Y a ti, ¿qué te pasa?

Y a tí, ¿qué te pasa?

Eso le decía un chico a otro, en tono interrogador mientras yo pasaba por su lado camino a casa.

Nunca sabremos lo que aquel chico le contestó, si es que hubo alguna respuesta con sujeto, verbo y complementos, pero sí me dio pie a pensar en cuantas veces desde que se inició este precoz verano, he oído esa pregunta: Y a ti, ¿qué te pasa?

Es una pregunta que recoge una demanda con algunos matices. De una parte, muestra interés en lo que le pasa al otro y, al tiempo, hay un cierto sabor de fondo que parece recriminar que no se esté como unas castañuelas.

Parece que hay una pieza en el puzle que falta, o algo que no encaja o…vaya ud a saber…y sobre eso quería hablaros.

Si compartes con conocidos la situación,  la respuesta surge con inmediatez : ¡la culpa es del calor! …y cómo estas temperaturas, que exceden con mucho la capacidad de aguante de la media de la ciudadanía, sobre todo después de algunos días, están haciendo mella en el sistema nervioso de algunos, no permitiendo un descanso reparador ni el disfrute de la vida en la calle hasta que no avanza la tarde.

Se oye a algunos bendecir el ir a sus lugares de trabajo y gozar de un aire acondicionado que alivia un ambiente tan caluroso, mientras compadecen a aquellos que por su trabajo sudan lo que no está escrito en las carreteras, parques o pateando las calles.

Para esa respuesta inmediata, hay una tirita, que es llevar una vida (en la medida de nuestras posibilidades) ajustada a la estación y a las condiciones que nos rodean, no sólo respecto a nuestro trasiego laboral diario, si no a lo que comemos, a qué tipo de ejercicio hacemos…

Al margen del calor presente, y a pesar de ello, el sabor de lo que se percibe no tiene un registro dulce y alegre, pareciera que se convive con cierto malestar; está en el aire y uno piensa: quizás pueda ser la política internacional, y no sería para menos, el mundo, como diría mi abuela, está patas arriba; no obstante, quizás sea el momento de preguntarnos, si no lo hemos hecho antes, qué es lo que nos disgusta tanto y qué podemos hacer nosotros; qué es lo que está en nuestra mano para que ese sabor sea por lo menos neutro si no puede ser dulce.

¿Os suena a revista de autoayuda? Si lo es, no es mi pretensión, pero sí lo es enfocarnos en el autocuidado, y os diré por qué.

Nos pasamos la vida haciendo, moviéndonos y ese movimiento tiende a ser externo, dedicándonos  poco, muy poco a cosas muy sencillas y que tienen verdadero impacto en nosotros.

¿Nos preguntamos cómo reacciona nuestro organismo con ciertos alimentos?, ¿Cómo nos sienta lo que pensamos?, ¿Cómo nos sientan las decisiones que tomamos?.

Cada día en nuestra vida hemos de elegir y, a veces, el resultado de una elección, sobre todo si no nos gusta el resultado, puede dirigirse hacia los demás, no responsabilizándonos de sus efectos, abocando así una cantidad ingente de “basura “a nuestros conciudadanos, a ese aire que todos respiramos.

¿Sería quizás una buena opción aprovechar las vacaciones y propiciar lo que su etiología nos propone, esto es: estar libres y vacíos y así poder darnos cuenta de cómo nos relacionamos con lo que nos rodea y poder tomar conciencia de lo que nos hace bien?

Deseo que esa parada sea una realidad y nos permitamos la posibilidad de escucharnos y escuchar para poder movernos más armónicamente y poner algo de dulzor a este mundo que parece estar “patas arriba”.

Yo lo procuraré.

Buen verano a todos y gracias por compartir conmigo un año más.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com