¿Cuál es tu cocción hoy?

Aquí estoy, de nuevo, retomando nuestra última charla.

¿Recordáis?, estábamos abriendo armarios y cajones; y alguno que otro hemos abierto durante estos días, explorando cosas nuevas que teníamos en nuestro haber y, que no sabíamos.

Lo más estimulante, es haber tomado conciencia de todo lo que aun nos queda por abrir, a nuestro ritmo, poco a poco, disfrutando de la experiencia que supone encontrar algo “nuevo “en nosotros mismos.

Yo suelo decir, ante tal ingente perspectiva, que hay cosas que me dejo para la próxima vida…pero ¿porqué no ser osados en vez de acomodaticios?

De entre esos múltiples armarios que abrimos, hay algunos más profundos donde solemos guardar nuestras ollas, cazos, cazuelas…

Recipientes hay muchos, de diversos materiales: de acero inoxidable, de hierro fundido, de cerámica, de aluminio, de cobre… y de formas muy diversas: altos, bajos, con distintos tipos de diámetro …y cada uno es óptimo para una cocción determinada.

Cuando lo descubres, cocinar con cualquier recipiente, no da igual. Se puede, pero procuras no hacerlo y, empiezas a darte cuenta, a percibir, que el resultado, no sabes por qué, no es el mismo.

Os pongo un ejemplo que, para muchos, seguramente, será muy obvio.

Para mí fue un descubrimiento experimentar que, en el tipo de olla que tiene forma de pera, los potajes salían de muerte y no es que no salgan buenos en una olla normal, es que se cocinaban mejor en esa.

En ese momento, recordé y recuperé a la bisabuela que cocinaba en una olla de barro y la textura de sus guisos.

Cómo me cocino hoy

En la vida, cada experiencia, puede ser cocinada de forma distinta. ¿Qué cocción me permite digerirla mejor? Algunas es mejor hervirlas, otras freírlas, otras asarlas, otras, simplemente hacerlas a la plancha o al vapor, otras crudas, así a pelo .

Hay alimentos que sugieren un tipo de preparación y, otros que nos ofrecen un abanico más amplio de posibilidades.

Para que la cocción sea la adecuada, y nos siente bien, debemos buscar el recipiente idóneo.

Recordaba cuando apareció la olla a presión, u olla exprés, maravilloso invento que liberó de tiempo en la cocina a las mujeres que, en aquel momento, eran las que mayoritariamente se encargaban de este espacio y pensaba en cuantos utensilios disponemos para que nuestro tiempo libre sea mayor.

Actualmente, los robots de cocina, nos facilitan mucho la vida, los programamos y a la hora que se necesita disponemos de unas lentejas al punto. Lentejas que saben igual que las del vecino, que también tiene el robot, así que la escalera de la comunidad comparte olores conocidos sin darnos la opción de llamar a sus puertas y preguntar: ¿vecin@ qué cocina hoy, que huele tan bien?

No os equivoquéis, no soy alérgica a los robots, ni a la olla exprés, si no al no darnos cuenta de que cada plato, cada circunstancia de nuestra vida, necesita de nuestra atención y dedicación, así como nuestra creatividad. ¿Dónde se queda ésta si utilizamos siempre el mismo programa?

Me gustaría pensar que nos levantamos cada día pudiendo decidir si hoy cocino mi vida exprés, o pongo el programa automático, o decido comer frugalmente o, si hoy, decido cocinar una delicatesen.

La ventaja de decidir cada mañana cómo os cocinareis ese día tiene el estímulo de la creatividad en su semilla, ¿no es acaso eso excitante?

A lo mejor cocino lentejas, nadie me garantiza que saldrán como siempre, como las que hace el robot de cocina (insisto, maravilloso ayudante), pero quizás, si me dejo inspirar, y procedo a elaborarlas de otra manera, en un recipiente distinto, con un ingrediente nuevo, sabrán distinto, e incluso, a lo mejor, nos gustan más, nos alimentan más (en el sentido más amplio de la palabra).

Con las experiencias, ocurre lo mismo, parece que repetimos actuaciones todos los días, algunas eternamente tediosas, pero ¿y si le pongo otro ingrediente?, ¿y si la cocino de otra manera?

Reflexionando sobre el tipo de cocción que utilizamos en cada ocasión, recuerdo cuan distinto cocinamos en primavera si lo comparamos con la cocina de otoño y, eso me lleva a pensar en qué cocciones nos ayudan a cada uno a transitar las distintas etapas de nuestra vida.

