Desde mi balcón_1

He pensado en compartiros algunos descubrimientos o reflexiones que alternaré con los cuentos, como el que ya os hice llegar el mes pasado.

Las reflexiones, las haré desde mi balcón, otra metáfora … aunque en esta ocasión sea un trampolín real. Con el deseo de que nos sean útiles.

Inspiración

Soy especialmente sensible al ruido. Disfruto paseando por la naturaleza sola y a poder ser en aquellas horas en las que sé que no encontraré a nadie. Me deleito escuchando el murmullo de las ramas de los árboles en su vaivén; escuchando a los pájaros que, de vez en cuando, ponen su nota de color a un cuadro sereno, o el crujir de los arbustos que me informan de que no estoy sola.

Me diréis: Tundra, gracias por la descripción, pero, y esto ¿en qué me puede interesar a mí, a parte de conocerte mejor, si es que eso puede ser interesante?

Os quiero compartir algo que descubrí y que me ha sido útil en los últimos tiempos con el único deseo de que, a lo mejor, quizás, también os pueda ser útil a vosotros.

Desde mi balcón, y no vivo a pie de calle, puedo oír un montón de cosas: los coches que pasan con la música a todo volumen en un intento de compartir composiciones que nada tienen que ver conmigo (o no tenían…luego te explicaré por qué), las conversaciones que tiene la gente (si supieran de lo que se entera uno…quizás hablarían más bajito). Lo cierto es, que tengo tendencia a sentir todo eso que escucho como una molestia innecesaria en mi vida diaria.

La primera reacción es contener, es como hacer que no escucho, pero paralelamente, hay una parte de mí que representaría físicamente como una vasija que empieza a llenarse. En ocasiones me distraigo por el camino, como el perro que encuentra otro hueso más interesante y abandona el que tenía en la boca, y esa vasija no llega a llenarse, pero en otras, la vasija llega a colmarse y de repente se convierte en un pequeño incendio que sube desde las entrañas, pasa por el pecho y llega hasta mi cabeza donde algún sicario surge de la oscuridad y saca la recortada con intención de eliminar de la faz de la tierra aquello que me está perturbando. De hecho, cuando eso pasa, y debo reconocer que pasa con más frecuencia de la que me gustaría, mi mente idea las mil y una buscando soluciones drásticas a la situación. Soluciones como:

  • ¿y si les tiro un cubo de agua?
  • Me quejaré al ayuntamiento…
  • Pondré carteles en los balcones con mensajes como: respeta el silencio nocturno.

… En fin, todo eso, como podéis imaginar, no sale de mí con un color suave y ligero, sale más bien con un tono rojo Ferrari que hace que me hierva la sangre y, como me crea mucha desazón interior, la calmo poniéndome el calzado deportivo y saliendo a la naturaleza que, gracias al universo, queda muy cerca de casa. Inicio mi caminar como un cohete en busca de la ingravidez para quedar suspendida en el silencio de nuevo y, el rojo Ferrari pasa a rosa, luego se clarea, la energía va mermando y finalmente me siento en una piedra y pienso ¿qué le pasa a este mundo? Menuda locura de sociedad…y, aquí viene lo que descubrí.

Ferrari rojo

Hubo un día, ese día, en que llegó a mí una idea peregrina. No sé de dónde salió, pero se coló en mi mente igual que se colaba toda aquella información que percibía y le di las gracias y sonreí.

Seguro que no os sorprende si os describo un anochecer en el que decidís poneros a meditar, por que lo habeis incorporado como hábito. Forma parte de las vidas de muchos y a veces, sobre todo al principio, uno se pregunta: ¿sirve para algo? Os lo aseguro, sirve, así que, si lo habéis incorporado a vuestra vida, no lo dejéis por mucho que en ocasiones os cueste poneros, sólo 5 minutos…a veces esos 5 minutos pueden cambiar vuestra vida.

Pues bien, estaba yo en ese contexto, todo muy zen, cuando empecé a oír como hablaban voz en grito, o al menos así lo sentía yo, algunas personas que estaban en una terraza cerca de casa. Eran las diez de la noche. Mi caldero empezaba a calentarse. Oía las conversaciones, palabra por palabra y, parecía que el cincel y el martillo iban golpeándolas en mi interior. Lo primero que surgió era: ¿no los espera nadie en casa?, parece como si fuesen las 12 del medio día en un mercado callejero.

Lo siguiente era culpar a alguien por permitir tener los locales abiertos hasta tan tarde.

Como podéis sentir, y si no os lo digo yo, estaba en la autopista cargando el Ferrari para decirles (eso sí internamente, por que me “educaron muy bien”) de todo menos bonito cuando se coló la idea peregrina: todo ese ruido que oyes fuera es el ruido que hay en tu mente; y el mensaje seguía: si te callas (mentalmente) se callarán ellos también.

Flor

La llegada de este pensamiento lo primero que hizo en mí fue parar la carrera en la que estaba entrando con mi Ferrari rojo, por que ipso facto me dije: ¡venga va! Y después se incorporó el juego…¿Hago la prueba y me “callo”?  Eso procuré, y como si el universo constatara aquella brizna que se había colado en mí, las voces que me estaban molestando se callaron o al menos, yo ya no las oía.

¿Os lo podéis imaginar? El siguiente pensamiento fue: ¡qué casualidad! y volví a escucharlos, en esta ocasión algo más bajito y, decidí seguir jugando, como los niños cuando se pasan el rato junto al interruptor encendiendo y apagando una luz como si fruto de esa repetición fuesen a descubrir por qué mágico mecanismo se ilumina la habitación.

Y funcionó, en cada ocasión.

Creo que al cabo de un rato se fueron, ya no presté más atención. Después de tantos años de leer sobre todas esas cosas llegaba a mi una experiencia muy útil. Sabéis aquello de:” no expliques cómo es una manzana a alguien que nunca la probó, dásela a comer y las palabras sobrarán”, pues así me sentí yo.

Lo cierto es que, desde entonces, no os engañaré, sigo oyendo las conversaciones, sigo oyendo los ruidos, y quizás me queje por ello, pero cada vez que el Ferrari arranca, recuerdo aquella idea peregrina que me visitó diciéndome: ¿Cuál es tu ruido mental?

Y te pregunto:

¿Tu también tienes un flamante Ferrari? ¿Dónde lo tienes aparcado : en tu mente, en tu estómago, en tu hígado? ¿Es gasolina o diésel? ¿Sabes por qué y cuando arranca?

Ahí lo dejo… Me despido hasta la próxima ocasión deseándoos luz y alegría en vuestro camino.

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Yo soy vaca; ella ardilla; tu mono

En cualquier país del mundo podemos encontrarnos con una familia tan singular como la que os presentaré. Os preguntareis por qué la califico de singular; pues bien, os daré una pista: nunca se habían mirado en las aguas del río. Lo comprenderéis más adelante, si no lo habéis adivinado ya.

Después de conocerlos, mi vida cambió. Quizás también cambie la vuestra.

Empezaré esta historia presentándoos a los miembros que componen esta familia.

Uno de ellos era una vaca. Como vaca que era, era un animal grande, lento, no parecía tener grandes aspiraciones; sin aparentes deseos a parte de alimentarse y descansar al sol; no parecía tener mayor preocupación. Al mirarla transmitía serenidad y reflexión.

Pareciera obvio que alguien que se mueve despacio, que escanea con la mirada lo que le rodea y hasta donde su flexibilidad le permite lentamente pueda transmitir serenidad y sosiego y, que todo el tiempo de que dispone (aparentemente mucho) le permita una cierta reflexión.

Y todo se desarrollaba a ese ritmo, donde todo tenía su tiempo: laaaaargo para disfrutarlo.

El otro miembro de la familia era una ardilla, ¿podéis imaginarla? La ardilla, pequeña, ágil y divertida subía y bajaba por las cortezas y entre las ramas de los árboles próximos recolectando todo tipo de frutos secos, semillas y algunos vegetales.

Su vida transcurría un poco más rápida que la de la vaca que la observaba ir y venir constantemente.

