si percibo que desaparece, lo busco, busco ese estado interno que no depende de lo que pasa fuera, y me ayudo del baile y la meditación en esa búsqueda.

-¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Oler…buscaría el olor de la mandarina, la canela o el clavo o… el olor de la piel, mía o del otro.

Olora i parlaràs millor

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

¡Claro! de hecho todo es mágico, cada cosa que nos ocurre, cada cosa que hacemos con ilusión en el trabajo, cada paso que das cuando bailas.

Una de las cosas que ha traído el Covid, creo, ha sido el darnos la posibilidad de apreciar la magia que constantemente nos rodea; ¿acaso no ha sido un momento mágico el poder salir al balcón y sentir el sol en tu piel o mirar el cielo durante estos meses de confinamiento?

¿Qué no debería faltar en tu cocina?

La alegría, el baile, la meditación y la escucha.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Llevo practicando toda una vida de ejercicios y de experimentación con la voz, de meditación y de autoconocimiento y, el teatro, para mí, ha sido un vehículo de autoconocimiento fascinante.

-¿Qué significado tiene la voz en tu cocina?

Fíjate que la voz es la consecuencia de todo, del pensamiento, del sentimiento, de la emoción y mi tarea como especialista es que el alumno se exprese desde la totalidad que es.

Es a través del método de olfacción que he creado, el MOD (Método de olfacción diseñado), que la persona puede transmitir desde una voz conectada a toda su fisiología, ofreciendo una voz muy corpórea, desde la planta de los pies e integrándolo todo.

Piensa que cada uno somos únicos, nuestra singular voz nos identifica más que la huella dactilar, cada uno tiene que encontrar su propia voz y para ello hay que dejar de hacer aquello que nos impide expresarla.

Hablar no sólo con la cabeza si no con todo nuestro yo.

¿Qué te ha permitido descubrir tu trabajo con la voz?

Te confesaré que entras en un mar infinito de exploración. Observas que primero necesitamos la materia, luego las emociones, después el empoderamiento, luego la apertura de la caja torácica y el darle espacio, como ves, es un mar inagotable para una mente inquieta.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: Amor

Un color: el azul del cielo o el rojo del fuego

Un olor: el del romero, la María Luisa o el perejil

Un sabor: el chocolate o el sabor de los melocotones que comí un verano cuando era joven.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Me di cuenta, hace algún tiempo, de que lo que yo pudiera proyectar no tenía sentido, e incluso era minúsculo a lado de lo que la Vida nos podía ofrecer si fluíamos con ella; así que seguiría bailando, dedicando tiempo a lo que me gusta, a mi pareja …y estaría abierta a lo que aquella me ofreciese, subiéndome al tren de lo desconocido para vivir esta aventura.

Y ya que hablamos de deseos, ¿qué te parecería emplear una parte de nuestra jornada, en esta Escuela de Vida, a poder conectar con nuestros sentidos? Cómo cambiarían algunas cosas, ¿no crees?

Nos despedimos por que se va a bailar tango; según ella, un ejercicio profundo de escucha, de escucha del otro, del movimiento, de la música, del sentir y, pienso que es un simbólico mensaje de quien trabaja con la voz.

Recordaré cómo debían ser sus sensaciones cuando me coma algún melocotón de viña este verano y oleré mi piel antes de las cremas que algun@s nos ponemos después de la ducha y observaré hacia dónde me puede llevar la experiencia.

Os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que nos olamos, nos bailemos y quizás, sólo quizás, descubramos que hay un universo esperándonos al otro lado.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

El mar, el mar y no pensar en nada

…así acababa un poema que ha estado presente desde mi infancia…

El verano ya se palpa en el ambiente. De vez en cuando, días de calor nos visitan adelantándonos lo que está por llegar.

Los niños, ya en manga corta, juegan en las plazas casi hasta que ocurece, dejándose secuestrar por la maravillosa luz y la energía del sol que nos acompaña hasta tarde durante la jornada.

¿Qué os pide el cuerpo cocinar en este momento? … o mejor dicho, ¿con qué os pide cocinar?

Mar

Vivo en el interior, no muy lejos del mar, sólo lo suficiente para echarlo de menos. Prácticamente siempre he vivido cerca de él e incluso cuando no lo estuve, buscaba el agua y su movimiento intrínseco visitando el río que cruzaba mi pueblo, mi ciudad o las fuentes que brotaban de la montaña.

Os pregunto qué os pide el cuerpo, porque después de esta locura en la que hemos estado viviendo y en la que todos hemos hecho nuestros equilibrios, mi cuerpo me pide mar.

Me levanté un día echándolo de menos, ya no servían los audios grabados de sus aguas rompiendo en la playa o en las rocas; echaba de menos ver el movimiento de sus aguas y sentir cómo se movían en mí; eché de menos su intercambio…Necesitaba cocinarme con agua de mar.

¿Lo habéis percibido alguna vez? Los que me conocen recordaran la primera vez que lo sentí… no fue hasta aquella ocasión, una clase práctica de osmosis en toda regla, en la que pude percibir el intercambio entre las aguas de este “mar nuestro”(mare nostrum) y yo.¡Y pensar que eso estaba pasando en mí desde hacía más de 30 años! Probadlo si tenéis ocasión, prestad atención después de entrar en el agua, y al cabo de un ratito, quizás, si os apetece y el mar os da la oportunidad, haced el muerto y observad.

Yo tuve la ocasión de hacerlo en un mar al que estoy vinculada por afecto y por tradición y, cuya concentración salina es alta, fue un sobresalto de agradecimiento bendito a quien nada pide y todo lo daba. Después de aquellos días, yo volvía a donde vivo distinta. Alguien había sido generoso conmigo más que yo misma, y volvía a reconocerme en quien era, más tranquila, más serena, en general había perdido peso… y eso siempre es un aliciente 😉 y todo lo que no se ve pero que había cambiado.

Al cabo del tiempo, conocí a alguien que le puso palabras y estudios científicos a aquella experiencia y le dio a mi mente la información que necesitaba para no pensar que lo que había sentido era una ilusión. Y de esto hace ya más de 12 años.

Mariano Arnal y la Fundación Aquamaris nos explicaban a un grupo de personas que “en el agua del mar estaban presentes todos los elementos del Sistema Periódico, todas las sales minerales y compuestos que necesitaban las células que forman nuestros tejidos y órganos, así como el resto de microorganismos (flora) que nos acompañaban” y “que el agua del mar teniendo una composición similar a la que tiene el plasma sanguíneo, era muy rica en oligoelementos, yodo, potasio, zinc, etc., cosa que el agua dulce no poseía.”

Playa del Sardinero

Así que alimentada mi curiosidad mental, y habiendo experimentado desde entonces conscientemente las bondades de los baños en el mar, que más que baños, algunos han tildado de infusiones, veo las puertas abiertas de mi cocina pidiéndome a gritos que escuche.

¿Por qué me grita? porque siempre hay una escusa para posponer.

Hoy decidí escuchar. Hoy decidí que si no estaba haciendo lo que mi cuerpo me pedía y mi mente ya sabía, estaba desatendiéndome a mí. Hoy decidí que no podía transmitir lo que quería si no estaba en ello, por que nadie puede dar lo que no tiene.

Y te recuperé: mis ojos te vieron y bailaron con el vaivén de tus olas, mis pulmones te sintieron y te respiraron y volví renovada.

Recordé entonces los famosos baños de mar de principios de siglo XX y a Renè Quinton y su teoría de la reconstitución celular a través del agua de mar…ahí lo dejo, por si queréis tirar del hilo.

Amo el mar

Me despido hasta la próxima ocasión con el deseo de que sepáis qué os pide vuestro cuerpo. Que tengáis el tiempo para parar y escucharlo; para parar y dárselo y por qué no, quizás un día este verano, recordéis este post y si no lo habéis experimentado aún podáis intercambiar unas palabras con el mar a través de vuestra piel y nutriros con él un ratito.

Feliz reencuentro

 

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Unas tijeras màgicas

Entrevista a Javier Reyes

Os hablé en el post anterior de un “escultor” que crea alegría y armonía extrayendo la belleza que a veces queda oculta incluso para nosotros mismos.

Le llena el hacer feliz a los otros desde su profesión, que desarrolla desde la perfección del artista, a estas alturas, ya experimentado, inspirado por una musa que debe acompañarlo y le permite vislumbrar todo lo que puede ser.

Desafortunadamente no os puedo trasladar su acento andaluz que lo hace fresco y alegre al tiempo que familiar y que acompañan a un profesional con mayúsculas en su ramo.

Javier Reyes

 

 

Os presento Javier Reyes, peluquero y estilista, alguien que cambia el foco fundido que llevamos dentro para que mostremos fuera lo que a veces ni tan siquiera nosotros mismos somos capaces de reconocer.

¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

Sí, y reconozco que cada vez más; experimento y disfruto de las pequeñas cosas, de los pequeños gestos de cada día que se acaban convirtiendo en grandes tesoros. Unos “aparentes sencillos macarrones con su picantito” pueden saberte a gloria bendita, me dice guiñando un ojo.

-¿Qué tipo de cocinero eres?

Podríamos decir que soy un cocinero experimental, hace años que me muevo en mi profesión, y tanto en ella como en mi vida procuro descubrir nuevas combinaciones.

-¿Qué entiendes tu por éxito?

Para mí éxito va ligado a trabajo, al esfuerzo, a constancia y a que haya habido gente que haya confiado en mí.

