Un día alguien pasó por delante de la casa, y oyendo el sonido de las teclas del piano abrió la cancela, llena de herrumbre, y entró en ella.
Por supuesto, nuestros tímidos ratoncillos, al oír el chirriar de los goznes de la puerta se escondieron, observado curiosos al intruso que se paseaba por toda la casa.
Como no, llegó a la habitación del piano y allí lo descubrió…lleno de polvo…lleno de polvo, y lleno de señales de patitas por todos lados.
Sorprendido ante el descubrimiento, abrió las ventanas, dejó que la luz ocupara la habitación y se sentó a tocar el piano.
No sonaba mal.
Salió decidido. Esa sería su casa. Habría que ponerla en luz, limpiar, pintar, decorar…un proyecto que abordar con energía, sin prisa, pero sin pausa.
Así que nuestro pianista compró la casa y actualizó cada una de las estancias, así como el precioso jardín que la rodeaba, no sin esfuerzo, pero con ilusión por la visión que lo empujaba.
Reparó las cañerías que inundaron la cocina; sustituyó los cables que se habían quemado y todas las tardes, al ponerse el sol, tocaba el piano entre pinturas y herramientas.
Buen relato, magnífica reflexión final. Me encanta!!!.
Gracias guapa. Un abrazo.
Muy bonito y además original, como todos tus cuentos.
Ésto me dice: pensar, estudiar y a ver si doy con los “ratoncitos” que me puedan llevar a la luz que tanto se precisa.
Mi enhorabuena y gracias, gracias por estar ahí, “detrás de la esquina” para encontrarme contigo.
Te mando un Mmuuuuaa grande para tí, y hasta el próximo cuento. ❤️❤️❤️🌹🌹🌹🌹🌹
Qué bonito que lo disfrutes! Me encanta saber que os llega de muchas maneras…un ratito corto para estar con uno mismo.
Un abrazo y hasta el próximo post. Bss.