Está a punto de amanecer. Los días ahora son más largos y disponemos de más tiempo para la actividad. Nos lanzamos a hacer invitados por la luz que nos acompaña hasta tarde a exprimir una lista de quereres, a veces, imposible de ser cumplida. Esa es nuestra agitación, a veces una locura de zanahorias a las que perseguimos.
Me pregunto si en ese hacer disfrutamos de lo que hacemos de verdad…
Qué debe significar “de verdad”.
Imagino que para cada cual algo distinto, pero me digo: ¿lo saboreamos? Ese instante, cada uno de nuestros instantes, fugaz, a veces planificado desde hace mucho, a veces improvisado y que ya no pasará de nuevo, ¿estoy en él sin proyectar qué haré luego, qué haré mañana, sin rememorar constantemente el ayer?
Se augura un día cálido… pero todavía no llega. Abro mis oídos, y a parte del trinar de unos pajarillos que parecen darle paso al alba, no oigo nada, silencio…maravilloso silencio.