Por otro lado la salud, fíjate que el conseguir un equilibrio saludable en tu vida también es éxito, no del que se ve, si no del que se siente y que te permite disfrutar de la vida.

-¿Artista se nace o se hace?

Creo que se nace y luego se hace, me explico: de cada uno depende el despertar ese don con el que has sido bendecido, si sabemos reconocerlo; así que cada uno puede ser artista en lo suyo; si te vas a la cocina de otro intentando cocinar como lo hace otro pierdes tu esencia y sólo copias, puedes llegar a ser muy bueno, pero no un artista, si te centras en tu don y lo desarrollas, el potencial artista se muestra.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Fíjate que, como muchos, siento que estoy empezando una etapa nueva, el Covid ha venido a podar muchas cosas, a que nos quedemos con lo importante y que no nos perdamos en las ramas. A estas alturas creo que sé lo que quiero y eso es lo que sigo trabajando desde la serenidad en la que estoy en este momento, disfrutando.

-¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

En mi caso, a veces la vida me ha llevado por caminos que no he entendido, aunque con el tiempo he ido desvelando el para qué me pasaba lo que me pasaba o había vivido.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Veras, Tundra, en mi caso hubo dos ocasiones: una, por necesidad, me quedé sin soporte familiar con 17 años y eso hizo que tuviera que enfrentarme a la vida con lo poco que tenía y muy joven; la otra, cuando decidí dejar de trabajar para otro y tomar las riendas de mi vida profesional como autónomo.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Es una cocina sencilla, que disfruta de las pequeñas cosas y que me permite saborear la esencia de las personas que me rodean, que es hoy por hoy, lo que más valoro.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: la satisfacción del trabajo bien hecho

Picante: salir airoso de algunas situaciones comprometidas, es como poner guindilla a la comida

Dulzura: la relación con las personas y disfrutar del mar

Frescor: la alegría compartida

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

El trabajo, y estoy orgulloso de lo que he conseguido yo solo, aunque tengo que reconocer que la vida me ha puesto muchas manos amigas en el camino.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

El silencio es un buen recurso que me ha ayudado mucho.

-¿Qué significado tienen las tijeras en tu vida?¿Qué haces con ellas?

Mira Tundra, las tijeras a parte de ser la herramienta obvia de mi profesión, tienen un propósito de por sí, y es que a través de mí hacen feliz a las personas. Se ponen al servicio, liberan al cliente de unos cuantos lastres,  y en mi coctelera creo ese toque que le hace ver su propia belleza.

Abro los ojos de par en par  ante tal respuesta y me digo… creo que ya no volveré a mirar a unas tijeras de peluquero de la misma manera.

-¿Qué importancia tiene la estética en tu cocina?

Para mí es muy importante, no sólo es mi profesión si no que me gusta que lo bello se muestre a la vista.

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

Claro, ¿no es a caso mi profesión mágica? El cliente entra en mi estudio y pasan muchas cosas en él; en ese tiempo compartido se produce la magia, una magia que luego sale caminando por la puerta y acompaña al que vino a verme.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

El atreverme a experimentar cosas nuevas con mis clientes buscando el resultado que intuyo. Es innovación y creación.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Palabra: “Te quiero”, creo que es lo más bonito que nos pueden decir.

Color: beige, es sencillo, discreto y elegante

Olor: no te diré marcas, pero mi esencia está ligada al azahar, al jazmín o al galán de noche.

Sabor: el sabor exótico del curry…bueno, y el dulce, que me encanta. 

-Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Con una cocina en la que se comparte, se comparte momentos, sensaciones, experiencias y risas. Lo que más me satisface es poder compartir con los que me rodean.

Acabo nuestra entrevista y sonrío al recordarlo hablar de su profesión con tanta ilusión, y cómo disfruta haciendo feliz al que tiene delante mostrándole lo que él ve …y es que Javier ve belleza, y sus tijeras le acompañan cambiando amablemente su entorno.

Ese pensamiento me lleva a un poema de Joan Maragall que un profesor que tuve, Manel Bestraten, nos dejó caer por casualidad en clase un día… pero eso os lo contaré en otra ocasión… Javier le hubiese gustado.

Os dejo con el deseo de que podáis llevar la belleza a vuestro trabajo y lo viváis con la misma intensidad con la que Javier y sus tijeras descubren lo que, a veces, está escondido.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Tren a uno mismo

Entrevista a Gemma Soler Raspall

Le precede una amplia sonrisa. Se percibe la seriedad del que busca lo auténtico y la sensación de que es un tren que no tiene parada en todas las estaciones, sino que se dirige a su destino a cierta velocidad y no se detendrá en el camino.

Conversar con ella sobre la cocina es descubrir que en una copa de vino o en un guiso sencillo hay mucho de nuestra humanidad y de nuestra divinidad en cuya búsqueda nos embarcamos en cada respiración.

Os presento a Gemma Soler Raspall, ¿Entramos en su cocina?

 

Gemma Soler

 

-Gemma , ¿te gusta cocinar?

Me gusta, y te confesaré que cada vez me gusta más, por que cada vez le encuentro más significado y proximidad a la alquimia. El acto de cocinar requiere de una implicación emocional, anímica… no es solamente la mezcla de elementos. Ahora mismo estoy en las mezclas más sencillas.   

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Después de pasar por distintas tendencias, ahora busco el equilibrio desde el sentido común, sin grandes complicaciones, cocino de forma sencilla y me cocino también así, buscando la solidez interior, para que lo que surja sea nutritivo. No hace falta una cocina muy elaborada cuando el producto con el que cocinamos es de calidad.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Estoy empezando a recolectar el fruto de un trabajo que empezó hace años y estoy en el proceso de decidir cual será el plato final, cosa que dejaré en manos del universo.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Fíjate que yo diría que desde siempre. He sido una niña muy observadora, me fijaba mucho y eso ya era una forma de consciencia. Para mí la consciencia no es tanto el saber si no el querer saber, podríamos decir que he buscado desde siempre.

Pero he de reconocer que esa inquietud me viene de familia.

Magia

-¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

Sabes, he tenido la suerte de no perder parte de la conexión con la naturaleza y las percepciones que tenía de la realidad cuando era niña, así que su lenguaje, no me es ajeno.

-¿Qué “símbolos” hay en tu cocina?

Actualmente el estudio de la teosofía ocupa todo mi tiempo y contempla un abanico muy basto de información y aprendizajes que, para serte sincera, no sé dónde me llevaran.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Lo más natural y cercana al productor consciente, así me gusta cocinar en mi cocina, con coherencia, y eso requiere fuerza de voluntad, paciencia y mucho amor.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: La muerte de mi padre, fue una enseñanza para mí de lo que significa la palabra amor.

Picante: Las relaciones de pareja. A veces coger el punto justo al picante cuesta, conectar a ese nivel no es nada sencillo.

Dulzura: el mar, es la solución para muchas cosas, me suaviza, me alegra, me calma, me inspira, solo necesito olerlo, sentirlo.

Frescor : el conocimiento me mantiene despierta”

Mar

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Te diré dos, el primero de ellos es la fuerza de voluntad. La perseverancia es una de las virtudes que he tenido en mi vida de forma espontánea. La otra es la magia, es el ingrediente que a menudo no se confiesa pero que sí está ahí es el que otorga el “toque definitivo”.

-Entiendo pues, que existe la  magia en tu cocina, ¿no?

Cuando somos pequeños tenemos algo maravilloso: la imaginación que es la puerta de entrada a la magia.Por desgracia, a medida que nos vamos haciendo mayores la perdemos, perdemos la fe y dejamos de ser magos y magas.

– Y ¿tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Creo que la improvisación. Tantos años dando clases en la universidad te permite aflorar la creatividad y al mismo tiempo desarrollas la flexibilidad. Cocinar con los ingredientes que tienes, sean los que sean, e intentar elaborar un buen plato con la suma de todos ellos.

Gemma Soler

-¿Qué no debería faltar en las cocinas?

El fuego, el Amor de los alquímicos, de los filósofos herméticos, que no sólo calienta (te nutre, te da calidez) si no que aporta luz (conocimiento y visión).

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Me temo que la paciencia, es un ingrediente que llevo trabajando mucho tiempo a través del Mindfullness, la meditación, la relajación…todo esto me ha ayudado a comprender mejor el ritmo del otro; a veces pretendemos imprimir nuestro ritmo a los demás y si eres rápido puede ser sofocante para los que te rodean.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra:¡Abracadabra!

Os diré que no me he resistido a buscar la etimología de la palabra y en arameo significa: “crearé como diré” …y pienso, interesante palabra…

Un color: el azul que está presente en el cielo y el mar en toda su inmensidad.

Un olor: el que más valoro cotidianamente es el café, es estimulante y me ayuda en mi búsqueda.

Un sabor: el chocolate, el pecado de muchos…por algo debe tener la tradición histórica que tiene, e invita a compartir.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Con una cocina internacional, que todos pudiéramos entender, comprender y pudiésemos disfrutar de ella. Una cocina integrada que es lo que necesita el mundo.

Fe

Quizás si recuperamos nuestra fe la magia se produzca y la alquimia del Amor se de en el corazón de cada uno para poder Ser, que es lo único que el mundo precisa.

Con este deseo me despido hasta la próxima ocasión, no sin dejar unas preguntas en el aire:

 ¿Perdimos la fe? Si la perdimos, ¿para qué nos sirvió? y…cómo podríamos recuperarla.