Ardilla le llevaba a Vaca lo que iba encontrando en el bosque, claro que, no todo podían compartirlo, pues su alimentación era muy distinta, pero sí compartían algunos bocados y también compartían largas conversaciones en las que Ardilla explicaba las novedades que había descubierto en su ir y venir, y Vaca hacía lo propio desde donde estaba, porque, a pesar del aparente poco movimiento, pasaban muchas cosas dentro de sí.

Y así fue hasta que llegó la prole y el prado cambió.

Ardilla y Vaca tuvieron a un pequeño monito.

En este momento os estáis preguntando cuan absurda es esta familia, ¿no es cierto? Nuestra mente nos está informando puntualmente: una vaca y una ardilla no pueden tener un mono.

Nuestra mente, como fiel testigo de lo que estudiamos, acaba de etiquetarlo como absurdo; y quizás la genética nos informa de eso, pero esto es un cuento…¿Por qué no abrirnos a esa posibilidad?

Cuando llegó el monito muchas cosas tuvieron que cambiar, cosas sencillas en las que antes no habían pensado porque cada uno hacía lo que necesitaba hacer respetando sus espacios. Así, uno se paseaba por el prado mientras el otro exploraba los árboles inmediatos que colindaban con aquel o, uno comía nueces mientras el otro pastaba a sus anchas.

Al llegar monito, tuvieron que alternarse para cuidarlo, pues era frágil y necesitaba ser alimentado y protegido.

Descubrieron que, a pesar de poder comer algo del pasto de la vaca, no le hacía bien comer siempre aquello, al igual que tampoco le hacía bien comer siempre frutos secos o semillas. Descubrieron también que, aunque podía caminar al lado de la vaca mientras paseaban por el campo, lo que monito quería era subir a los árboles como ardilla.

Aprendió de ardilla cómo subir a los árboles. Tuvo que descubrir cómo saltar de rama en rama pues, ardilla, lo hacía distinto y se sorprendió abriendo sus ojos de par en par al poder ver todo aquello que no se veía desde abajo y, así, empezó a ampliar su radio de acción.

Con Vaca disfrutaba conversando y explicando historias, con Ardilla descubría un entorno que empezó a hacérsele pequeño.

Vaca y Ardilla observaban al monito y se daban cuenta de que no podían predecir su comportamiento, ni lo que iba a pasar y no podían anticiparse a sus movimientos para evitarle los peligros que hay en todo bosque. Eso, empezó a ponerlos nerviosos, al igual que los comentarios que hacían tanto el rebaño de vacas, como la comunidad de ardillas.

Los primeros, se ponían nerviosos con tanto ir y venir, tanto subir y bajar rompía su tranquila vida en el prado desde donde veían los confines de su mundo.

Los segundos, no entendían porqué no recogía hacendosamente frutos y semillas para el invierno, por qué no trabajaba arduamente para construir su refugio en un árbol y así poder guarecerse de la lluvia o del frío.

Monito, que era muy sensible, percibía toda aquella incomprensión y se sentía solo a pesar de querer mucho a aquellos con los que convivía y de los que había aprendido tanto. No se sentía cómodo ni con el rebaño de vacas, ni con la comunidad de laboriosos roedores.

Hubo mucho tiempo de enfados por que unos y otros no entendían lo que monito necesitaba y su naturaleza le pedía.

Se oía constantemente a unos:

-¡No subas tan arriba, es peligroso!

-¡No te alejes!

-¡Quédate quieto!

-¿Me ayudas a encontrar semillas?

Monito, que ya dejaba de ser pequeño, habló un día con Vaca y le dijo:- Vaca, no me gusta comer contigo, no me gusta recostarme todo el rato, me gustaría explorar lo que hay más allá de ese bosque.

Vaca le dijo:

– más allá no hay nada. -Mira- le dijo Vaca, -si levantas la cabeza, ¿qué ves?-

-Yo veo el prado, el rebaño, el bosque que limita con el prado. ¿Ves algo más?

-No- contestó monito, -pero Vaca, ¿sabes?, tu ves sólo esto. Subes al cerro por el mismo camino cada día, mas yo he subido con Ardilla a los árboles y se ve un charco de agua enorme al otro lado del bosque, y otros bosques y otros prados. Esto es muy aburrido- concluyó.

Vaca estaba nerviosa, no sabía cómo ayudar a monito que se sentaba a su lado mirando a lo lejos con la mirada perdida.

Era intrépido y no podía evitarle los peligros que sabía que los rodeaban.

Si había otros lugares, también habría otros peligros para los que no lo habrían podido preparar y eso la inquietaba, porque lo veía inocente. ¿Acaso podría despertarse la astucia en él para sortear los peligros, o sería presa de los lobos en cuanto saliese de aquel prado?

Ardilla y Vaca lo querían mucho y mantenían muchas conversaciones intentando ver cómo podrían ayudarlo.

Un día, el viejo búho, al que todos acudían en busca de consejo cuando se sentían perdidos les dijo: – id los tres al río y no bebáis de sus aguas, sólo mirad.

Estuvieron largo rato los tres mirándose en las aguas del río y cada uno veía su cara, sólo su cara. De vez en cuando, monito se quejaba: – ¡qué aburrido! ¿Qué quiere búho que vea, acaso estos ojos grandes?, ¿estas orejas chicas?, ¿estos brazos largos? …

Al oír aquello, vaca dejo de mirarse y miró el reflejo de monito en el agua y se dio cuenta de que no era como ella. Obvio, ¿no?

Miró a ardilla, y se dio cuenta de que tampoco era como ella, aunque vivían en el mismo prado…y exclamó en voz alta:

– ¡Cáspita!, ¿cómo no me he dado cuenta antes? (le gustaba aquella palabra, se la había escuchado a algún humano y le parecía alegre, divertida y sobre todo, el reflejo de un descubrimiento de monumentales dimensiones).

Ardilla y Monito la miraron atónitos.

– ¿Qué has descubierto?

-Que no puedes comer lo mismo que yo, ni retozar en la hierba, ni rumiar …porque ¡no eres vaca! Y tampoco puedes seguir a ardilla, porque no eres ardilla, ¡eres mono!

– ¿Cómo te voy a ayudar a ser mono, si yo no soy mono?

– ¿Cómo lo va ha hacer ardilla, si tampoco es mono?

Vaca estaba entusiasmada con el descubrimiento. Llegó a la conclusión de que, por más que se esforzase, no podría nunca colgarse de una rama, ni ver los otros bosques y prados desde lo alto, porque simplemente a ella le correspondía comportarse de otra manera. Nunca sabría dónde podría llegar Monito pero ella no lo vería con sus ojos. Monito se lo explicaría, mas ella nunca podría seguirle, ni protegerle, ni anticiparse, porque sus destrezas y habilidades eran distintas. Sólo podría advertirle de lo que ella creyera prudente, prudente desde su lugar de vaca.

Ardilla que era rápida y lista, pilló al vuelo el mensaje de Vaca. Ella tampoco podría seguir a Monito. Quizás sí un tramo, quizás sí hasta la rama del roble centenario, lo que había después quedaba muy lejos de casa y, si iba más allá, no le seguiría. ¿Quien le recordaría que tendría que recolectar para no pasar hambre? ¿Quién le enseñaría a ser previsor? ¿A estar alerta y ojo avizor frente a las incertezas de lo que se encontrase?

Esa visión los alivió, más después de soltar la preocupación que llevaban, sintieron una nueva responsabilidad: tenían que encontrar una comunidad de monos que lo ayudasen a desarrollar sus habilidades para poder ser feliz. Esa sería su misión.

Agradecieron a búho su consejo. Él había augurado un futuro sorprendente para Monito, pero nadie había dicho que sería en aquel prado y junto a aquellos árboles. Nadie, nunca, dijo qué tendría que pasar para que el indómito e inquieto monito fuese el rey de su manada.

Encontraron un mono con el que descubrió un millar de posibilidades. Tuvo que caer de las ramas algunas veces, dar su brazo a torcer otras tantas y, poner los pies en el suelo con la misma seguridad con la que volaba en las alturas.