Me temo que no debe haber una receta mágica y que debemos descubrirlas cada uno, para poder no sólo alimentarnos, sino nutrirnos y cocinarnos con amor.

Procuremos en cualquier caso recordar que, podemos cocinar lo que nos pasa de diversa manera y quizás así, sólo quizás, descubriremos matices distintos que nos habían pasado desapercibidos.

Hemos entrado en el otoño, época que invita a empezar a recogerse, a disfrutar de apacibles charlas con una infusión, o de paseos por la naturaleza entre las hojas que empiezan a tapizar nuestras calles y bosques. Por qué no dedicar un paseo a pensar ¿qué cocción quiero para mi hoy?

Quizás quieras compartirla conmigo y con los que nos leen y hacernos partícipe de tus descubrimientos. Te animo a que si dispones de un ratito lo hagas. Seguro que nos enriquecerá a todos.

Cocinarse en otoño

Con el deseo de que descubráis la cocción que os nutra en vuestra jornada, os dejo hasta dentro de unos días.

Luz y alegría

Tundra

 

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Una cocina de fusión

Entrevista a Dàmaris Gelabert

Voy camino de mi próxima entrevista y me sorprendo reflexionando al contemplar el siguiente zengo: “Una vez, un encuentro” y pienso en lo importante que es atesorar cada encuentro como único.

Damaris Gelabert

En esta ocasión me entrevisto con Dàmaris Gelabert, conocida pedagoga que encontró en la música una herramienta poderosa.

Popular entre los niños y familias por ser una cantante vital, de amplia sonrisa que los acompaña en su crecimiento día tras día, Dàmaris, comparte una tarde con nosotros, revelándonos sus secretos y dejándonos entrar en su cocina.

¿La descubrimos juntos?

Dàmaris, partiendo de la metáfora que da sentido a este blog, que es hablar de nuestra vida como si de nuestra cocina se tratase… 

-¿Qué es lo que más te gusta de tu cocina? 

Lo que más me gusta de mi cocina es que, he recibido muchas recetas y, con esa herencia y, lo que yo voy descubriendo, en este momento de mi vida, creo cosas nuevas y puedo compartirlo con mucha gente, con los niños y sus familias.

-¿Crees que depositas una brizna de creatividad en cada uno de ellos?

De alguna manera sí, cuando tu creas una canción y llega a las casas, deja de ser tuya, sale de tus manos para sembrarse en cada uno de los que la reciben. Despierta un lenguaje de comunicación que a muchas familias les ayuda en su día a día y es grato estar al servicio y, que lo que una crea, sirva de alguna manera para ayudar.

-Presumo entonces que ¿te gusta tu cocina?

¡Claro!, no obstante, hay mucho por mejorar porque, por ejemplo, me cuesta planear las recetas, pensar en el futuro, me encanta improvisar con lo que tengo en este momento. La teoría del aquí y ahora podría decirse que forma parte de mí. También es cierto que la vida me ha ofrecido la posibilidad de rodearme de gente que sí tienen esa capacidad para planificar, algo que agradezco.

A medida que me he hecho mayor me he dado cuenta de que las cosas no se construyen sola. En la familia nos complementamos, cada uno tiene su roll; el que le es más fácil y connatural llevar a cabo.

Cuando aprendes a integrar lo que los otros te pueden dar es magnífico, porque te enfocas en lo que tú sabes hacer y no tienes que hacer esfuerzos ímprobos en lo que no. Aceptar que los demás están ahí para aportarte lo que a ti no te sale bien, es bonito, de hecho, es un regalo.

-¿Qué tipo de cocinera eres?

Como te digo, podría decirse que soy una cocinera que improvisa, me dejo llevar por lo que siento, pero eso no quita que, en mi vida, haya una gran dosis de voluntad, constancia y disciplina en lo que me propongo.

-¿Hubo algún momento en que empezaste a prestarle especial atención?

Creo que ha habido varios momentos en mi vida, me es difícil identificar uno, pero lo veo más como un proceso muy natural, porque siempre me he ido dejando llevar por lo que pasaba y he ido conectando con cada momento, sin hacer muchos planes de futuro.  A medida que caminaba iba viendo cosas que me interesaban más y, eso, producía un cambio en mí.

-¿Qué tipo de cocina predomina en tu casa?