Quizás el mar nos inspire y nos ayude a recuperar el camino hacia lo que en esencia somos…

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Usar conscientemente la armonía de tu voz

Volvemos a encontrarnos entrados ya en la primavera con ese ir y venir climatológico, con ese desentumecimiento y despertar a la vida de nuevo y veo la flor del cerezo o la del almendro mientras paseo por los campos dando la nota de color a unas ramas aun desnudas.

Contemplo esas flores sobre el fondo azul del cielo creando una belleza difícil de replicar.

La imagen me lleva a los campos del Jerte, a las fotografías del Japón minimalista y a pensar en la estética de nuestra cocina, la estética de nuestra vida.

Pensar te lleva a abrir muchas puertas, a ojear muchos libros, a escuchar muchas músicas y valoro qué es para mí la estética.

Primavera

Después de darle vueltas concluyo que lo estético en mi cocina es aquello que es armónico y, el pensamiento armónico me dirige a hacerme una batería de preguntas que no se si tienen una sola respuesta. Hoy os compartiré algunas. Seguramente cada uno obtendrá sus respuestas, no son mejores ni peores que las del vecino, simplemente son las que resuenan con nosotros y si resuenan, están bien.

Lo importante es preguntarnos qué crea armonía en nuestra cocina y cómo propiciamos su creación con pequeños actos cada día.

Agua
Agua

La primera faceta armónica que aparece en mi mente, es que cada cosa tiene su sitio y hay un sitio para cada cosa, esto es, la necesidad de orden; no un orden obsesivo si no una estética en la disposición de lo que te rodea que le da el toque de serenidad a los espacios. A veces juego con este concepto y probarlo me permite saber mi nivel de tolerancia al caos y mi flexibilidad a todo aquello que no forma parte de mí.

Orden, ¿cómo ordeno mi vida?

¿En su diseño hay belleza? ¿Qué aspecto tiene? ¿Es un sereno paseo entre campos o una carretera de curvas excitante o quizás un puzle cubista?

Me sobresalta otro pensamiento.

Se me agolpan las preguntas y, entre ellas, hay una que está subrayada y en negrita, y me pregunto cómo mi voz puede crear armonía.

Colibri

¿Qué palabras utilizo para construir ese arreglo musical de comunicación diario conmigo y con los demás? ¿Acaso mi voz puede ordenar armónicamente lo que me rodea?

Se abre un sinfín de posibilidades a la hora de jugar.

Y pienso si lo que digo y cómo lo digo puede hacer brillar de una forma especialmente singular el potaje que cocino hoy.

Os diré que mi experiencia después de jugar algunos años responde que sí, rotundamente sí y sí. No descubro con esto la sopa de ajo, pero que bien sienta constatar en carnes propias y ajenas lo que quizás algunos han dicho antes que yo.

Descubrí que acariciar a alguien crispado o alegrar sus oídos e introducir el vuelo risueño del colibrí en su vida era un paso para transformar el mundo.

Si hay algo que nos caracteriza como seres humanos son nuestras relaciones, presididas la mayoría de veces por lo que decimos. Lo que decimos y nuestro cansancio, lo que decimos y nuestras frustraciones, lo que decimos y el tintineo alegre con el que nos hemos levantado un día cualquiera.

¿Por qué no levantarnos y hablarnos con AMOR, para poder reflejarlo? Y, si por casualidades del destino, el pie izquierdo se alza antes que el derecho, pongamos especial sensibilidad en nuestro movimiento y nuestras palabras ese día, por que esos, son días de aprendizaje y observación de quien soy también.

Pensaba en palabras que me gusta utilizar y me sientan bien, por ejemplo: deliciosa– me recuerda a la fruta jugosa y dulce-; o descubrimiento-es como darme una llave que lleva a algún sitio fantástico, quizás sólo a la esquina, pero el camino hasta allí promete-; o fósforo-suena a antiguo, al menos en mi entorno pocos lo utilizan ya, pero al decirlo resuena en mí la potencial llama que es.

Fruta deliciosa

Nos sugiero empezar el mes de abril observando lo que nos decimos y lo que le cedimos a los demás.

De dónde sale nuestro mensaje, ¿Es armónico? ¿Será nuestro mensaje delicioso? ¿Qué tono y música lo acompaña? ¿Descubriremos en él alguna melodía desconocida? ¿Qué cuadro pintaré ese día en lo que me rodea? ¿Pongo luz, como el fósforo ?

Con el deseo de que descubráis una faceta más de vosotros en el mensaje que trasladamos al mundo con nuestra voz, me despido hasta la próxima ocasión en la que seguiremos hablando de belleza y armonía.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Aprender a moverse armónicamente en este continuum

Entrevista a Xavier Ortiz

Paseo entre los campos y a ambos lados me rodean dos mares de hojas lanceoladas que huelen a primavera. Se mueven dejándose llevar por la brisa sin resistencia alguna, y me recuerdan a nuestro próximo entrevistado.

Cuando lo conocí, una de sus máximas era:” deja de hacer”, era un sinónimo de suelta. Se refería a mi cuerpo, pero ahora dudo si desde su sutilidad, aquella frase tenía un doble sentido

Xavier Ortiz

Xavier te ayuda a hacer un buen uso de tí mismo, tomando consciencia a través de la técnica Alexander y para eso hay que dejar de hacer.

Dejar de hacer y darnos una nueva dirección que nos libera del hábito y que por tanto, nuestro cuerpo no reconoce. Y eso me lleva a un pensamiento: para ir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes …

¿Entramos en su cocina?

Xavi -¿Te gusta cocinar?

Sí, mucho, porque en la cocina tienes muchos elementos con los que hacer mezclas y me gusta experimentar, sobre todo conmigo. Mostrarme tal y como lo hago hoy en día ha sido un trabajo de descubrimiento, de ir apartando todos los personajes que me había construido para moverme en el mundo; a eso me ayudó una profesora de teatro cuando yo tenía tan sólo 19 años.

Y es que el teatro, como el resto de artes, te ayudan a conectar contigo mismo; lo que te desconecta de La Vida es el papel en el que nos colamos cada mañana mecánicamente y del que, gracias a la oscuridad de un teatro nos podemos desprender cuando se levanta el telón, haciendo que nuestra esencia se conecte con lo que realmente somos. Es la magia del arte… Hace que nos reencontremos… 

-¿Qué tipo de cocinero eres?

Ecléctico. Me gusta buscar y escoger; a veces acierto en la combinación, otras no, pero cada uno de los ingredientes tiene su parte amorosa independientemente de la cantidad que se necesite; ese poco de pimienta, también es necesario en su proporción para darle el sabor que quiero a mi comida.

Y me gusta valorar lo que tengo, porque cuando valoro lo que tengo, lo que deseo, no es tan importante.

-¿Qué entiendes tu por éxito?

Hasta hace poco era la admiración exterior, como actor, uno necesita que lo aplaudan, pero a medida que he estado más a gusto conmigo mismo, no he sentido esa necesidad.

Actuar es una terapia para el ego, por eso algunos actores cuando son felices dejan de actuar.

El éxito está en que tú te sientas bien contigo y con lo que haces. Eso que haces, no eres tú y no debes identificarte con ello, si lo haces, estas perdido y a merced de la opinión de los demás.

-¿Artista se nace o se hace?

Lo principal es saber gestionar las emociones y dejarlas aflorar, verlas, observarlas, abrir la caja de pandora y mantener la puerta abierta y aprender y, quizás eso, te lleva a conocerte y a consolidar la condición de “artista de tu vida”.

 

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

En mi cocina me siento estupendamente, es mi burbuja, me gusta ver cómo la gente aprende y se sorprende de su propio cambio. Observo en mi las carencias, que también las tengo, e intento buscar caminos de solución/sanación…

Técnica Alexander

-¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

Cuando no entiendes una cosa de alguien, sea un pensamiento, una explicación o una acción, puedes pensar dos cosas, que la posición del otro no es válida, o que la tuya no es válida… Yo intento ponerme en los dos lados, intento parar y, antes de opinar o cambiar algo, observo qué es lo que me está llegando y para qué, e investigo, sin juzgar, sin cuestionar a la gente.

Me gusta mucho una frase que me dijeron hace tiempo: si conoces no puedes juzgar, justamente porque conoces no juzgas, porque comprendes… Cuando es generalmente lo contrario lo que acostumbra a pasar.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Ha habido dos momentos en mi vida, el primero cuando empecé a hacer teatro y mi profesora me dijo: -“Mira chico, nunca podrás hacer teatro si no te quitas la máscara”. Eso, que no fue nada fácil. Me llevó a lograr perder parte de mi miedo al mundo y aprendí mucho de mí. El segundo fue cuando estudié técnica Alexander, una técnica nada intrusiva y en la que el docente te acompaña cuando aprendes a soltar los hábitos que te encadenan… Y ¡cuán difícil es eso! Pero te alivia tanto…

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Sencilla, básica… para ser original hemos de volver a nuestros orígenes, “back to basics”. En eso Gaudí era un maestro y, tal como él decía: – Yo no invento nada, me limito a copiar a la naturaleza”.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

No te se contestar porque no sé si es la situación la que asocio a la especie o es la especie la que me lo sugiere…

El calor- creo que tener al lado a alguien a quien abrazar y que me abrace.