Hoy, monito, vive la vida que quiere. Descubre nuevas posibilidades, y experimenta con seres que, como él, se mueven entre el suelo y el cielo.

De vez en cuando, se deja caer por el prado y comparte sus aventuras con Vaca, que es feliz por que lo ve feliz y, juega con complicidad con ardilla en las alturas sabiendo que ese patio no es el suyo desde hace mucho.

¿Por qué no abandonar el sufrimiento y mirarnos en el río? ¿Vernos como somos y ofrecer a cada cual lo que precisa para poder SER fiel a su propia naturaleza y así ser feliz?

Dedicado a todos aquellos que en alguna ocasión se sintieron igual de perdidos que Vaca y Ardilla, o que son Monito, y no están cómodos en el prado donde viven.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

…Y después de la ola…

Cogí una pluma de gaviota en la playa. Ondeaba acariciada por una suave brisa una mañana muy temprano; se erigía firme, vertical sobre una arena húmeda y sorprendentemente mientras paseaba, la recogí.

Recojo algunas conchas, pero no acostumbro a coger plumas de aves, no obstante, lo hice por que vino a mí la romántica imagen de escribir con ella este último post. La tengo delante mientas os lo escribo en mi ordenador y recuerdo el cuadro que imaginé cuando la acaricié mientras mis pies deambulaban entre la arena y el agua de un mar familiar.

Ahora es de noche. A diferencia de otros posts, antes he salido a pasear por los campos cercanos al lugar donde resido. La noche es cálida y serena. En Los campos donde se plantó cereales sólo quedan los restos de la siega dorados y secos esparcidos sobre la tierra. La luna, espléndida en el cielo, no es perturbada por nube alguna. Huelo el sutil aroma de la cosecha recién recogida y pienso en los principios y los finales y que cada principio tiene impreso en su esencia un final y todo final lleva implícito el principio de otra cosa. Este post es el final de otro principio.

Los finales, no sé si por cultura o por carácter, en mi caso, van asociados a la nostalgia de lo que se pierde o se cierra y, le imprimo una languidez y una lentitud muy lejana a los principios que suelen ser enérgicos y entusiásticos.

Este cierre empieza con un agradecimiento hacia todos los que me habéis acompañado a ir desentrañando algunas cosillas en nuestras cocinas. Un agradecimiento a los entrevistados que nos descubrieron sus “secretos” por si nos podían ser útiles a los demás.Un agradecimiento a los que me inspiráis, a los que me aconsejáis y a los que ayudáis a que esto sea posible.

Nunca he pensado que se pueda hacer algo en la más estricta soledad, porque incluso cuando uno inicia algo aparentemente solo, hay muchos que le acompañan y que fueron labradores y sembradores de aquello que surge, pero en este caso la constatación de que sin todos vosotros no hubiese sido posible, es obvia. Por eso ¡GRACIAS!.

Cuando se finaliza un proyecto se tiende a revisar el progreso adecuado del mismo y si llegó a conseguirse el objetivo.

No lo haré.

Para cada cual habrá significado algo distinto, ojalá ese ratito de conversación con Tundra os haya traído algo más de paz, de serenidad o algún hilo del que tirar y con el que fui embastando este proyecto.

Cada uno puede valorar cómo se siente, si le sirvió, si quiere volver a oír alguno de los posts o de las entrevistas por que le llevó a algún lugar dentro de sí en aquel momento.

Y me pregunto, hoy, ahora, ¿cómo os sentís?

Me gustaría preguntaros si podéis cerrar etapas. Si podéis segar vuestros campos para poder plantar de nuevo la siguiente temporada. Si podéis sostener el tener vuestro terreno en barbecho durante un tiempo a la espera de que, recuperado, pueda volver a darle a las simientes que plantéis, la energía que necesitan para crecer y dar sus frutos.

Yo quise plantar una semilla a finales de agosto del año pasado, y parece que fue ayer…

Os confesaré que estoy feliz, feliz del camino que he andado, de la gente que nos ha acompañado y de lo que he podido vivir y aprender con vosotros; de descubrir este año un montón de soles iluminando cada esquina.

Ante la imagen que traía nuestro último entrevistado haciendo una metáfora de que estamos en un túnel oscuro, me sorprendo sonriendo y alzando entusiásticamente la voz: ¡no está oscuro, lo iluminamos cada uno de nosotros¡  y ahí sí, cogidos de la mano, no hay solución de continuidad y la luz no se apagará nunca, al contrario, brillará con más intensidad por que cada vez más somos conscientes de lo que realmente Somos.

Y me asalta una duda, y me pregunto,:¿habremos aprendido a soltar, a soltar aquello que ya no nos sirve, aquello que parece que forma parte de nosotros pero que no nos hace bien? Aquello, que yo llamo nuestro clavo al rojo vivo, que nos quema pero no abandonamos por que si no parece que no sabemos quienes somos.

Hoy al pasear de noche tenía dos opciones, volver por el mismo sendero por el que había hecho el camino de ida o volver atravesando un pequeño bosquecillo.

No os negaré que mi primera reacción ha sido dar media vuelta y volver por el camino abierto y visible entre los campos, pero algo dentro de mi ha dicho:

– Tundra, ese camino ya lo conoces, ¿por qué no explorar este otro? Respira a ver qué descubres.

He respirado y me he adentrado en un camino que impedía mi visión a medida que entraba y, he descubierto el olor de la resina caliente de los pinos que, sudorosos después de un día de calor, exudan entre los recovecos de su corteza y he sentido como mis pies se hacían propietarios de cada paso y como al salir de ese pequeño tramo oscuro, la luna volvía a iluminar el camino y me he sonreído a mí misma.

Sonreíros por cada pequeña decisión que os hace felices y os permite dar un paso más en el descubrimiento de quienes sois y, si en alguna ocasión os sentís faltos de fuerza, respetad vuestros tiempos hasta que hagáis acopio de energía suficiente para abordarlos o, pedidles la mano a otros para hacer aquello que queréis hacer, os sorprenderéis del resultado.

Recordad que sois el mejor chef de vuestra cocina. Hemos abierto armarios, hemos cocinado de formas diversas, hemos descubierto especies, músicas, colores, movimientos …disfrutad de esta experiencia de vida y compartidla con otros.

Deseo que nuestras conversaciones os hayan podido ser útiles.

Me despido sabiendo que volveré a escribir… por que si hay algo que me alegra el espíritu es el compartir con los que me rodean lo que descubro. Al fin y al cabo estamos todos en esta escuela para lo mismo…¿no creéis?

Empezamos nuestra travesía recordándonos que: “Somos maravillosos en nuestra esencia y que nuestra humanidad, es sólo una vestimenta”, no lo olvidemos.

Con una sonrisa, el perfume del jazmín y el agradecimiento de que hayáis dedicado vuestro tiempo a compartirlo conmigo, os dejo hasta la próxima ocasión, cuando quiera que esta aparezca.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Avanzar cogidos de las manos

Entrevista a Manel Bestraten

Este es un extracto de la entrevista que, en esta ocasión, hemos hecho en formato podcast. 

Espero que disfrutéis tanto de la entrevista como de la lectura.

Dejó de estar activo en el INSST por edad no hace mucho, pero no dejará nunca de trabajar. Siente que debe devolver a la sociedad todo aquello que le ha sido dado; para él, un privilegio no exento de entusiástico trabajo (semilla que plantaron sus padres en su infancia) creyendo que se puede mejorar todo aquello que nos rodea si todos nos ponemos a trabajar, convencidos de que es posible.

 

Manel Bestraten

Os presento a Manel Bestraten, gran profesional, fue Consejero Técnico del INSST,  gran amigo de sus amigos, facilitador por carácter, inspirador por temperamento, sencillo, firme, claro y risueño, alguien que sigue aprendiendo cada día. Hoy es el Presidente de MIESES Global.org.

¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

¡A quien no! Hay tantas cosas pendientes, que voy pidiendo por ahí arriba  (dice mirando al cielo) que me dejen una temporadita más por aquí porque me falta mucho todavía por hacer.

-¿Qué tipo de cocinero eres?

Un tipo de cocinero que descubrió un día de manos de gentes de otro continente, que la ayuda mutua y la solidaridad tenían que volver a conquistar a una sociedad deshumanizada.

Soy un cocinero que cocina siempre acompañado, junto a otros que también lo son. Eso nos hace fuertes, ricos y creativos.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

En este momento estoy empezando una etapa clave en mi vida. Siento que sea posiblemente uno de mis últimos proyectos vitales, un proyecto asociativo que me da sentido y propósito, rodeado de amigos y amigas y ¿puedes creerlo? Tengo la sensación de que he estado toda mi vida preparándome para el ahora.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Mira Tundra, hubo un momento clave en mi vida, cuando  durante cuatro años fui responsable  de la cooperación española en temas socio-laborales en Uruguay. Tenía 33 años. Un orgullo para mí, porque fue el gobierno de ese país quien me reclamó para el desempeño de aquella función porque me había ganado su confianza en una misión anterior. Lo conseguí trabajando siempre de manera excelente, yendo más allá de lo esperable. Recuerdo que el entonces Ministro Joaquín Almunia, un tanto desconcertado, quiso conocerme antes de asumir tal cargo porque yo no estaba afiliado a ningún partido. Allí, en ese pequeño en dimensión pero gran país me encontré a mí mismo y todo empezó a cambiar en mi vida.

¿Qué símbolos hay en tu cocina?

A lo largo de mi vida, y movido por mi pasión, he ido creando junto a muchos amigos algunos símbolos que todavía a día de hoy permanecen y son orgullo de los pilares que los sustentan. Por ejemplo, “Amigos y amigas de las Tierras del Ebro” que cofundé en 1987 tras mi regreso de Uruguay; una asociación cultural para defender el rio Ebro, la identidad cultural de un territorio al sur de Cataluña donde nací, un entorno natural de gran riqueza; y también, promover una cultura empresarial responsable. Más de 200 empresas ostentan el distintivo “Qualitat ebrenca” por su compromiso social que lucen en la puerta de sus centros de trabajo. Ahí descubrí la fuerza de los movimientos asociativos con ambiciosos objetivos que influyen realmente en la sociedad y en sus gobernantes; o el  símbolo de excelencia que ya está siendo y será el proyecto asociativo MIESES Global, para ayudar a las pymes a progresar, que ha tenido en el 2020 el reconocimiento de la OIT por su aporte innovador en las competencias y en los procesos para la transformación de las empresas, con la Salud y la Sostenibilidad como valores estratégicos.

Son ejemplos de cómo se pueden generar cambios profundos en la sociedad para construir un nuevo modelo de desarrollo que sea saludable y sostenible. Todas las personas debieran formar parte de colectivos de voluntariado para prestar servicios a la sociedad.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Los que me conocen saben que cocino con energía y alegría, sin pausa, y en comunidad, por el placer de compartir técnicas culinarias y sabores.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: El afecto, sí, necesito amar y ser amado. Es sin duda  lo más importante en la vida.

Picante: Los retos. Aunque sean pequeños, cada día, cada semana,…, finalmente constituyen las piezas de un gran reto…Si no hay retos uno se abandona y, eso es lo último que debería pasar…!con todo lo que hay por hacer!.  Como decía felizmente Soledad Gallego, es “el arma de distracción masiva” la gran amenaza a la que la mayoría de la población está expuesta, la que trata de alinearnos en manos de los poderes fácticos que tratan de gobernarnos.

Dulzura: La Naturaleza y todo lo que ella nos regala, ella es el refugio que las personas en muchas ocasiones no pueden dar.

Frescor: El río, soy hombre de agua porque en ella está la vida. Ese era nuestro grito que levantó a todo un territorio cuando exigimos la protección del Ebro para evitar su trasvase: “lo riu és vida”(el río es vida).

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

El ingrediente estrella de mi cocina sería la amabilidad, la empatía con el otro. Si hay algo que he hecho con esmero a lo largo de mi vida ha sido cuidar mis relaciones con personas de bien. Recuerdo a los 5 o 6 años recibiendo a un señor importante amigo de la familia. Mi padre me enseñó cómo darle la bienvenida con la palabra y con la mano. Recibí un feedback impactante con regalito incluido… ¿Sabes? No sólo hay que reconocer que el activo más importante que tenemos son las personas, si no que hay que practicarlo, con todo aquel con el que te cruzas por el camino, en el supermercado, en el metro…y por suerte y fortuna me he ido rodeando de mucha gente con la que comparto valores y proyectos;  y esa red, Tundra, trabajando como un solo equipo, es lo que nos hace felices y cambia el mundo.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Si, estar proactivo. Trabajo siempre rodeado de los que como tu piensan que podemos darle la vuelta a la tortilla. Hay que evitar caer en la pereza y alejarse de las personas negativas.

Recuerdo todavía cuando nos alentaba a ser del grupo de los “motivators” y huir de los “sabotators o de los amargators”. Siempre me pareció una imagen muy gráfica.

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

Sí, si llamas magia a aquellos regalos que te ofrece la vida si trabajas con apertura y con generosidad sin buscar nada a cambio…Si te refieres a esas casualidades que te ofrece la vida si estás con la mente y el corazón abiertos…, pues sí, ha habido mucha magia en mi vida, me siento afortunado y me sorprendo continuamente de cosas maravillosas que me suceden en estos últimos tiempos. Aunque como todos, he tenido que superar graves adversidades, como la larga enfermedad de mi querida esposa Montse. Ella me dio la fuerza para crear Mieses.

¿Qué no debería faltar en las cocinas?

El espíritu del trabajo en equipo, procurando ir más allá de lo que se espera de cada uno, con alegría e ilusión y tratando siempre de sorprender al otro. ¿Te imaginas que todos actuásemos así? ¿No tendríamos otra realidad?

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Se que suena repetitivo, pero hay que estar estudiando siempre para estar mentalmente activo y practicar lo aprendido, junto  a personas competentes y empáticas. En mi vida los placeres del trabajo, de la familia, de los amigos, del ocio, se confunden sin separarlos demasiado. Será este mi hobbie?

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: “Excelencia”, considero que no es un lujo, es una necesidad para dar lo mejor y ser feliz. Y también la “Observación”, es la vía más fácil e importante para aprender.

Un color: El azul, que me acerca al cielo luminoso y brillante, y el amarillo, el color de las mieses, de los frutos de la tierra, es el color de la creatividad que tanto me estimula.

Un olor: hay muchos, no tengo uno de especial; el jazmín, el galán de noche que es embriagador en las noches de verano, el romero o el tomillo cuando vas a la montaña. ¡Hay tantos que nos regala la naturaleza de forma sorpresiva!

Un sabor: el de los potajes hechos a fuego lento, unas buenas lentejas, o una “escudella”.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Mira Tundra, solos no podemos cambiar el mundo, el proyecto en el que estamos, Mieses Global, tampoco puede, pero con todas las empresas amigas y con todos los que se contagian de este entusiasmo que transforma, sí podemos cambiarlo.

El poder de cambiar todo esto está en nuestras manos, y juntos podemos, porque una sociedad civil organizada tiene una inmensa fuerza cuando se enfrenta a las injusticias y a todo tipo de abusos, cuando cada uno sintoniza con aquello que resuena en su corazón, porque sólo desde ahí conectamos con quien somos y estamos en condiciones de ofrecer lo mejor. Y tener esperanza activa de que eso es posible en el centro de nuestro sistema. Estamos en medio de un túnel en la oscuridad, solo podemos salir de él cogidos de la mano y avanzando buscando la luz.

El tiempo se escapa entre nuestras manos. He tenido el placer de escucharlo frecuentemente e inflamar mi espíritu, a veces decepcionado, con su entusiasmo y su confianza, pero os confesaré que me cautivó un poema; un poema que para él es un símbolo y que yo he incorporado y recuerdo de vez en cuando…sobre todo, cuando pierdo la fe.

