Y ese plato de colores puede ser una vestimenta sedosa, una camiseta blanca de algodón o de colorines, un recogido en el cabello, un afeitado, un perfume, para cada cual y cada momento habrá algo distinto, ese algo que permite encontrar ese balance perdido.
Seguro que os ha pasado a vosotros en algún momento, y es a partir de esa sencilla decisión, de ese pañuelo al cuello, de una colonia fresca, que creamos ese toque armónico y bello que necesitamos justo para ese día y, desde ahí todo parece que fluye de manera distinta y se desprende alegría y paz en nuestro quehacer diario.
Hay personas muy sensitivas que saben reconocer esa pieza del platillo que no hemos colocado, falta el verde, quizás algo refrescante, falta el rojo, quizás algo picante y cálido, falta el amarillo…
¿Conocéis a algun@?