El picante me lo cocino solo, aunque de un exceso de picante y fuegos artificiales suelo huir porque lo siento irreal. 

Confianza en el universo

¿Cuál es tu ingrediente estrella?

La confianza en uno mismo.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

No hay recetas, hay aprendizajes para poder improvisar una solución cuando surge una dificultad.

Según Alexander si dejas de hacer lo equivocado, lo correcto saldrá solo; si sueltas, tu cuerpo se expande, es imprescindible aprender a soltar.

-¿Está nuestro cuerpo conectado con nuestra cocina?

Todo está conectado con todo y lo está de forma armónica. Es un puzle en movimiento constante y hay que aprender a  moverse armónicamente en ese continuum. En general, desgraciadamente, la gente no está conectada con su cuerpo…

-¿Cómo se mueve tu cocina? ¿Cuál es el movimiento de tu cocina?

Se mueve armónicamente, y sorprendentemente, cuanto más quiero controlarlo, más lejos me lleva de lo que yo quiero, por lo tanto, me dejo llevar por el movimiento, formo parte de él y así dejo que lo que tenga que suceder suceda sin intervenir, porque cuando lo hago, suelo complicarlo. Es difícil de explicar… Yo la guío, pero no la conduzco.

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

Sí, pero yo no soy el mago. Sé que hay alguien que nos guía, y nosotros hacemos más o menos caso… He llegado a la certeza de que no tengo control sobre mi vida, aunque yo lo crea. La frase de “tomar las riendas de tu vida” no es verdad, puedes pensarlo y creértelo, pero me temo que no es cierta, aunque suene muy motivador. De nuevo, una cosa es guiar y la otra tomar las riendas, o conducir… Intento hacer las menos proyecciones posibles e intento poner en valor lo que tengo y dejarme llevar.

Pasion

¿Qué llevas practicando toda tu vida?La vida me ha llevado a practicar cosas diferentes, pero lo que me mueve es la pasión, la pasión por lo que me encuentro, por los proyectos, por la gente interesante y bondadosa que se cruza en mi camino.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado

Tundra, como docente en interpretación, para mí las palabras no tienen sentido, tienen el sentido que tú le quieras dar según el timbre de voz, la intención y la emoción que las empuja… Cada uno le damos el significado que extraemos de nuestro mapa mental.

No hay un olor, sino la acción de oler, soy muy olfativo, pero no hay un olor especial.

Me temo que tampoco hay color, hay luz.

-Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

La que te da paz, la que no te hace sufrir, la que te da tranquilidad.

Confundimos las metas, los fines, con “cosas” … Deseamos “cosas” que nos permitirán estar mejor, o más felices, o, o, o… Cuando en realidad lo que perseguimos son sensaciones, estados emocionales, bienestar y paz. Y eso no depende de “tener cosas”. Lo que deseamos de verdad es sentirnos mejor, sentirnos felices… ¡Sentir!!!, eso es lo que verdaderamente queremos.

¿No os recuerda algo? Lo versó Machado, lo cantó Serrat…caminante, no hay camino, se hace camino al andar…

Os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que hoy, quizás sólo hoy, permitamos a nuestro cuerpo quitarse la máscara e ir por donde no sabe y no reconocerse, para así descubrir alguna faceta oculta de nosotros mismos  y que, en ese descubrimiento, seamos capaces de sorprendernos como los niños respirando el sentir de una sonrisa y las miles de posibilidades que nos rodean.

¿Qué camino decidiremos andar hoy?

Luz y Alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

¿Que músicas escuchas en tu cocina?

Hoy me paré y me senté con vosotros a escuchar mis músicas.

Oigo los sonidos de los cacharros de fondo, alguien levantó las persianas, pasó un coche cuyo conductor debía haber dormido divinamente, por que compartía su música con todo el municipio, incluso el aire, si escuchas, tiene su propio sonido, así que parece que arranca el día y todo va adquiriendo su propia velocidad.

 En ese inicio que degusto lento y que me gusta saborear: el aparente silencio de la mañana y su música, mi mente vuelve al conductor “disruptivo”.

¿Quien no conoce a alguien que necesita silencio hasta después del café? o todo lo contrario, que se levanta hablando cual papagayo al que tocaron el botón de “on” o encendido. Y pienso, cuan importante es la música en nuestras vidas y cómo nos acompaña.

musica y rosas

Nuestras células son como una comunidad de abejas, me imagino viéndolas cómo deben de reaccionar ante un tipo de vibración u otra. Si le ponemos a Vivaldi ¿cómo creeis que resultará lo que cocinan tan laboriosamente? Si las rodeamos de ruidos ¿qué sabor tendrá su néctar?

En nuestras cocinas, hay dos músicas que escuchar. La música interna, qué escucho, qué me digo y cómo me lo digo y, por otro, lo que del exterior permito que resuene con este enjambre tan bien ordenado que soy.

Actualmente, si hay algo a lo que estamos sometidos es al ruido externo. A veces, ese ruido externo aturde tanto que no logramos escuchar la música interior…o su silencio. En ocasiones, olvidamos recordar que en el fondo no somos más que un miembro de una super cocina y si no escuchamos, difícilmente podremos hacer un buen potaje; simplemente por que el logístico, no habrá hablado con el cocinero y no comprará los ingredientes necesarios, tampoco el pinche de cocina escuchará al chef y seguramente, no elaborará la salsa adecuada para el plato que se está preparando y, entonces, caigo en la cuenta de lo importante que es la escucha. 

Violin

Escucharme, escuchar a mi cocina con el oído interno me lleva a preguntarme qué me está pidiendo. En unas ocasiones quizás me pida a Bach, otras necesita saltar al son de una jota, otras, pide a gritos irse a una jam de jazz.

El saborear estos y otros matices puede ser un ejercicio muy interesante y promete una futura armonía orquestal.

Por experiencia os avanzo, si no lo habéis experimentado ya, que cuanto más escuchas, más te es revelado.

Mi maestro de yoga, Ramon Cases, decía que debíamos regar lo que quisiésemos que creciese en nosotros y al tiempo, nos decía una frase que había extraído de la película “Bambi” y que decía: “si no has de agradar es mejor callar”.

Agradar no es decirte o decirle a otro frases que halaguen o converjan siempre con tu deseo o su sentir, si no que, lo que salga por nuestra boca esté impregnado de Amor. Incluso una riña o un desacuerdo puede estarlo.

Así que hablémonos bien y trasladémoslo  a lo que nos rodea para que la cocina pueda fluir en ese zumbido armónico con todo lo que existe.

Ya no es un secreto que,  a las llamadas de alerta del cuerpo hay que hacerles caso, si no, el cuerpo se da cuenta de que lo ninguneamos a nuestro antojo y deja de avisarnos. Por eso, parad y escuchad atentamente y, si vuestro cuerpo os pide una música, acercaos a ella, a ver qué reacción produce en vosotros y cómo colorea vuestro cuadro ese día.

Os dejo con el deseo de que el ruido externo no os obstaculice el escucharos, y  os permita proyectar externamente la melodía musical que todos llevamos dentro y que frecuentemente oímos muy de lejos.

¿Descubrimos ese abanico de posibilidades musicales y el efecto que tienen en nuestro día a día?

Si te aventuras a hacer el experimento y te apetece compartir lo que viviste, estaremos atentos para nutrirnos de tu viaje y de tu aprendizaje.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Osadia, respeto, diversión y una espada samurai

Entrevista a Eva Sandoval

Cómo puedo presentaros  a quien parece haberse despojado de sus etiquetas para  Ser.

Eva Sandoval

 

Os invito hoy a entrar en la cocina de Eva Sandoval, que pasó de empresaria luchadora a ser una mujer que dejó de luchar y sobrevivir para poder VIVIR y ser el cambio que quería ver en el mundo.

Converso con ella sobre esto y aquello, un esto y un aquello que revelan un camino de lo que hoy  puede mostrar sin ambages.

Dada la situación actual y los muchos comentarios que, en ocasiones, sin reflexionar, oigo entre aquellos que todavía conversamos en vivo y en directo, a pesar de las mascarillas, tiene que ver con la “ruina”, la debacle que nos rodea y, os transcribo su respuesta, interesante reflexión en nuestra cocina de hoy.

Eva, ¿qué es la “ruina”?

La ruina es seguir manteniendo algo que está construido y se está cayendo  por que no es tuyo, o por que no se construyó bien.

Es un momento magnífico para “edificar” lo que quieres y cómo lo quieres, a pesar de que en ese momento, a veces, no seamos conscientes.

¿Que le sugerirías a alguien que se siente en la ruina?

Que se mire. Si se siente, es que está vivo y si está vivo, no está en la ruina, lo que pasa es que no está valorando que está vivo y las infinitas posibilidades que eso le ofrece, fundamento esencial para tener una vida plena.

Dada tu respuesta, podría ser una obviedad preguntarte si te gusta cocinar

Pues es una buena pregunta, ¡sí me gusta!, la cocina es la representación más potente de la magia, es la alquimia más pura. Me encanta descubrir, que no es más que desvelar lo que está cubierto.

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Atrevida, me gusta crear y para crear hay que ser osado, atreverse con el riesgo, contemplando la posibilidad de que salga “mal”.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Libre y abierta a esas infinitas posibilidades de las que te hablaba, dejando ir cada vez más, soltando cada vez más y confiada en que todo lo que aparece en mi vida, aunque yo no lo comprenda, tiene un sentido, y es perfecto como es.