No puedo dejar de compartíroslo, con el deseo de que prenda en vosotros el “Elogi del viure”-Elogio del vivir- de Joan Maragall.

(Lo traduzco para los castellano parlantes).

“Estima el teu ofici,
la teva vocació,
la teva estrella,
allò pel que serveixes,
allò en què realment
ets un entre els homes,
esforça’t en el teu quefer
com si de cada detall que penses,
de cada paraula que dius,
de cada peça que poses,
de cada cop de martell que dones,
en depengués la salvació de la humanitat.
Perquè en depèn, creu-me.
Si oblidant-te de tu mateix
fas tot el que pots en el teu treball,
fas més que un emperador
que regeix automàticament els seus estats;
fas més que el qui inventa teories universals
només per satisfer la seva vanitat,
fas més que el polític, que l’agitador,
que el que governa.
Pots desdenyar tot això i l’adobament del món.
El món s’adobaria bé tot sol,
només que cadascú
fes el seu deure amb amor,
a casa seva.”
Ama tu oficio,
tu vocación,
tu estrella,
aquello para lo que sirves,
aquello en lo que realmente
eres uno entre los hombres,
esfuérzate en tu quehacer
como si de cada detalle que piensas,
de cada palabra que dices,
de cada pieza que pones,
de cada golpe de martillo que das,
Dependiera la salvación de la humanidad.
Por que créeme, de ello depende.
Si olvidándote de ti mismo
haces todo lo que puedes en el trabajo,
haces más que un emperador
que gobierna automáticamente sus estados;
haces más que el que inventa teorías universales
sólo para satisfacer su vanidad,
haces más que el político, que el agitador,
que el que gobierna.
Puedes desechar todo eso y arreglar el mundo.
El mundo se arreglaría sólo,
si cada uno
hiciese su deber con amor,
en su casa.

Muchas gracias Manel por la aventura de este post, por compartir tu experiencia y tu sabiduría con todos aquellos que la escucharan o la leerán.

Y ahora sí, os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que esta entrevista haya avivado vuestro espíritu.

Luz y alegría 

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Luces y sombras en nuestras cocinas

Luz y sombra

Está a punto de amanecer. Los días ahora son más largos y disponemos de más tiempo para la actividad. Nos lanzamos a hacer invitados por la luz que nos acompaña hasta tarde a exprimir una lista de quereres, a veces, imposible de ser cumplida. Esa es nuestra agitación, a veces una locura de zanahorias a las que perseguimos.

Me pregunto si en ese hacer disfrutamos de lo que hacemos de verdad

Qué debe significar “de verdad”.

Imagino que para cada cual algo distinto, pero me digo: ¿lo saboreamos? Ese instante, cada uno de nuestros instantes, fugaz, a veces planificado desde hace mucho, a veces improvisado y que ya no pasará de nuevo, ¿estoy en él sin proyectar qué haré luego, qué haré mañana, sin rememorar constantemente el ayer?

Se augura un día cálido… pero todavía no llega. Abro mis oídos, y a parte del trinar de unos pajarillos que parecen darle paso al alba, no oigo nada, silencio…maravilloso silencio.

Silencio

Reflexiono para mis adentros cuan necesaria es la alternancia en nuestra vida, y cuan necesario es prestar atención a que haya un equilibro en ella de actividad y de reposo, de salado y de dulce, de blanco y de negro.

Aflora entonces a mi mente una frase que utilizamos mucho en yoga y que proviene del Bhagavad Gita referida a esta práctica: “El yoga no es para el que come demasiado, ni para el que demasiado ayuna, ni para el que duerme o vela en exceso…” y ese pensamiento me lleva a la justa medida.

¿Cómo aprendo la justa medida? ¿Cómo no oscilar entre un polo y el otro sin que eso sea fruto de una exigencia o una férrea disciplina, si no de la comprensión de lo que es?

Y recuerdo a uno de nuestros entrevistados haciendo hincapié en la escucha.

En este juego del aprender, la atención y la escucha interna, algo tan difícil de conseguir y a lo que tenemos que aprender solos porque esa no es una asignatura escolar, aparecen en letras de neón. Atención y escucha interna, un pilar sobre el que construirnos; porque si no conecto con lo que soy, ¿cómo van a ser congruentes mis pensares, mis sentires y mis haceres?

Dualismo

Si entro en mi cocina, descubro esas luces y esas sombras que me informan de lo que soy, tanto en unas como en las otras, no distinto del vecino, aunque en mi manifestación externa pueda serlo, y puedo percibir el sinfín de máscaras que nos construimos para protegernos del otro, que vine a vivir y a ser parte de una escuela de aprendizaje igual que yo.

Máscaras

He descubierto que cuando conecto con el otro desde lo que soy, con mis habilidades y con lo que no reconozco en mí, desde mi humanidad, el otro también se reconoce en ese camino y se puede compartir conocimiento y sentires y, no hay soledad sino manos que se encuentran y que acompañan…acompañan, que no te sostienen, al menos eternamente, porque eso no seria sano para ninguno.

Y ahora que ya acabó el curso escolar… me digo: ¡no tengo ganas de repetir curso! así que, Tundra, disfruta y comparte tus luces, acoge y abraza tus sombras con cariño, de una en una, de a poquito, para que los tsunamis no apaguen tu fuego y puedas seguir caminando hacia donde SIENTES que tienes que caminar.

Carretera

¿Hacia dónde camináis vosotros? ¿Es ese vuestro sendero? ¿Tu SER se puede manifestar a través de quien eres hoy?

¿Nuestra cocina deja ver esos menús que, como cocineros, podemos ofrecer al mundo?

Deseo que sí, y que puedas/podamos disfrutar de este jardín de experimentación en el que estamos para aprender.

Yo decidí no repetir curso, en esta ocasión, ¿y tu?

Os dejo con el deseo de que la llegada del verano nos permita disfrutar de nuestras luces y nos conceda la energía necesaria para adentrarnos en nuestras sombras cuando el ciclo nos lleve a ellas, que siempre llega, para poder abrazarlas y SER.

En el texto escrito os dejo enlaces a conceptos o información que podrían ser interesantes  si no los conocéis ya y os apeteciese tirar del hilo…

¡Feliz Verano!

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Descubrir tu voz, descubrirte a tí mismo

Entrevista de Gemma Reguant

Me fascina su mirada entre serena y pícara, su risa suelta, su naturalidad y la profundidad de lo que me explica con la paciencia de los que están acostumbrados a enseñar y se adaptan al ritmo del que escucha.

Si te la cruzas, notarás su presencia, la de alguien que está cada vez más a gusto consigo misma, quizás no hable, pero está y si habla, su voz profunda te llegará dulce como delicados son los pétalos de amapola.

Os presento a Gemma Reguant, actriz, profesora de voz y expresión oral, investigadora y directora. ¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

Tundra, te diré que la vida, y por tanto nuestra cocina, es una aventura fascinante que agradezco constantemente.

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Sabes, cuando cocino me pasa algo singular, y es que huelo los alimentos que tengo, y me imagino las combinaciones posibles entre ellos y creo, creo de tal manera, que luego nunca puedo repetir el mismo plato.

En mi vida, experimento constantemente y disfruto en ese descubrimiento. Cada momento tiene un matiz y un color distinto, aunque aparentemente haga lo mismo. 

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Yo creo que la edad se podría comparar con el vino, mejora con el tiempo y, en este tiempo, yo estoy disfrutando, disfruto de cómo veo y enfoco las cosas, de cómo me siento, y de las sorpresas agradables que llegan a mi vida. Reconozco que me siento afortunada en esto de cumplir años.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Creo que un momento clave en mi vida fue cuando me llamaron para que impartiera clases de voz; yo era actriz y disfruto de mi profesión y ese giro fue una sorpresa que no me planteaba. No obstante, mi percepción es la de un camino con continuidad más que un camino con requiebros pero, eso sí, cada vez más luminoso y brillante porque cada vez disfruto más de la vida.

