¿Lo oleis?
Hoy segaron los campos de avena y en el aire quedó un perfume dulzón, seco y al tiempo acogedor al que siguió un atardecer bañado por el aroma que yo asocio al verano, el jazmín, sí, ese característico de los jardines del sur de España que te embriaga cuando te acercas y que a mi me lleva a mi niñez y a largos paseos en noches calurosas.
El verano con toda su expansión nos llena de energía y en este último encuentro, de nuevo, antes de unas merecidas vacaciones, me gustaría que sintiésemos, que sintiésemos nuestro impulso.
Quizás sólo me ocurra a mi, pero hay algo en el verano que me invita a expresarme, a abrirme, a desplegar las alas.
Muchos de los impulsos importantes que tomé en mi vida, los tomé en esta estación que me vio nacer y que invita a abrir los brazos para ofrecer y para recibir.
Una estación que viene coloreada de alegría, de risas y compartires quizás por que el día es largo y el sol nos ofrece muchas horas su presencia, quizás por qué nuestro sol interno resuena con él y abre la caja de pandora, una caja que nos ofrece transformación y cambio; un cambio que hará que nuestro sol interno no se apague en los inviernos de la vida y podamos lucir quienes somos en cualquier estación, dándole la intensidad que requiere el momento.