-¿Qué lenguaje utilizamos en nuestras cocinas?

El lenguaje que hablamos es el lenguaje materno, el lenguaje de la madre es el de la naturaleza, en definitiva el lenguaje del amor. El del corazón.

Playa

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu cocina?

Si, y hasta ese momento estaba en la cocina de los demás. Empecé a observar y desde la observación empecé a crear mi cocina, la que llevo construyendo y en la que llevo viviendo desde los últimos 13 años.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

La cocina de improvisación, nunca sabes lo que va a salir, es la cocina del momento y la que se cocina con lo que tengo, permitiéndome ser creativa con lo que hay.

-¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: el respeto, el no respetarme me hizo tomar conciencia del frío

Frescura: la diversión, el juego

Picante: Vivir en presencia y el riesgo que eso supone

Dulzura: mi hermana, el cuidado y la atención que he recibido de ella

-¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Definitivamente, la conciencia.

-¿Sabes cuando cambiar de cocción?

Si, la guía interior te lo indica de forma clara, y me ha costado mucho “escuchar”, incluso ahora, a veces, se me pasa, pero procuro estar atenta y, cuanto más escucho y menos ruido mental hay, más rápido y claro me llega.

-¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Si, (dice con una sonrisa) caminar descalza por la playa. Me conecta a los elementos.

-¿Qué aportó el ninjutsu a tu cocina? Me permitió darme cuenta de que ya tenemos todo lo que necesitamos, darme cuenta de que todo tiene su tiempo y de que el ser humano es la conexión entre el cielo y la tierra.

-¿Qué ingrediente de la cultura japonesa incorporaste a tu cocina?   La espada, como ese instrumento que poda las ramas que están podridas, aquellas que ya no tiene que estar, que sobran y, su movimiento es  rápido y certero a la par que elegante.

Armonia

-¿La magia existe? ¿Hay espacio para la magia en tu cocina?

Si, como te decía la cocina es magia, todo lo que sea traer la divinidad, hacer las cosas desde la divinidad que somos, es magia… sólo hay que conocer el truco para que se produzca la magia (me dice con complicidad).

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

El conectar conmigo misma.

Hace algún tiempo me di cuenta de que el espacio donde yo podía estar conmigo misma desde muy pequeña fueron las artes marciales, y esa ha sido la herramienta, el para qué de su práctica no era otro que el poder conectar conmigo misma.

-Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: conexión, la conexión con la vida, conmigo, con los demás.

Un color: el violeta

Un olor: el olor de las mañanas, ¿te lo imaginas? el olor del rocío y de que todo se inicia a la vida después del aparente silencio nocturno.

Un sabor: el dulce

Libros Eva Sandoval

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?  Con una cocina en comunidad, un grupo de seres humanos que aporten al mundo lo que sea que tienen y que cooperen entre ell@s.

Me pregunto si esa comunidad podría empezar con un paseo descalzos por la playa que nos permita sentir LA VIDA y sus ilimitadas posibilidades…

¿Sabéis? Me gusta la imagen de la espada y, me lleva a pensar ahora que es tiempo de poda, qué podemos cortar elegantemente en nuestra vida; qué es aquello que ya no tiene sentido seguir cargando y de lo que no nos hemos deshecho.

Me respetaré y me dedicaré un ratito a ver qué corto porque ya no tiene más razón de ser en mi vida, será un signo de amor hacia mí misma…

¿Y si todos utilizamos el lenguaje materno y nos respetamos un poquito para ver en el mundo el cambio que queremos?¿Qué sientes que has de podar?

Os dejo hasta nuestro próximo encuentro con el deseo de que sintáis la fuerza de la espada en vuestras vidas, la energía de la tierra en vuestros pies y el lenguaje de La Madre en el corazón.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

¿Cómo van esas digestiones?

Estamos en pleno invierno; parece que todo debería pararse y, este año, siento el movimiento bajo mis pies, bajo la corteza húmeda, azotada por el viento y el frío de los árboles.

Este año oigo cantar a los pájaros y el susurro de las copas de los álamos en su vaivén.

Cuantas vueltas damos al torno de la vida y cada vuelta nos brinda la ocasión de entrar un poco más dentro de nuestra cocina, para descubrirnos también un poco más.

El maravilloso regalo que me daba el invierno era la posibilidad de digerir todo aquello que había descubierto en primavera, experimentado en verano y traído a mí de nuevo transformado en otoño y, en invierno, buscaba en mis armarios especies que facilitasen su proceso de digestión, por que, si todo necesita su tiempo, también todas las experiencias es necesario que ocupen su lugar, sin inundar todos nuestros espacios o quedar encerradas en el baúl del olvido.

El tiempo

Para cada cual el proceso de digestión es distinto, como distintos y únicos somos cada uno de nosotros y, así las abuelas delante de la indigestión ofrecían distintos remedios; mientras a unos se les hacía una manzanilla con regaliz o una infusión con cardamomo, a otros se les ofrecía refugio en el hinojo o en la menta, a otros en la melisa o en el jengibre, para otro tipo de indigestiones se procuraba un chocolate bien caliente con canela o un vaso de leche con miel.

Infusión de jengibre

Me pregunto qué especie, hierba o remedio utilizas para digerir.

¿Qué me ofrezco para que no se me indigeste lo que estoy transitando?

¿Se escoger lo que me va a ayudar a que no se me “clave” lo que he vivido? ¿Conozco los recursos que hay en mi cocina para que la experiencia fluya a través de mí?

Entre mujeres he oído, visto, y no negaré que ha habido momentos en los que pertenecido al club de las que intentaban digerir a golpe de onza de chocolate, otr@s echan a correr y se dejan las rodillas a lo Forrest Gump sobre el asfalto, cada cual busca la suya. A dosis homeopáticas quizás puedan ser una solución, pero me pregunto si esas son soluciónes “orgánicas” y a largo plazo.

Especies exoticas

¿Qué nos impide recurrir al nogal y permitir que nos abrace si nos cuesta adaptarnos a todo aquello que se mueve y llega nuevo a nuestro alrededor?

¿O tomar olivo cuando parece que nuestras fuerzas flaquean?

¿Acaso no es buen remedio acudir “al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido” para aliviarse de esas responsabilidades que no toca cargar y ver como se renueva y surge su propia esencia?

¿Os habéis parado a pensar en ello?

Mentiría si os dijese que siempre encuentro la especie; a veces, ni atino a encontrar en qué parte de la cocina debo buscar el remedio que me permita hacer una buena digestión, pero lo que nunca me ha fallado ha sido mirar a mi alrededor.

Si no encuentro la especie, si no sé en qué armario rebuscar por que parece que incluso los armarios y cajones se mueven de lugar, busco el momento SIPI, ¿te acuerdas? … Me paro, cierro los ojos y me siento y si aún así la loca de mi casa me lleva a sentirme en un zoco turco rodeado de vendedores que me vuelven loc@ busco a mi alrededor, a veces la naturaleza me rescata, a veces la música me pesca con su sutil anzuelo, otras veces son los ojos de alguien, sé quien es, puede ser conocido o quizás no y, está en ese momento ahí para mí y, me ofrece un digestivo temporal para que la indigestión no me lleve a la farmacia más cercana…y tomo nota para la próxima, sabiendo que en la siguiente ocasión quizás eso, no me sirva, o quizás sí y dispondré de un recurso más para mí y para compartir, por qué no hay nada más satisfactorio que ser los ojos que encuentra alguien cuando lo necesita, quizás para decir nada y sólo ofrecer un abrazo, un recurso digestivo precioso y preciado en estos tiempos de distancia sanitaria.

Mas este invierno siento el movimiento bajo mis pies. Parece que no se me da tiempo para digestiones lentas y, pienso si en mi cocina algo ha cambiado, si quizás necesitaría algo de pimienta que despierte mi fuego estomacal… quizás sea el momento de introducir algo de guindilla cocinando lo que me pasa desde otro lugar.

Luz en tu infusión

Y a tí, ¿cómo te están yendo las digestiones? ¿Encontraste esas especies que te ayudan a digerir lo que se mueve en tu vida?

Te dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que, si no las has encontrado, al menos te puedas preguntar sobre ellas y quizás, puedas descubrir alguna que te ayude a encontrar el equilibrio cuando lo perdemos.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Una persona exitosa es la que consigue estar en paz consigo misma

Entrevista a Rubén Martínez Santana

Ruben Martinez Santana

 

 

 

Me aventuro a hacerle una entrevista a un gran y reconocido narrador oral, proveniente del otro la lado del charco: Rubén Martínez Santana, un venezolano de 56 años que lleva casi 20 años en España y, cuya voz como cuentacuentos ha trasladado a muchos a lugares sorprendentes.

¿Descubrimos juntos “su cocina”?

¿Te gusta cocinar?

Muchísimo, ¡Claro!

El primer sentido que le he encontrado a mi vida es CREAR, y no se si cocinar es el segundo o forma parte de ese primero.

Crear es crearse a uno mismo también y, cuando cocino, cuando creo cuentos, música… tengo que partir de mí.

¿Qué hago yo conmigo mismo?”, forma parte de la pregunta “¿qué estoy creando yo?”.

¿Qué tipo de cocinero eres?

Creo que uno mejor intencionado que exitoso.

Me preocupa más cocinar, que los resultados reales que estoy obteniendo. A veces me hago más preguntas de las que consigo contestar.