-¿Qué lenguaje utilizas en la cocina?

El picante. Soy intensa en mis emociones, las vivo así, y el picante me moviliza.

-¿Qué símbolos hay en tu cocina?

Me he ido dando cuenta de que me gustan aquellas cosas que son bellas, como las flores, que conectan con mi feminidad y mi sentir abierto, huyendo de rigideces.

-Ummm…confiésanos, (le digo con complicidad) ¿Qué sentido predomina en tu cocina?

Claramente el olfato, a través de él siento lo que me rodea. El resto de sentidos tienen mucha importancia también, pero si tengo que destacar uno, sería el olfato. Fíjate que es una herramienta que utilizo antes de entrar en escena y que me permite conectar con el cuerpo, algo básico para poder transmitir en el escenario.

-¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: el Amor y la alegría, son el calor de la vida.

Picante: el baile y todo lo que conlleva movimiento corporal.

Dulzura: la ternura, las miradas a los ojos, los abrazos.

Frescor : las cosas nuevas, la naturaleza y la risa.

-¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Sin dudarlo, la alegría que sentimos cuando nuestro corazón está abierto; es un ingrediente que en mi vida no deseo que falte y si percibo que desaparece, lo busco, busco ese estado interno que no depende de lo que pasa fuera, y me ayudo del baile y la meditación en esa búsqueda.

-¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Oler…buscaría el olor de la mandarina, la canela o el clavo o… el olor de la piel, mía o del otro.

Olora i parlaràs millor

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

¡Claro! de hecho todo es mágico, cada cosa que nos ocurre, cada cosa que hacemos con ilusión en el trabajo, cada paso que das cuando bailas.

Una de las cosas que ha traído el Covid, creo, ha sido el darnos la posibilidad de apreciar la magia que constantemente nos rodea; ¿acaso no ha sido un momento mágico el poder salir al balcón y sentir el sol en tu piel o mirar el cielo durante estos meses de confinamiento?

¿Qué no debería faltar en tu cocina?

La alegría, el baile, la meditación y la escucha.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Llevo practicando toda una vida de ejercicios y de experimentación con la voz, de meditación y de autoconocimiento y, el teatro, para mí, ha sido un vehículo de autoconocimiento fascinante.

-¿Qué significado tiene la voz en tu cocina?

Fíjate que la voz es la consecuencia de todo, del pensamiento, del sentimiento, de la emoción y mi tarea como especialista es que el alumno se exprese desde la totalidad que es.

Es a través del método de olfacción que he creado, el MOD (Método de olfacción diseñado), que la persona puede transmitir desde una voz conectada a toda su fisiología, ofreciendo una voz muy corpórea, desde la planta de los pies e integrándolo todo.

Piensa que cada uno somos únicos, nuestra singular voz nos identifica más que la huella dactilar, cada uno tiene que encontrar su propia voz y para ello hay que dejar de hacer aquello que nos impide expresarla.

Hablar no sólo con la cabeza si no con todo nuestro yo.

¿Qué te ha permitido descubrir tu trabajo con la voz?

Te confesaré que entras en un mar infinito de exploración. Observas que primero necesitamos la materia, luego las emociones, después el empoderamiento, luego la apertura de la caja torácica y el darle espacio, como ves, es un mar inagotable para una mente inquieta.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: Amor

Un color: el azul del cielo o el rojo del fuego

Un olor: el del romero, la María Luisa o el perejil

Un sabor: el chocolate o el sabor de los melocotones que comí un verano cuando era joven.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Me di cuenta, hace algún tiempo, de que lo que yo pudiera proyectar no tenía sentido, e incluso era minúsculo a lado de lo que la Vida nos podía ofrecer si fluíamos con ella; así que seguiría bailando, dedicando tiempo a lo que me gusta, a mi pareja …y estaría abierta a lo que aquella me ofreciese, subiéndome al tren de lo desconocido para vivir esta aventura.

Y ya que hablamos de deseos, ¿qué te parecería emplear una parte de nuestra jornada, en esta Escuela de Vida, a poder conectar con nuestros sentidos? Cómo cambiarían algunas cosas, ¿no crees?

Nos despedimos por que se va a bailar tango; según ella, un ejercicio profundo de escucha, de escucha del otro, del movimiento, de la música, del sentir y, pienso que es un simbólico mensaje de quien trabaja con la voz.

Recordaré cómo debían ser sus sensaciones cuando me coma algún melocotón de viña este verano y oleré mi piel antes de las cremas que algun@s nos ponemos después de la ducha y observaré hacia dónde me puede llevar la experiencia.

Os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que nos olamos, nos bailemos y quizás, sólo quizás, descubramos que hay un universo esperándonos al otro lado.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

El mar, el mar y no pensar en nada

…así acababa un poema que ha estado presente desde mi infancia…

El verano ya se palpa en el ambiente. De vez en cuando, días de calor nos visitan adelantándonos lo que está por llegar.

Los niños, ya en manga corta, juegan en las plazas casi hasta que ocurece, dejándose secuestrar por la maravillosa luz y la energía del sol que nos acompaña hasta tarde durante la jornada.

¿Qué os pide el cuerpo cocinar en este momento? … o mejor dicho, ¿con qué os pide cocinar?

Mar

Vivo en el interior, no muy lejos del mar, sólo lo suficiente para echarlo de menos. Prácticamente siempre he vivido cerca de él e incluso cuando no lo estuve, buscaba el agua y su movimiento intrínseco visitando el río que cruzaba mi pueblo, mi ciudad o las fuentes que brotaban de la montaña.

Os pregunto qué os pide el cuerpo, porque después de esta locura en la que hemos estado viviendo y en la que todos hemos hecho nuestros equilibrios, mi cuerpo me pide mar.

Me levanté un día echándolo de menos, ya no servían los audios grabados de sus aguas rompiendo en la playa o en las rocas; echaba de menos ver el movimiento de sus aguas y sentir cómo se movían en mí; eché de menos su intercambio…Necesitaba cocinarme con agua de mar.

¿Lo habéis percibido alguna vez? Los que me conocen recordaran la primera vez que lo sentí… no fue hasta aquella ocasión, una clase práctica de osmosis en toda regla, en la que pude percibir el intercambio entre las aguas de este “mar nuestro”(mare nostrum) y yo.¡Y pensar que eso estaba pasando en mí desde hacía más de 30 años! Probadlo si tenéis ocasión, prestad atención después de entrar en el agua, y al cabo de un ratito, quizás, si os apetece y el mar os da la oportunidad, haced el muerto y observad.

Yo tuve la ocasión de hacerlo en un mar al que estoy vinculada por afecto y por tradición y, cuya concentración salina es alta, fue un sobresalto de agradecimiento bendito a quien nada pide y todo lo daba. Después de aquellos días, yo volvía a donde vivo distinta. Alguien había sido generoso conmigo más que yo misma, y volvía a reconocerme en quien era, más tranquila, más serena, en general había perdido peso… y eso siempre es un aliciente 😉 y todo lo que no se ve pero que había cambiado.

Al cabo del tiempo, conocí a alguien que le puso palabras y estudios científicos a aquella experiencia y le dio a mi mente la información que necesitaba para no pensar que lo que había sentido era una ilusión. Y de esto hace ya más de 12 años.

Mariano Arnal y la Fundación Aquamaris nos explicaban a un grupo de personas que “en el agua del mar estaban presentes todos los elementos del Sistema Periódico, todas las sales minerales y compuestos que necesitaban las células que forman nuestros tejidos y órganos, así como el resto de microorganismos (flora) que nos acompañaban” y “que el agua del mar teniendo una composición similar a la que tiene el plasma sanguíneo, era muy rica en oligoelementos, yodo, potasio, zinc, etc., cosa que el agua dulce no poseía.”

Playa del Sardinero

Así que alimentada mi curiosidad mental, y habiendo experimentado desde entonces conscientemente las bondades de los baños en el mar, que más que baños, algunos han tildado de infusiones, veo las puertas abiertas de mi cocina pidiéndome a gritos que escuche.

