RECORDAR

Parece que hemos entrado de lleno en el otoño, cambió el clima e invita al proceso de ir metiéndonos en nuestra casa; algunos le llaman: “volver a nuestra cueva”, que nos permite ajustarnos a los ritmos naturales, a ralentizar nuestra actividad exterior y su expresión.

La connotación que tiene para mí el mes de noviembre es que parece un mes de tránsito entre octubre y sus celebraciones, y la navidad; así que parece que pasa sin pena ni gloria como si no tuviese luz propia.

En este mes “sin luz” os traigo una palabra que invita a ir hacia dentro y cerrar los ojos; esa palabra es RECORDAR.

He tenido la suerte de cruzarme con gente muy creativa y brillante en mi vida y una de ellas es Montserrat Gascón, con quien aprendí a liberar el pericardio…pero esa es una historia que, aunque viene al hilo, merece otra ocasión.

Montserrat tiene una visión muy específica, concreta y al tiempo dulce de lo que significa RECORDAR.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

No sé a vosotros, pero a mí, recordar, inicialmente me llevaba a un estado de nostalgia que desplazaba mi atención al pasado: volver a la niñez, a los olores conocidos, a los espacios y personas familiares…y podía hacer que me perdiese el presente; en esos momentos me asaltaba la frase de John Lenon diciéndome que “la Vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”, así que, lo de recordar, no me entusiasmaba mucho porque me llevaba a una especie de letargo y me decía a mí misma: déjalo para la vejez…quizás , cuando llegue ese momento tendrás un acopio importante de experiencias que quieras compartir y tenga sentido volver atrás. Ella, Montserrat, le dio un toque distinto de color cuando nos hizo observar qué veíamos si separábamos las sílabas: RE- COR-DAR.

Para ella, RE-COR-DAR era reconectar con lo que da el corazón, con lo que realmente somos para que la Vida vibre de nuevo en nosotros y que el fuego de nuestra esencia, EL ESPÍRITU, irradie a través nuestro.

¿No os parece hermoso? Visto así, RE-COR-DAR, esto es volver al corazón para recordar quienes somos, aporta una luz propia y singular a un mes aparentemente insulso.

¿Qué tal si aprovechamos este mes para RE-COR-DAR quienes somos? Algunos, lo haréis paseando por el campo; otros, leeréis algún libro; otros, escuchareis una pieza de música, cada cual con aquello que le resuene más y poned la intención de “RE-COR-DAR” para que no seamos más el obstáculo sino el puente que permita que se materialice la frase hermética: como es arriba, es abajo.

¡Feliz exploración y, quizás, reencuentro!

Luz y alegría

Tundra,,

Tundra

 

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El Templo de la Verdad

Dice la leyenda que, hace mucho mucho tiempo, se había construido en un lugar emblemático el Templo de la Verdad. El templo estaba sostenido por once hombres y once mujeres, así que sus columnas eran parejas y se sostenían unos a otros. Sostener aquel templo no era fácil. Requería saber de sí para mantenerlo con coherencia.

A ese templo peregrinaban e iban a rezar los que dudaban, los que se sentían perdidos, los que vagaban sin rumbo.

El Templo de la verdad

Rodeado de olivos, acariciado por los vientos del sur en una tierra seca ofrecían el aliento al que moria en vida.

Un día, un viento procedente de no se sabe dónde, los rodeo creando la duda en sus oídos. Algunos pasaron por alto esas voces de sirena, mas en otros, su susurro abrió una brecha que los confundió, haciéndolos dudar sobre lo que sostenían: ¿qué verdad era esa?  y ¿para quién la sostenían?

Aquel viento desconocido coló en sus mentes un nuevo lenguaje que les ofrecía la posibilidad de descubrir otras cosas para sí, así que algunos de ellos fueron abandonando su honorable propósito, abandonando así también a su homónimo masculino o femenino en aquel templo. Las parejas se desparejaron, y el templo fue perdiendo columnas de sostén.

Finalmente fueron tan pocos los que se quedaron a sustentarlo que el templo se cayó.

Durante mucho tiempo se vivió en el caos pues no había referencia ni orientación, y las gentes andaban de un lugar a otro buscando sin orden ni concierto. Buscaban y construían templos similares que al poco se derruían siendo sustituidos por otros más ostentosos y brillantes que nuevamente acababan desapareciendo.

Dice la leyenda que los dioses, en su compasión, decidieron encender un fuego en el corazón de los hombres.

Dicen también que, a lo largo de los tiempos, esas almas se han ido buscando para reconstruir aquel templo original y que en algún lugar, bien protegido de vientos poco amables lo consiguieron, y lo mantienen a resguardo; no obstante, los que lo buscan lo encuentran y cuentan que ya no son once  parejas las que lo sostienen, son muchos más.

Vega

Se dice que aquellas almas primeras buscaron algo que les recordase cada día su fragilidad para así poder sostener y no volver a olvidar su verdadero propósito, y pusieron una estrella en el firmamento: Vega, para no perder el norte y recordar que debían ser fieles a los dictados de su corazón; a su verdad.

Desde entonces, hay muchas almas que miran nostálgicas cada noche a Vega, buscando el camino de vuelta a casa, y ella, silenciosamente, les marca el sendero que los lleva a su corazón.

Luz y alegría

Felices Fiestas a Todos

Tundra

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