A pesar de la incertidumbre de todas esas preguntas sin contestar, soy constante y siempre estoy en la búsqueda; a veces, de forma innecesariamente intensa.

Con el tiempo, me di cuenta que en ocasiones me perdí en la búsqueda, perdiéndome también las cosas que pasaban en la vida. Aquello que pasaba, y a lo que no prestaba atención, ya me daba respuesta, pero yo no estaba atento.

Con el tiempo también, empecé a discriminar y a llenar la alacena de especias. Una de ellas, la paciencia.

Cuentos y música de Ruben Martinez

¿Qué entiendes tu por éxito?

Es algo oscilante en función del momento de mi vida y del aspecto de mi vida al que me refiera, y hace tiempo que dejó de ser lo que generalmente se puede entender como “exitoso” (reconocimiento o solvencia económica).

En realidad, una persona exitosa es una persona que consigue estar en paz consigo misma.

En el arte, donde me muevo libre, el éxito es conseguir que lo que persigo crear, sea creado. Eso me lleva a sentirme pleno, en sintonía con lo que vengo a hacer en esta vida. Es saber que la música que yo llevo dentro, se está escuchando fuera. Ésta es una sensación indescriptible.

¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

En los últimos años, me está exigiendo mucho y en cierta forma es doloroso. Entiendo que haya habido momentos en mi vida en los que he obviado preguntar, ignorando aparentemente eso a lo que te tienes que enfrentar y aceptando un olvido voluntario de ciertos temas, para poder descansar, o para que algunas cosas decanten.

Para mí la cocina tiene entidad en sí misma y hay que escucharla.

¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

Cocinar es como cualquier otro oficio y requiere de las mismas atenciones. Quizás haya que acercase con humildad, y no creer en ningún momento que lo conoces todo. Ni cuando quieres creer que ya lo conoces, ni cuando otros te hacen creer que ya conoces ese oficio.

Cuando me he acercado con humildad, es cuando he estado más cerca de poder escuchar y de poder entender. He tenido que hacer silencio, cosa que no consigues si estás hablándote, o haciendo una “traducción simultánea” de lo que ves. Observar y escuchar es lo más importante´

¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Si, fue a través del arte, en la escuela de teatro de Juan Carlos De Petre, creador argentino radicado en Venezuela. Creó lo que se ha llamado el “teatro desconocido”, que parte del vacío, del desaprender, del silencio para permitir la manifestación individual y colectiva de una condición más profunda y esencial. Huelga decir, que ésta es una reseña muy parca de lo que es el Teatro Desconocido.

¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

El arte. La creación. Es a través del arte que yo me integro y cocino; también lo hago a través de las personas, que en mi caso son pocas, pero muy intensas.

¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

El frescor, creo que la música.

La dulzura, la observación de los animales.

El picante, se me ocurren dos cosas: por un lado, las personas y por otro, la sexualidad.

El calor es Dios. La certeza de que Dios está y se comunica conmigo con su lenguaje. A veces lo entiendo más, otras menos, pero sé que está ahí. Eso me ha dado calor.

 ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

La observación, el silencio, la paciencia, la constancia, la flexibilidad.

En el caso de cocinar como tu lo preguntas, creo que el ingrediente estrella sería la vigilia.

¿Sabes cuando cambiar de cocción?

No lo sé. Voy tratando de leer las señales y ajustarme a lo que va apareciendo.

Para algunas cosas soy muy conservador, personalmente busco una cierta estabilidad, quizás por los cambios que he tenido en mi vida. Para otras, soy muy libre.

En el aspecto artístico puedo transformar y saltar de una cocción a otra con fluidez, para conseguir aquello que siento que he de “parir”. Para que lo estoy creando sea como verdaderamente es.

¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Lo que más me ha resultado ha sido soltar. Cuando suelto y me rindo, pasa algo y, se desencalla la emergencia. Hay que decir también que llego a ese punto después de haber intentado doscientas mil soluciones. Si algo me caracteriza es el trabajo. Soy incansable y, a veces, me planteo si me podría haber ahorrado esos esfuerzos, o es justamente por esos esfuerzos, que llega ese momento de entrega, de soltar. Es decir,  me pregunto si solo después de haberlo intentado todo, te ganas la vía del no intentar nada.,

Campo flores

¿Qué música se escucha en tu cocina?

Me relaciono con muchas artes, y fíjate que la música es un arte que no me ofrece ningún obstáculo. Sólo hago silencio, escucho y fluye a través de mí… para mí la música es una manifestación de lo invisible. Es “Divina”, con mayúscula. Es forma y fondo, es continente y contenido.

¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

La palabra “mágico” no me gusta mucho. La asocio con “irreal”, algo ligado a la ilusión, con apariencia de lo que no es. Tiene una connotación negativa para mí, porque siento que es una manera de endulzar innecesariamente las cosas. Pero no solo eso. Muchas veces se denomina “magia” a cosas que tienen un nombre propio, uno que pide que tú te comprometas más con ese nombre, con lo que está nombrando…

¿Cómo cuentacuentos, qué cuentos se cuentan en tu cocina?

 Mira, en este momento estoy con la escritura de un libro de cuentos para adultos. Oscilo entre la producción para adultos y la infantil de forma aleatoria. Son cuentos para ser contados. Son cuentos que invitan a hacerse preguntas, a resolver dilemas. Son cuentos que inquietan. No muestran caminos, ni respuestas, para que así cada lector ordene y resuelva.

No me gustan las moralejas, ni los cuentos que “enseñan”, ni que me digan qué debo entender de lo que he leído. Lo que yo entiendo, es lo que me pertenece.

¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Yo diría que la acción, el movimiento creativo como persecución de un objetivo.

Soltar

-Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado

 Una palabra:escucha”, esa palabra me alimentó. Una frase que me ha alimentado mucho es: “Estoy contigo”.

Un color: rojo claro

En este momento, no puedo darte respuesta a los otros dos.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Ummm es difícil la pregunta, porque una cosa es lo que yo quisiera, y otra lo que  puedo necesitar sin que yo lo sepa.

Creo que la respuesta sería:  la cocina que yo necesite en cada momento.

Acabo la entrevista pensando en que los sabios, desde siempre, han utilizado los cuentos para transmitir las cosas importantes de la vida. Qué fácil parece a los ojos del que escucha un relato; tanto, que se cuela hasta nuestra alma tocando con su voz y su mensaje todo nuestro ser.

Y le agradezco la profesión que ha escogido que aúnan, sencillez, humildad, belleza y magia.

Os dejo hasta el próximo día, con el deseo de que algún cuento llegue a vuestras manos y os permita acceder al ser que sois y sonreír.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Un diminuto punto azul pálido ( Carl Sagan)

Llegó el día. Nos anunciaron la entrada del solsticio y el evento planetario más esperado: hacía 800 años que Júpiter no se encontraba con Saturno como lo haría este año.

Conjuncion jupiter saturno

-¡Hay que vivirlo! – me dije.

El fuego que había en mí se entusiasmaba con el evento, mi aire se arremolinaba pensando en mil y un escenarios y, mi tierra pensaba, cómo organizar el disfrute de ese momento, como no, compartido. Acompañados por esa infusión que me gusta y me lleva al sentir donde quiera que esté.

A pesar del frío, de la humedad, la excitación estaba presente, también la alegría de poder vivir algo juntos de nuevo ,algo que quedaría en nuestra memoria.

Y nos reímos, y no atinábamos a montar el telescopio que hace una eternidad alguien que me quiere me regaló, quizás para poder disfrutar de este momento y, lo ves. 

 

Se hace el silencio y, recuerdo a mi padre señalando en la fotografía del hemisferio celeste y diciéndome: Tundra, vives en ese diminuto punto azul pálido.

Planeta Tierra

Lejos de sentirme insignificante me siento privilegiada por estar y poder cocinar en esta cocina.

Algunos sabios dicen: “lo que es arriba, es abajo” y pienso si toda esa inmensidad está en mí, en nosotros. Sí, me digo, vivimos en una cocina que lo tiene todo. Lo tenemos todo. Sólo hay que aprender a utilizar todas las especies: cuando poner un poco de pimienta o cuando endulzar, cuando saborear lo amargo y refrescarlo, cuando calentar nuestro estómago y arroparlo, y me voy a la cocina de fusión de Dàmaris.

Recordando el post en el que os preguntaba qué cocción queríamos para nosotros  o, qué receta nos preparábamos para hoy, mi mente, con un punto de nostalgia, vuelve a la infancia y a una música, Aprendiz de brujo, y conecto con las infinitas posibilidades, con las infinitas combinaciones y la capacidad de experimentar y de jugar que nos ofrece este momento.

Ante tales expresiones de entusiasmo, algunos podrían decir, no seas ilusa… y me resisto a que esa expresión me hunda el corcho; os diré porqué. Iluso proviene etimológicamente del latín (illusio-onis) que significa engaño y podría quedarme ahí, pero no, y voy algo más allá, observo que el verbo illudere está, en su núcleo principal, compuesto por el verbo ludere, jugar

 

 

…y pienso, ¿qué es esta vida sino un juego? Cierro los ojos y le doy las gracias a Mario, por su semilla.

Eso es, esta vida es un juego donde se te permite utilizar todos los ingredientes, combinarlos, disfrutarlos u obviarlos, compartirlos o no…  y quizás, después de jugar un poco, te das cuenta de que ésto es una ilusión, sin la connotación “despectiva” de engaño, por que no lo es, pero sí que no es real.