¿Por qué me grita? porque siempre hay una escusa para posponer.

Hoy decidí escuchar. Hoy decidí que si no estaba haciendo lo que mi cuerpo me pedía y mi mente ya sabía, estaba desatendiéndome a mí. Hoy decidí que no podía transmitir lo que quería si no estaba en ello, por que nadie puede dar lo que no tiene.

Y te recuperé: mis ojos te vieron y bailaron con el vaivén de tus olas, mis pulmones te sintieron y te respiraron y volví renovada.

Recordé entonces los famosos baños de mar de principios de siglo XX y a Renè Quinton y su teoría de la reconstitución celular a través del agua de mar…ahí lo dejo, por si queréis tirar del hilo.

Amo el mar

Me despido hasta la próxima ocasión con el deseo de que sepáis qué os pide vuestro cuerpo. Que tengáis el tiempo para parar y escucharlo; para parar y dárselo y por qué no, quizás un día este verano, recordéis este post y si no lo habéis experimentado aún podáis intercambiar unas palabras con el mar a través de vuestra piel y nutriros con él un ratito.

Feliz reencuentro

 

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Unas tijeras màgicas

Entrevista a Javier Reyes

Os hablé en el post anterior de un “escultor” que crea alegría y armonía extrayendo la belleza que a veces queda oculta incluso para nosotros mismos.

Le llena el hacer feliz a los otros desde su profesión, que desarrolla desde la perfección del artista, a estas alturas, ya experimentado, inspirado por una musa que debe acompañarlo y le permite vislumbrar todo lo que puede ser.

Desafortunadamente no os puedo trasladar su acento andaluz que lo hace fresco y alegre al tiempo que familiar y que acompañan a un profesional con mayúsculas en su ramo.

Javier Reyes

 

 

Os presento Javier Reyes, peluquero y estilista, alguien que cambia el foco fundido que llevamos dentro para que mostremos fuera lo que a veces ni tan siquiera nosotros mismos somos capaces de reconocer.

¿Entramos en su cocina?

-¿Te gusta cocinar?

Sí, y reconozco que cada vez más; experimento y disfruto de las pequeñas cosas, de los pequeños gestos de cada día que se acaban convirtiendo en grandes tesoros. Unos “aparentes sencillos macarrones con su picantito” pueden saberte a gloria bendita, me dice guiñando un ojo.

-¿Qué tipo de cocinero eres?

Podríamos decir que soy un cocinero experimental, hace años que me muevo en mi profesión, y tanto en ella como en mi vida procuro descubrir nuevas combinaciones.

-¿Qué entiendes tu por éxito?

Para mí éxito va ligado a trabajo, al esfuerzo, a constancia y a que haya habido gente que haya confiado en mí.

Por otro lado la salud, fíjate que el conseguir un equilibrio saludable en tu vida también es éxito, no del que se ve, si no del que se siente y que te permite disfrutar de la vida.

-¿Artista se nace o se hace?

Creo que se nace y luego se hace, me explico: de cada uno depende el despertar ese don con el que has sido bendecido, si sabemos reconocerlo; así que cada uno puede ser artista en lo suyo; si te vas a la cocina de otro intentando cocinar como lo hace otro pierdes tu esencia y sólo copias, puedes llegar a ser muy bueno, pero no un artista, si te centras en tu don y lo desarrollas, el potencial artista se muestra.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Fíjate que, como muchos, siento que estoy empezando una etapa nueva, el Covid ha venido a podar muchas cosas, a que nos quedemos con lo importante y que no nos perdamos en las ramas. A estas alturas creo que sé lo que quiero y eso es lo que sigo trabajando desde la serenidad en la que estoy en este momento, disfrutando.

-¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

En mi caso, a veces la vida me ha llevado por caminos que no he entendido, aunque con el tiempo he ido desvelando el para qué me pasaba lo que me pasaba o había vivido.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Veras, Tundra, en mi caso hubo dos ocasiones: una, por necesidad, me quedé sin soporte familiar con 17 años y eso hizo que tuviera que enfrentarme a la vida con lo poco que tenía y muy joven; la otra, cuando decidí dejar de trabajar para otro y tomar las riendas de mi vida profesional como autónomo.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Es una cocina sencilla, que disfruta de las pequeñas cosas y que me permite saborear la esencia de las personas que me rodean, que es hoy por hoy, lo que más valoro.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: la satisfacción del trabajo bien hecho

Picante: salir airoso de algunas situaciones comprometidas, es como poner guindilla a la comida

Dulzura: la relación con las personas y disfrutar del mar

Frescor: la alegría compartida

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

El trabajo, y estoy orgulloso de lo que he conseguido yo solo, aunque tengo que reconocer que la vida me ha puesto muchas manos amigas en el camino.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

El silencio es un buen recurso que me ha ayudado mucho.

-¿Qué significado tienen las tijeras en tu vida?¿Qué haces con ellas?

Mira Tundra, las tijeras a parte de ser la herramienta obvia de mi profesión, tienen un propósito de por sí, y es que a través de mí hacen feliz a las personas. Se ponen al servicio, liberan al cliente de unos cuantos lastres,  y en mi coctelera creo ese toque que le hace ver su propia belleza.

Abro los ojos de par en par  ante tal respuesta y me digo… creo que ya no volveré a mirar a unas tijeras de peluquero de la misma manera.

-¿Qué importancia tiene la estética en tu cocina?

Para mí es muy importante, no sólo es mi profesión si no que me gusta que lo bello se muestre a la vista.

-¿La magia existe? ¿hay espacio para la magia en tu cocina?

Claro, ¿no es a caso mi profesión mágica? El cliente entra en mi estudio y pasan muchas cosas en él; en ese tiempo compartido se produce la magia, una magia que luego sale caminando por la puerta y acompaña al que vino a verme.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

El atreverme a experimentar cosas nuevas con mis clientes buscando el resultado que intuyo. Es innovación y creación.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Palabra: “Te quiero”, creo que es lo más bonito que nos pueden decir.

Color: beige, es sencillo, discreto y elegante

Olor: no te diré marcas, pero mi esencia está ligada al azahar, al jazmín o al galán de noche.

Sabor: el sabor exótico del curry…bueno, y el dulce, que me encanta. 

-Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Con una cocina en la que se comparte, se comparte momentos, sensaciones, experiencias y risas. Lo que más me satisface es poder compartir con los que me rodean.

Acabo nuestra entrevista y sonrío al recordarlo hablar de su profesión con tanta ilusión, y cómo disfruta haciendo feliz al que tiene delante mostrándole lo que él ve …y es que Javier ve belleza, y sus tijeras le acompañan cambiando amablemente su entorno.

Ese pensamiento me lleva a un poema de Joan Maragall que un profesor que tuve, Manel Bestraten, nos dejó caer por casualidad en clase un día… pero eso os lo contaré en otra ocasión… Javier le hubiese gustado.

Os dejo con el deseo de que podáis llevar la belleza a vuestro trabajo y lo viváis con la misma intensidad con la que Javier y sus tijeras descubren lo que, a veces, está escondido.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

Copyright © Tundra de San Martin tundrasblog.com

Colores, olores y sabores varios

En nuestro anterior post hablábamos de belleza y armonía, hablábamos del orden y de cómo quizás nuestra voz podía generar un entorno armónico.

Mi mente, que busca cómo conseguir ese equilibrio que nos da paz y serenidad y que nos permite transmitir lo que en esencia somos, pasa a deleitarse con mis sentidos y me pregunto qué armonía creo para mi paladar y cómo cuido la alimentación que no sólo nutre el cuerpo si no también el alma a través de la belleza de lo que aparece en el plato…y su olor… ummm…

¿No os ha pasado que hay momentos en que necesitas ver y sentir el calor y el olor de un potaje, en otros un buen batido de frutas, en otros quizás una parrillada con alioli? Y no es intercambiable el momento en que nos apetece cada uno de ellos.