Una cocina sencilla, improvisada y muy natural. No me hace falta una cocina sofisticada, de hecho, cuanto más cerca de la naturaleza estoy, mejor me siento.

En este caso, podríamos decir que menos, es más, y cuanto más ligera ando, más creativa soy y mejor me siento e intento transmitirlo a mi familia.

-¿Qué significa la música en tu cocina?

La música es un todo, y estoy convencida de que afecta vibracionalmente de forma muy positiva. Es lo que nos permite a nosotros, como familia, ser armónicos también y tener una vida tranquila, serena, que nos permite crear desde donde lo hacemos.

Yo pongo la melodía, mis hijos el ritmo y mi marido la armonía (musicalmente hablando) que está más conectada con la parte racional.

La música permite comunicarte más allá de las palabras, desde las emociones. Conoces al otro, lo aceptas, te escuchas y lo escuchas; la música es eso, si no aceptas al otro, si no escuchas, no puedes tocar con él; por eso siento que la música puede ayudar muchísimo a cohesionar los grupos, especialmente a las familias.

-¿Qué especies han aportado las notas que dan calor, picante, dulzura y frescor a tu cocina?.

El calor lo aporta la familia que llevo conmigo, la personal y la profesional.

El picante va de la mano de mi marido, por que siempre me sorprende, es muy creativo, tiene perspectivas nuevas y distintas, tiene una visión macro de la vida y de nuestra profesión.

La dulzura la recibo del mundo de los niños pequeños.

La primera infancia me parece una etapa increíble, conecto con ellos de una manera especial y así ha sido desde niña.

El abrazo de un niño da energía, da paz. Ellos muestran la verdad, la sinceridad, lo que me gustaría ser siempre. Además, tienen el componente del juego, del aprender y descubrir cada día, ríen, juegan. Para mí son el ejemplo a seguir y, por eso, me gusta tenerlos cerca.

El frescor son mis hijos que, por carácter y edad, conectan con eso.

¿Cuál es tu ingrediente estrella?

Sin duda alguna, el AMOR, si no hay Amor el plato no brilla ni tiene sabor.

El “dar”, para mí, es importante. Si no tienes Amor, no puedes darlo, y si no te quieres tampoco puedes querer, así que, sin duda, el Amor.

-¿Sabes cuando cambiar de cocción?

Voy aprendiendo con los años, pero no me cuesta adaptarme. Soy bastante flexible y eso tengo que agradecérselo a las experiencias que viví con mi familia que era muy abierta y, con la que tuve vivencias muy variopintas.

– ¿Cuan importante es la estética del plato en tu cocina?

Es importante. Me gusta gustar.

– ¿Tienes alguna receta infalible para casos de emergencia?

La terapia que me funciona siempre, es la música. Cantar. Si me encuentro mal, canto y se me pasa; yo lo asocio con que cantar me ayuda a respirar mejor y, creo que, sólo por eso, ya me resulta beneficioso.

Otra cosa que me ayuda, es ver siempre el lado positivo de las cosas, que es mucho y minimizo lo malo; de hecho, visualizo lo que no me aporta y literalmente lo alejo de mí, y me funciona.

-¿La magia existe?¿Hay espacio para la magia en tu cocina?

Sí. La magia siempre existe. La magia es la fantasía, forma parte de los niños y, como yo quiero ser como ellos, tengo que dar cabida a la magia, hay mucho espacio para ella.

-¿Qué llevas practicando toda tu vida?

El darse a los demás sin esperar nada a cambio.

-Dime una palabra, un color, un olor y un sabor que te hayan alimentado.

Una palabra: Amabilidad

Un color: el Naranja

Un olor: la Canela

Un sabor: Plátano con chocolate negro

-Con lo que sabes, ¿con qué tipo de cocina soñarías?

Una cocina de fusión, una en la que cada uno pone su parte y surge algo diferente que no se parece nada a lo que teníamos y, nace un plato nuevo.

Acabo la entrevista reflexionando con Dàmaris que, su sueño, no es tal y que, por suerte, ya está llevando a cabo su cocina de fusión.

Me pregunto, cuántos de nosotros ya estamos viviendo lo que soñábamos y no somos conscientes de ello.

Buena pregunta para antes de irse a dormir.

Os dejo, con el deseo de que esta entrevista haya sido tan nutritiva para vosotros como para mí el hacerla y transcribirla.

Luz y alegría

Tundra

Fotografia Tundra de San Martin

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