Me hago el símil de que es como haber entrado en un videojuego, donde puedes hacer todo lo que quieras y, llega el día en el que el juego se acaba… algunos quizás antes, otros quizás en ese momento tomamos consciencia de que sí es un sueño como decía Calderón de la Barca; pero hasta que se acaba el juego o el sueño, tal y como lo conozco, menudas posibilidades gastronómicas tengo frente a mí y, saco a mi aprendiz de brujo con la intención de crear, desde mi magia, la armonía que mi Real Ser ( como dice un amigo) necesita.

Hoy es el primer día del año, ¡menudo desafío, diría Saida! coge tu barita y toca todo aquello que deseas cambiar, empieza por algo sencillo, ¿cómo vas a empezar tu jornada?

Yo quizás vaya a la playa o al bosque, tengo la suerte de tenerlos cerca, me descalzaré y dejaré que el agua o las hojas acaricien mis pies, y que el sol me abrace y, estaré allí, en ningún otro lugar.

Os aseguro que gozar de eso el primer día del año es un maravilloso regalo… y, después de tal inyección de energía, quizás me aventuraré a experimentar una cocina explosiva, original e impactante que despierte mis sentidos, como nos proponía Pep.

Cuanta sabiduría me rodea. Gracias a todos los que  habéis compartido con nosotros vuestro saber hasta este momento.

¿Seguiremos con nuestra inercia?

Venga, suéñate, ¿A qué jugaremos hoy? ¿Qué magia crearás en tu cocina que le de color y sabor a este año que empieza?

¿No recorre cierta excitación a lo largo y ancho de vuestro cuerpo?

Os dejo deseándoos que dispongáis del tiempo para jugar y soñarlo.

En el próximo post continuaremos con esas especies que nos ayudan a cocinarnos y que pueden facilitarnos el descubrir facetas nuestras que no conocemos.

Os espero. Hasta entonces…

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Cada cosa tiene su tiempo

Entrevista a Saida Azizi

En esta ocasión nos acercamos a una cocina de otra cultura.

Os sorprendería el inicio de nuestro encuentro. Llaman al timbre, es Saida, la mujer de la eterna sonrisa, llega para que la entreviste y aparece tras la puerta con una bandeja de dulces hechos por ella y, me alegro al ver su semblante risueño incluso detrás de una máscara.  

Saida Azizi

 

Saida Azizi, mujer, esposa y madre, trabajadora social que llegó a España con 24 años nos deja entrar en su cocina; una cocina llena de especies, donde percibes una reflexión profunda que lleva de la mano una firme determinación aderezada siempre con generosidad y alegría.

-Saida dinos, para aquellos que nos lean, qué significa tu nombre.

Tiene un significado muy bonito, significa felicidad; y yo soy así, siempre veo el lado positivo de las cosas. Siempre veo esperanza en lo que pasa y tengo fe en que siempre hay solución.

-¿Te gusta tu cocina?

Estoy orgullosa de mí misma, de las elecciones que he tomado y de todo lo que he superado; empezando por la decisión de venir a España y tener que aprender un idioma que me era totalmente ajeno. Piensa que no podía comunicarme con nadie, y tuve que adaptarme a las costumbres y a cómo construir mi familia en un país distinto. No obstante, también creo que he tenido mucha suerte, por que me he encontrado con gente maravillosa que me ha ayudado en mi camino.

 -¿Qué tipo de cocinera eres?

Soy una luchadora, pero una luchadora alegre. Nadie te regala nada y, detrás de cada logro, existe un esfuerzo para superar un desafío. La vida me llevó por caminos imprevistos y a medida que iba caminando, iba marcando objetivos.

Fez- Marruecos

-¿En qué medida tu cultura de origen impacta en cómo te cocinas?.

Cuando vivía en Marruecos, pude presenciar injusticias en las mujeres, que me revolvían el estómago; mujeres con estudios, incluso de una determinada posición, eran maltratadas, y eso no lo toleraba, y reivindicaba lo injusto de la situación frente a un entorno que lo aceptaba por que era la costumbre.

De alguna manera hui de una sociedad que permitía conductas que no quería para mí, y me fuí no queriendo mirar atrás, sabiendo que me alejaba de mi familia, pero también de algo que era inadmisible a mis ojos. Y sigo reivindicando a día de hoy, cuando voy, la necesidad de cambio.

Por otro lado, soy feliz aquí y allí disfrutando de todo lo que me ofrece cada una de las culturas.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu cocina?

Si, en dos ocasiones ha habido un cambio importante; por un lado, cuando decidí venirme a España; en ese momento me di cuenta del impacto que mi decisión había tenido en mi vida, lo había dejado todo, y tomaba las riendas de mi vida sola.

Por otro, cuando decidí retomar mis estudios universitarios. Me faltaba algo y finalmente, después de 20 años, pude continuarlos, a pesar del miedo al fracaso, el desafío fue superado, nuevamente. Ahora se, que puedo empezar de cero cuando quiera. 

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Es una cocina cuyo resultado es la mezcla de las dos culturas en las que me muevo, la mía de origen y en la que vivo desde hace ya más de 25 años y, en la combinación, surge un sabor distinto y buenísimo.

He aligerado las comidas, que ya no son tan especiadas como en Marruecos, ni tan sencillas como aquí, creo que he logrado encontrar el equilibrio, dando el valor que en mi cultura merece la gente a la que quiero, teniendo siempre las puertas de mi casa abiertas para quien desee venir.

Galletas de Saida

-¿Qué connotación tiene tu cocina cuando la vives en árabe?

Una cocina donde no existe el reloj y se dispone de mucho tiempo, donde la vida es sosegada y se corre detrás de pocas cosas. Por otro lado, tiene una connotación de desafío y de superación de todo aquello de lo que iba huyendo.

-¿Qué especies han aportado las notas que dan calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?.

Calor:  mi marido, me he sentido protegida y ha sido mi gran apoyo, es enormemente generoso.

Picante: mis desafíos ( dice con cara pícara)

Dulzura: mis hijos

Frescor: todo lo que he logrado

¿Cuál es tu ingrediente estrella?

La esperanza delante de cualquier situación que se me presenta, es lo que me sostiene. Mientras haya vida, hay esperanza.

-¿Sabes cuando cambiar de cocción?

Si, identificarlo y aceptarlo es lo primero, cambiar de dirección cuesta, los giros cuestan, pero mi vida ha sido una adaptación al cambio, llevo muchos años de práctica.

– ¿Cuan importante es la estética del plato en tu cocina?

Soy una mujer eminentemente práctica, si consigo el sabor, la estética es secundaria.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Si, acercarme a mi fe, y también cuido mi bienestar para coger fuerzas y abordar lo que me trae la vida.

Confío en que Dios puede sostener lo que yo no puedo, y en Él consigo una paz interna.

-¿La magia existe?¿Hay espacio para la magia en tu cocina?

Hay magia, gracias a Dios, y he tenido mucha suerte a pesar de las dificultades.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Sonrío, siempre…incluso con mascarilla, es mi terapia.

 

-Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: cuando oigo la palabra desafío (en árabe: “altahadiy”), me da energía.

Un color: el azul, el color del cielo y el mar.

Un olor: el olor a tierra, al campo, me inspira paz.

Un sabor: el dulce, me encanta.

-Con lo que sabes y lo que has vivido hasta ahora, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Soñaría con la misma cocina que tengo, he disfrutado de la vida que he tenido a pesar de sus dificultades que, por otro lado, han sido un desafío que me ha gustado. Yo he decidido lo que quería y, he ido a por ello, a pesar de todo, así que la vida que tengo me gusta, estoy a gusto con ella.

La conozco desde hace mucho y siempre me sorprende su perenne sonrisa.

Adentrarme en su cocina me recuerda lo que es realmente importante, y que tiene mucho que ver con cómo me relaciono con el otro, conmigo misma y desde dónde.

Quizás la próxima vez nos veamos en un “hammam”, sin reloj, “maternándonos” mientras compartimos una de nuestras conversaciones con un buen té.

A todos aquellos que me leeis y escuchais, deciros que nos encontraremos el primer día del año. Un año nuevo, un año por estrenar  y, al que cada uno le puede dar el color, el sabor y el perfume que desee. Piensa en qué connotaciones quieres para este año que entrará. Si no lo decides tu, alguien lo hará por tí…¿por qué no tomar tu la dirección en este “pinto y coloreo”? Seguro que te sorprenderá.

Me despido de vosotros hasta dentro de unos días, deseándoos que encontréis un intercambio sin tiempo que os alimente el alma. Felices Fiestas.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

El sabor de la canela

Desde la última vez que hablamos, han pasado muchas cosas en nuestras vidas. Entrado el otoño, uno piensa que, con la caída de las hojas, con la llegada del frío, todo se ralentizará, permitiéndonos, como dice una amiga, empezar a entrar en nuestra cueva y, no obstante, últimamente tengo la percepción de que los acontecimientos galopan veloces pareciendo exigirme un esfuerzo extraordinario al que me resisto.

Mi cocina me pide serenidad y sosiego y, me doy cuenta, de que la única que no tiene sosiego es “la loca de la casa”, mi mente, así la llamaba Teresa Sánchez de Cepeda.

Y la vida, se encarga de poner semáforos en nuestra cocina; y hay momentos en los que la cocción se para o se crea un paréntesis que nos hace sentir, pensar y, si tenemos fuerza y decisión en ese momento, a lo mejor incluso, dar un pequeño giro a nuestra vida.