Ensalada
Filete
Ensalada

Darle al cuerpo lo que te pide, siempre que no sea por pura glotonería o por resarcir una parte de nosotros que no está satisfecha (que de esos momentos, haberlos haylos), forma parte de buscar ese balance en nuestra vida. Me equilibro y desde ahí genero un exterior armónico.

A veces me cuesta conectar con esa necesidad, la real del cuerpo, y doy vueltas sin fin, sin saber qué fogón accionar, y pulso el botón del momento SIPI (si estoy lo suficientemente atenta) y pienso en la frase: “como es dentro, es fuera” y continuo tirando del hilo.

La permeabilidad forma parte de nuestra vida, y me planteo, ¿y si creo fuera lo que no sé reconocer dentro de mí (porque la veleta da vueltas al son del viento que sopla sin encontrar su dirección) y así encuentro una vía para conectar con ello?

Me afano entonces en presentar un plato que entre por la vista, combinando colores y sabores y que sature agradablemente mi nariz.

Fulard

Y ese plato de colores puede ser una vestimenta sedosa, una camiseta blanca de algodón o de colorines, un recogido en el cabello, un afeitado, un perfume, para cada cual y cada momento habrá algo distinto, ese algo que permite encontrar ese balance perdido.

Seguro que os ha pasado a vosotros en algún momento, y es a partir de esa sencilla decisión, de ese pañuelo al cuello, de una colonia fresca, que creamos ese toque armónico y bello que necesitamos justo para ese día y, desde ahí todo parece que fluye de manera distinta y se desprende alegría y paz en nuestro quehacer diario.

Hay personas muy sensitivas que saben reconocer esa pieza del platillo que no hemos colocado, falta el verde, quizás algo refrescante, falta el rojo, quizás algo picante y cálido, falta el amarillo…

¿Conocéis a algun@?

Yo conocí a alguien que me mostró cómo estar conectado con su arte, le permitía extraer la belleza que a ojos de cualquiera podía quedar oculta y, con ella, crear armonía y alegría a su alrededor. Me lo imaginaba como un guijarro que cae en un lago y que genera las consabidas ondas concéntricas, así que su hacer, se propaga más allá de lo que esculpe y ese pensamiento me llevó a un poema…pero eso os lo mostraré en la próxima entrevista.

Os dejo hasta la próxima ocasión con el deseo de que descubráis una nueva forma de poner vuestro toque armónico al día. ¿Qué color falta en mi platillo hoy? Quizás ninguno, o quizás podamos encontrarlo en la alacena esperando a ser identificado para ofrecernos un “perfume” singularmente adecuado a lo que nuestro Ser necesita y que nos acerca más a la belleza y la simplicidad de la naturaleza.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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Tren a uno mismo

Entrevista a Gemma Soler Raspall

Le precede una amplia sonrisa. Se percibe la seriedad del que busca lo auténtico y la sensación de que es un tren que no tiene parada en todas las estaciones, sino que se dirige a su destino a cierta velocidad y no se detendrá en el camino.

Conversar con ella sobre la cocina es descubrir que en una copa de vino o en un guiso sencillo hay mucho de nuestra humanidad y de nuestra divinidad en cuya búsqueda nos embarcamos en cada respiración.

Os presento a Gemma Soler Raspall, ¿Entramos en su cocina?

 

Gemma Soler

 

-Gemma , ¿te gusta cocinar?

Me gusta, y te confesaré que cada vez me gusta más, por que cada vez le encuentro más significado y proximidad a la alquimia. El acto de cocinar requiere de una implicación emocional, anímica… no es solamente la mezcla de elementos. Ahora mismo estoy en las mezclas más sencillas.   

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Después de pasar por distintas tendencias, ahora busco el equilibrio desde el sentido común, sin grandes complicaciones, cocino de forma sencilla y me cocino también así, buscando la solidez interior, para que lo que surja sea nutritivo. No hace falta una cocina muy elaborada cuando el producto con el que cocinamos es de calidad.

– ¿Cómo te sientes en tu cocina en este momento de tu vida?

Estoy empezando a recolectar el fruto de un trabajo que empezó hace años y estoy en el proceso de decidir cual será el plato final, cosa que dejaré en manos del universo.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención a tu vida?

Fíjate que yo diría que desde siempre. He sido una niña muy observadora, me fijaba mucho y eso ya era una forma de consciencia. Para mí la consciencia no es tanto el saber si no el querer saber, podríamos decir que he buscado desde siempre.

Pero he de reconocer que esa inquietud me viene de familia.

Magia

-¿Qué lenguaje utiliza la cocina que a veces no entendemos?

Sabes, he tenido la suerte de no perder parte de la conexión con la naturaleza y las percepciones que tenía de la realidad cuando era niña, así que su lenguaje, no me es ajeno.

-¿Qué “símbolos” hay en tu cocina?

Actualmente el estudio de la teosofía ocupa todo mi tiempo y contempla un abanico muy basto de información y aprendizajes que, para serte sincera, no sé dónde me llevaran.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Lo más natural y cercana al productor consciente, así me gusta cocinar en mi cocina, con coherencia, y eso requiere fuerza de voluntad, paciencia y mucho amor.

– ¿Qué especies han aportado: calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?

Calor: La muerte de mi padre, fue una enseñanza para mí de lo que significa la palabra amor.

Picante: Las relaciones de pareja. A veces coger el punto justo al picante cuesta, conectar a ese nivel no es nada sencillo.

Dulzura: el mar, es la solución para muchas cosas, me suaviza, me alegra, me calma, me inspira, solo necesito olerlo, sentirlo.

Frescor : el conocimiento me mantiene despierta”

Mar

– ¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Te diré dos, el primero de ellos es la fuerza de voluntad. La perseverancia es una de las virtudes que he tenido en mi vida de forma espontánea. La otra es la magia, es el ingrediente que a menudo no se confiesa pero que sí está ahí es el que otorga el “toque definitivo”.

-Entiendo pues, que existe la  magia en tu cocina, ¿no?

Cuando somos pequeños tenemos algo maravilloso: la imaginación que es la puerta de entrada a la magia.Por desgracia, a medida que nos vamos haciendo mayores la perdemos, perdemos la fe y dejamos de ser magos y magas.

– Y ¿tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

Creo que la improvisación. Tantos años dando clases en la universidad te permite aflorar la creatividad y al mismo tiempo desarrollas la flexibilidad. Cocinar con los ingredientes que tienes, sean los que sean, e intentar elaborar un buen plato con la suma de todos ellos.

Gemma Soler

-¿Qué no debería faltar en las cocinas?

El fuego, el Amor de los alquímicos, de los filósofos herméticos, que no sólo calienta (te nutre, te da calidez) si no que aporta luz (conocimiento y visión).

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

Me temo que la paciencia, es un ingrediente que llevo trabajando mucho tiempo a través del Mindfullness, la meditación, la relajación…todo esto me ha ayudado a comprender mejor el ritmo del otro; a veces pretendemos imprimir nuestro ritmo a los demás y si eres rápido puede ser sofocante para los que te rodean.

Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra:¡Abracadabra!

Os diré que no me he resistido a buscar la etimología de la palabra y en arameo significa: “crearé como diré” …y pienso, interesante palabra…

Un color: el azul que está presente en el cielo y el mar en toda su inmensidad.

Un olor: el que más valoro cotidianamente es el café, es estimulante y me ayuda en mi búsqueda.

Un sabor: el chocolate, el pecado de muchos…por algo debe tener la tradición histórica que tiene, e invita a compartir.

Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Con una cocina internacional, que todos pudiéramos entender, comprender y pudiésemos disfrutar de ella. Una cocina integrada que es lo que necesita el mundo.

Fe

Quizás si recuperamos nuestra fe la magia se produzca y la alquimia del Amor se de en el corazón de cada uno para poder Ser, que es lo único que el mundo precisa.

Con este deseo me despido hasta la próxima ocasión, no sin dejar unas preguntas en el aire:

 ¿Perdimos la fe? Si la perdimos, ¿para qué nos sirvió? y…cómo podríamos recuperarla.

Quizás el mar nos inspire y nos ayude a recuperar el camino hacia lo que en esencia somos…

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

 

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