Únicos

Eres único.

¿Cuántas veces nos han dicho esa frase? ¿Cuántas veces la hemos leído? Y ¿cuánto sentido tiene para nosotros en el día a día?

Desde que somos pequeños de una manera u otra, se nos informa de nuestra “exclusividad”; hecho que se refuerza en la escuela, entiendo que con convicción por parte de los maestr@s que puede ver en cada uno aquello que nos hace verdaderamente únicos; esto tiene un momento estrella en la vida y es que cuando vas a hacerte el DNI  te recuerdan que no hay una huella dactilar idéntica a la tuya.

Hay entonces tantas circunstancias que nos informan de ello que deberíamos ser conscientes de lo que implica cada día de nuestra vida y no obstante, nos perdemos en la homogeneidad, en el no querer destacar y confundirnos con el resto olvidando así nuestra propia esencia.

¿Qué es nuestra propia esencia? ¿Qué es aquello que nos hace únicos?

Es cierto que la personas con las que nos relacionamos nos pueden dar idea de aquello que nos hace únicos pero sólo el mirarnos en nuestro propio espejo y escudriñarnos nos permite identificar aquello que sólo nosotros podemos aportar al mundo y que al descubrirlo dibuja una ligera sonrisa en nuestra cara.

Esa identificación de lo que es, no debería estar orientada a incrementar nuestro peso, al fin y al cabo, no somos “especiales” si es que ello tiene la connotación de colocarnos en una posición ventajosa con respecto a los demás. Como dijo en una ocasión una mujer bonita, Carmen, falta en el mundo lo que cada uno de nosotros deja de poner.

Identificar esa unicidad de cada cual, nos lleva a tomar responsabilidad, ¿no os parece?, porque si yo dejo de poner esas flores que se me antoja que faltan en la mesa, por poner un ejemplo, la mesa estará puesta, los comensales comerán, pero el ambiente seguramente no será el mismo, no se propiciaran determinado tipo de conversaciones, no se respirará la misma atmósfera…en definitiva, faltará la pincelada que cada quien da en su propia historia y en la de los otros.

Poner esas flores aporta algo significativo y trascendente, porque de qué está hecha nuestra historia si no de aparentes casualidades (a las que a veces no damos importancia), de pequeños detalles, de olores, de miradas cruzadas al vuelo que nos llevan a escribir nuevos capítulos.

En esta sociedad en las que las tendencias crean clanes, y los clanes nos dan sostén para identificarnos, ¿cuán difícil es sostenerse solo en esa unicidad que se es?

Acaso requiera fortalecer nuestra estructura, nuestra musculatura, nuestros ligamentos dándonos firmeza, que no rigidez.

Si soy distinto, lo fácil es que sea objeto de juicio, por parte de mi mismo y por parte de los que me rodean, un juicio que tiene como referencia un modelo estándar y que parece tener el objetivo de cortarnos a todos por el mismo patrón.

¿No es acaso difícil sostenerse en esa unicidad que soy si mi familia o el entorno me informa constantemente de que salí de la cancha de juego porque no decidí ponerme el traje de chaqueta si no colocarme un manferlan con el que me siento más cómodo o más yo?

¿Cómo lidio con mi propio juicio y con mi necesidad de no estar solo y pertenecer al clan que me sostiene y al que parece que tengo que ser fiel?

Y si soy capaz de sostener eso que me hace único, ¿cómo gestiono la unicidad de mi vecino, de mi compañero de trabajo, esto es, de los otros?

A veces se nos hace difícil incluir en nuestro cuadro las distintas posibilidades que ofrece la vida. Seguramente no nos gustan todas las tendencias gastronómicas, pero ¿podemos aceptarlas y permitir que coexistan con nosotros sin que eso nos suponga una agresión o una invasión de lo que hemos decidido implícitamente llamar “nuestro patio”?

Es interesante observarse en las reacciones que tenemos con respecto a nosotros mismos; fijaos, cuantas veces se nos ocurre alguna cosa y la descartamos simplemente porque no forma parte del elenco de posibilidades que constaba en nuestro libro…un libro escrito por tantos, y en el que pocas veces cogemos nosotros mismos la pluma.

Condicionados por todo aquello que nos rodea, por la tradición, por lo que “debe ser” ¿quién escribe entonces verdaderamente nuestro libro? ¿Nos damos la oportunidad de crear espacios en los que podamos identificar ese perfume que nos es característico y que sólo nosotros podemos traer aquí y ahora (si decidimos hacerlo conscientemente)?

No me refiero solamente a qué hago, qué pienso o qué digo si no a desde dónde lo hago…ummm, eso sí que le da una nota distinta e irrepetible a nuestro vino.

Escribo esto en la estación que nos invita a volver a casa después de haber vivido fuera de ella 24/7 ( 24 horas , los 7 días de la semana) durante el largo verano, un verano este año, que parece no querer abandonarnos, y aun así, el cuerpo nos va diciendo que ya no apetece el helado y que la sandía dejó de estar en el mercado ( metafóricamente hablando… que ahora encontramos de todo en todo momento) y la vida toca a “recogida” una vez más .

Con el deseo de que esta reflexión os acompañe en ese mirarnos cara a cara a nosotros mismos para poder mostrar aquello que nos hace únicos, os dejo hasta la próxima ocasión en la que, os avanzo, nos iremos de viaje de la mano de otra de nuestras lectoras.

Gracias por estar ahí.

Luz y alegría

Tundra

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2 respuestas a «Únicos»

  1. Hola guapa, como siempre, es estupendo tu relato, y ,como nó, único, porque todo lo que escribes lo presentas de esa forma, tan precisa, que se entiende muy bien; y además con ese toque personal para que podamos aprender. Muchas gracias y un Mmuuuuaa fuerte para tí.😘

    Espero muy gustosa el nuevo relato de la próxima lectora. 🌹🌹

    1. Gracias Marisol por tu sostén …compartimos en la próxima ocasión, a ver dónde nos lleva nuestra lectora;-)
      Un abrazo

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