Otoño

La muerte es uno de esos acontecimientos, que aun siendo tabú socialmente y estar asociada a la tristeza, te concede parar unos instantes, simplemente para dejar de cocinar con el robot en automático.

En los últimos tiempos y, con ocasión de lo que estamos viviendo, he tenido la suerte de poder oír más allá de la pérdida, lo que cada uno de los que he conocido y, han fallecido, me han dejado en el aire.

Os confesaré que mi cocina se para cuando alguien me pregunta y, eso han hecho aquellos que se han ido yendo en el último tiempo.

Os diré también que, algunas preguntas que me dejan en el aire se reiteran, con lo que pienso qué no estoy atendiendo en mí.

Y dejo de pelar patatas sin sentido siguiendo una de las máximas que se arrogan a la prevención: PARA, PIENSA, ACTUA.

De hecho, esa máxima me la he “modificado” un poco.

Incapaz de seguir una receta al pie de la letra porque lo fascinante es experimentar, PARO, harto difícil en alguien impulsivo, (a pesar de que hay trucos de cocina que te ayudan en eso, como ir de la mano de la respiración) y, creo el momento SIPI, (siento/pienso), para poder actuar después.

El momento SIPI es ese momento en el que me dejo sentir y pensar al unísono; si de la confluencia, la música que resulta es armónica, ACTUO.

Así que esos momentos de no cocina, esos “PARO”, son el principio de un maravilloso camino que me permite preparar un buen menú. Quizás no será sofisticado pero sí llevará mi intención y atención consciente, un sello único y personal que podré compartir con todos aquellos que me rodean llevando una intención armónica donde esté .

 

¿No os sentís en este momento portadores de un perfume especial?

Lo somos, todos, cada uno. A veces lo tenemos bien escondido al final de nuestra alacena, y es cuando la vida te da esa oportunidad de parar (si quieres cogerla), que te permites preguntarte si estás ofreciendo tu perfume, si el aire que te rodea ha quedado impregnado de él, para que, al olerlo, alguien, pueda cerrar los ojos y sonreír, sentirse en casa y abrir su corazón.

 

Las buenas pausas han de ir acompañadas de una buena infusión y, qué mejor infusión que la de la canela…y así, empezaremos nuestra andadura entre las especies.

Te de canela

Cierra los ojos y evócala. ¿Qué significa para ti la canela? Su olor, ¿A dónde te lleva? ¿Quién te acompaña en ese momento?

Es tiempo de parar y hacerse esa infusión; a solas o en compañía, cerca de una chimenea o rodeados por una manta y, sentir como nos posee lentamente recordándonos quiénes somos, calentando nuestro interior, llegando a todos nuestros recovecos, despertando la fe y la confianza necesarias para mostrarnos como lo que somos verdaderamente: puro AMOR.

¿Te paras? ¿Te dejas abrazar por la canela y convocas tu momento SIPI?

Cuando lo sientas, no habrá duda, ACTUA y cocínate, dejando que tu YO, salga al escenario para hacer lo que mejor sabe.

Mientras, la naturaleza nos ofrecerá un ejemplo externo con la llegada del invierno, de una cocina silenciosa que, no es más que el preludio de la explosión que llegará en primavera.

Con el deseo de que tengáis un buen inicio del mes de diciembre, os dejo hasta dentro de unos días.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Juega cada día de tu vida

Mario Navarrete

 

En esta ocasión, le hacemos nuestra entrevista a un reconocido Artista de restauración de mosaico florentino.

Con 72 años, Mario Navarrete Niño, colombiano de origen e italiano de adopción es conocido donde quiera que va por su creatividad y por su alegría además de por su profesionalidad.

Desde muy pequeño le llamó la atención la capacidad de transformación del hombre, a través de sus manos, de su voz… y con su presencia transforma cada día su entorno.

Hoy,  lo encontramos entre unas rocas, cerca del mar, buscando el material para hacer una construcción de piedras en equilibrio y esperando a los niños con los que despliega todo su arte; y es que “los niños van a buscar a aquel viejito y lo que tiene dentro”.

-¿Te gusta cocinar?  ¡Claro! Somos privilegiados sólo por tener la vida.

Fíjate que por el gusto de cocinar lo que yo he sentido que quería cocinar, me presenté a un concurso con 10 años, sin tener el material, pero me las ingenié compartiendo los colores con otro chico y gané el primer premio.

Todavía recuerdo lo que pinté: un cuadro con el fondo negro y un libro iluminado por una vela.

Por premio, en mi casa, obtuve  un castigo importante por parte de mis padres. La tristeza era inmensa, porque quería “morir” después de aquello, ya en aquel entonces, el arte era mi vida y me lo negaban.

Los artistas, que era lo que yo quería ser, no tenían buen cartel en aquella época  en mi país, porque se les asociaba con vidas desordenadas o depravación, y con 12 años, entendí que, para poder hacer mi cocina, debía irme de mi casa y, eso hice.

He conocido tiempos muy duros desde muy chico y también el éxito más clamoroso y ahora, a día de hoy, te puedo decir, que no tengo nada y no teniendo nada, lo tengo todo. Puedo comenzar en cualquier momento.

-¿Qué tipo de cocinero eres?  Soy un cocinero extremadamente simple. Con las mínimas cosas puedo hacer cosas muy bellas.”

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Me siento muy cómodo, porque en cada ocasión descubro la sencillez, las cosas simples. Cuanto más simple, más auténtico.

Cada día comenzamos y no debemos olvidar nunca el sentido de la niñez, es entonces, cuando nos volvemos viejos, rígidos y estáticos. Pero si todavía nos movemos desde la locura de la inocencia, todo es nuevo todos los días.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Si, y no hace mucho. Me diagnosticaron un tumor devastador. No tenía sintomatología, pero me estaba muriendo.

Siete horas de cirugía me hicieron pensar que alguien me dejaba un ratito más por aquí, para inventar un plato más; no para mí, sino para deleitar a los demás.  Eso es lo que me encanta, cocinar para los demás y ofrecer lo más bonito y lo más gustoso.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Mi cocina no tiene ningún tipo de nacionalidad, y he tenido una buena oportunidad de viajar. Los platos más simples siempre me han gustado, lo que es menos elaborado. 

-¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Creo que los ingredientes italianos, que son muy simples, dan mucha belleza y un exquisito sabor. Te pongo el ejemplo de la albahaca, dos hojas en un sencillo plato de arroz lo convierten en un manjar. En la vida lo mismo, la simplicidad da los toques más bellos y deja un sabor lindo. Las especies importantes, predominantes, no me han atraído demasiado.

-¿Cuál es tu ingrediente estrella?

La albahaca, insisto con la simplicidad.

-¿Sabes cuando cambiar de cocción?

Estoy aprendiendo. Es difícil tener la certeza y se va cambiando a medida que las cosas van pasando. Soy flexible y humilde, estoy dispuesto todos los días a aprender. Como un filósofo ya dijo hace tiempo: “sólo sé que no sé nada”.

Ayer precisamente leía de Séneca una frase muy linda: “enseñar es aprender”. Y yo aprendo cada día, hace más de 50 años que trabajo con niños, jóvenes…los niños son prodigiosos.

-¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

La sencillez, la autenticidad y la humildad.

Mario Navarrete_marioneta

-¿La magia existe?¿hay espacio para la magia en tu cocina?

¡Claro que sí! ¿Si no existiera la magia en nuestras cocinas cómo lo haríamos para comer?

Es fundamental la estética del plato. La magia, que nadie sabe exactamente lo que es, permite plasmar la belleza en el plato. Sin magia no hay transmisión.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

El amor por el Arte, por la belleza. Yo no nací siendo ningún Leonardo Da Vinci, pero nací con la sensibilidad para adorar el Arte. El arte es jugar y al jugar transformas las cosas y eso es mágico. El gusto por el arte es lo que llevo practicando toda mi vida.

-Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Palabra: Humildad

Color: rojo

Olor: Albahaca

Sabor: Maracuyá, sabe dulce y amargo a la vez y has de tomar tanto para que te deleite.

 -Me han dicho que, de vez en cuando, compartes tu cocina con los niños, ¿qué y para qué cocinas con ellos?

Con ellos cocino el juego, el juego es aprender, es comunicar, es comulgar. Ellos son felices haciendo de niños y yo soy feliz haciendo de viejo que aprende de los niños.

-Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Con la cocina que siempre he tenido, con la más simple, esa cocina es la que me trae alegría y serenidad.

-Danos un consejo para la cocina de esos niños que somos y llevamos dentro.

Les diría que jueguen cada día de su vida, mientras puedan. Si mueren jugando ni se darán cuenta de que se han ido, y eso espero que sea lo que me suceda a mí.

Al acabar la entrevista nos invita a los que estamos alrededor a saltar al mar desde una roca. Mi niña, quiere, mi adulta analiza y pone excusas para no hacerlo,  pero su energía puede más y un salto me lleva a recordar que sí se puede.

La alegría de sus ojos surge de su interior y la comparte cada día con aquel que quiera visitarlo.

Y bromeo conmigo misma pensando qué habrá desayunado, por que cuando sea mayor, quiero ser así.

Livorno_puesta de sol

Os dejo hasta dentro de unos días, no sin preguntaros:  Y vosotros, ¿qué salto tenéis pendiente dar?

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com